Crítica de teatro

El icono del teatro musical catalán

La Blanca de Alexia Pascual y el Saïd de Jordi Garreta forman una pareja que destila química

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Una escena de 'Mar i cel' (2024), en el Teatre Victòria.
  • Texto: Xavier Bru de Sala, a partir de la obra de Àngel Guimerà. Música y orquestación: Albert Guinovart.
  • Dramaturgia y adaptación: Joan Lluís Bozzo, Xavier Bru de Sala, Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel. Dirección 2024: Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel. Dirección musical: Joan Vives y Sergi Cuenca.
  • Intérpretes: Jordi Garreta, Alexia Pascual, Abel García, Albert Gracia, Berta Luna, Xavi Fernández, Eloi Gómez, Clara Renom, Sergio Escribano, Candela Díaz Sanz, Esteban Roig, Cisco Cruz, Albert Mora, Anna Alborch, Bittor Fernández, Estrella Aparicio , Carme Giner, Biel Llongueras, Guillem Ripoll y Guillem Fole.

¿Qué tiene Mar y cielo ¿para conseguir vender 150.000 entradas anticipadas? ¿Qué tiene Mar y cielo para que toda una platea y el anfiteatro del Teatro Victoria entonen el himno de los piratas mientras la nave, ya vacía en terminada la función, saluda moviendo la quilla como si coqueteara con los fans? ¿Qué tiene Mar y cielo por haber sido repuesto cuatro veces en treinta años (1988, 2004, 2014 y 2024)? ¿Qué tiene Mar y cielo ¿para emocionar hasta la lágrima? Pues que Mar y cielo no es sólo un musical de Dagoll Dagom sobre una obra de Àngel Guimerà (a quien, por cierto, el teatro no cita en la ficha artística), sino un icono del teatro musical catalán, como iconos del país son el pan con tomate, el encendido del pebetero en los Juegos Olímpicos, el dragón del Parque Güell, la montaña de Montserrat o un 9 de 8 de la Colla Vella de los Xiquets de Valls.

Un icono único, porque el espectáculo de Dagoll Dagom con música de Albert Guinovart es ciertamente la única producción autóctona de gran formato con cualidades artísticas equiparables a las de los grandes títulos de enero en Londres y Nueva York. Todo sea dicho, no ha tenido que competir con ningún otro, porque otras compañías, como El Musical més Petit, que podía haber crecido, no tuvieron el apoyo público necesario, como sí ha tenido, y sobradamente, la compañía creada por el desaparecido Joan Ollé (tampoco hemos averiguado por qué morterada vendieron el Victoria al Mago Pop). En fin, justo ahora que el Teatre Nacional de Catalunya estrenará una creación de esta ambición en catalán o similar y con libreto y música original.

Y dicho esto, la cuarta entrega del icono tiene las virtudes (muchas) y los posibles defectos (pocos) que ya tenía la primera entrega, cuando la nave tuvo un fallo un rato antes del estreno. La nave, en ese momento envejecida con papillas de la hija de la escenógrafa y con velas de seda compradas en Lyon, tiene ahora una maquinaria mucho menos ruidosa y más eficaz. Como ellos luces, las proyecciones y los micrófonos inalámbricos que utilizan la veintena de intérpretes. Y no sé si por la ecualización de dichos micrófonos inalámbricos o porque el sonido de la orquesta (que sonó de maravilla bajo la dirección de Sergi Cuenca) tapaba según cómo los fragmentos corales, pero hay que decir que sufrimos para entender la letra de algunas de las canciones, por otra parte muy bien afinadas.

No importa, sin embargo. Porque hay motivos suficientes para aplaudir entusiásticamente una nave como ésta en el escenario, el himno de los piratas, un reparto bien equilibrado, un simpático Idris (Berta Luna) y uno Por qué he llorado tan bien interpretado por la Blanca de Alexia Pascual y el Saïd de Jordi Garreta, una pareja que destila química.

'Mar i cel' (2024), en el Teatro Victoria.
'Mar i cel' (2024), en el Teatro Victoria.
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