Teatro

Emma Vilarasau y Pere Arquillué viajan a la esencia del teatro y la violencia

Alícia Gorina presenta una adaptación de la tragedia 'Ifigenia' en el Teatre Lliure

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Pere Arquillué y Emma Vilarasau en el Teatre Lliure.

Barcelona¿Qué queda hoy en día de la tragedia griega? Es la pregunta que se ha hecho la directora Alícia Gorina (Barcelona, ​​1979) en los últimos meses durante los ensayos de'Ifigenia, una versión de la tragedia de Eurípides, adaptada por el dramaturgo Albert Arribas, que puede verse del 24 de abril al 2 de junio en el Teatre Lliure de Montjuïc. "Hemos ido a los orígenes para ver qué es lo esencialmente teatral", dice Gorina. "Eurípides fue un gran innovador formal; en su tiempo fue incomprendido, pero ha tenido mucha incidencia en los momentos de cambio de la humanidad", añade Arribas, quien considera que "el teatro o es problemático o no es teatro". El reparto deIfigenia, encabezado por Pere Arquillué y Emma Vilarasau, incluye Marta Ossó, Celia Castellano, Daniela Fumadó, Júlia Genís, Laura Roig, Neus Soler, Albert Pérez y Pau Vinyals.

La historia de Ifigenia queda recogida en dos tragedias de Eurípides que nada tienen que ver ni temporal ni espacialmente. En Ifigenia en Áulida, el rey Agamenón se ve forzado a sacrificar a la hija, la joven Ifigenia, para que vuelvan a soplar los vientos y los barcos aqueos puedan llegar a la guerra de Troya. En Ifigenia entre los taurinos, Ifigenia aparece viva, salvada en el último momento, y vive exiliada en la isla de Táurica, donde ha recibido la orden de matar a todos los griegos que lleguen. El conflicto de la segunda parte arranca cuando Orestes, un hermano suyo que nunca llegó a conocer, pisa la isla y se presenta como hombre griego. "Las violencias se perpetúan generación tras generación hasta la absurdidad, hasta el punto de que ya no sabes por qué estás en guerra", dice Gorina. Y la actriz Emma Vilarasau añade: "La herencia de la violencia aún ahora no sólo pervive en los estados, sino también en el centro de las familias. A veces todo se repite de forma maquiavélica".

Aunque Gorina ha apostado por una escenificación generalmente "austera, que va a las nociones más puras y primarias", existe un gran contraste entre la primera y la segunda parte de la obra. "En la primera parte hemos optado por una puesta en escena más convencional –dice la directora–. En la segunda parte, en cambio, deconstruimos los códigos tradicionales de la tragedia y hacemos una propuesta más fragmentada y mental". En este sentido, el músico y productor Arnau Vallvé (batería del grupo Manel), que ha diseñado el espacio sonoro del espectáculo, dice que "en la primera parte la música es más cruda, mientras que en la segunda es más onírica ".

"Unos héroes machos muy patéticos"

Como ya había hecho en Ese día turbio que salí de un cine del Eixample y decidí convertirme en un olmo, la adaptación teatral de la novela Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides que Sofía Coppola convirtió en película, Gorina ha aprovechado la figura de Ifigenia para "cambiar algo el imaginario de la virgen sacrificada". "Hemos intentado entender por qué Ifigenia decide asumir en primera persona el sacrificio", explica la directora. "La segunda parte de la obra, en la que Ifigenia se ha hecho mayor, nos permite no quedarnos sólo con la imagen de la joven muerta –dice–. Es una mujer que ha tenido que convivir y gestionar todo lo que le ha pasado a lo largo de estos años".

Según Gorina, "era imprescindible que el corazón tuviera la misma presencia que tenía en la tragedia griega". "Está formado por cinco chicas que representan a todas las chicas jóvenes que han sido víctimas de las violencias patriarcales –añade–. Son mujeres capaces de acción, que nos invitan a mirar esta historia con ojos críticos". En este sentido, Vilarasau apunta: "Eurípides presenta a unos héroes machos muy patéticos, no tienen nada de heroicidad ni de dignidad. Hay escenas casi cómicas de tan patéticas que son. Fue difícil hacerlas trágicas, pero creo que lo hemos conseguido".

El equipo de 'Ifigenia' en el Teatre Lliure.
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