BarcelonaYa sabéis, amigos y amigas, no hace falta mezclar deporte y política. Antes de un partido de la selección, suena un himno, pero no debe mezclarse con la política. El rey de España recibió la copa ya en el césped, pero no hacemos política. En la celebración en Madrid se canta varias veces "Gibraltar es español" y llegan a sentirse cánticos contra Catalunya. O haciendo burla de los musulmanes y los inmigrantes. Pero no es política. El deporte de selecciones representa a entidades políticas como los estados, pero resulta que no es política. Todo es política, amigos y amigas.
Lo que pasa es que cuando la política hecha con el deporte es la tuya, la normalizas. Si alguien hace contra lo que piensas, te ofendes. Funciona así. Seamos sinceros, muchos de los que se escandalizan por la poca educación de Dani Carvajal con Pedro Sánchez aplaudirían si un deportista hiciera lo mismo con el rey de España. Si Catalunya tuviera selección propia, seguro que una minoría de aficionados cantaría cánticos ofensivos. En la Eurocopa se ha visto. Serbios contra albaneses, croatas contra serbios, alemanes contra ingleses, ingleses contra escoceses, italianos contra croatas… Una Eurocopa, como un Mundial o unos Juegos Olímpicos, no deja de ser un gran espectáculo deportivo en el que compiten entidades políticas, que aprovechan la cita para potenciar sus intereses. Su nacionalismo.
Se trata de tomar partido. No puedes decir lo de "No hagas política con el deporte", hacerlo es ser ciego. O pedirlo, puesto que en el fondo, te gusta la política representada por una selección, un deportista o un torneo. En su libro Nacionalismo banal, Michael Billig escribe: "Sería un error suponer que el nacionalismo banal es benigno porque parece contener un aura de normalidad tranquilizadora, o porque parece que no tiene las pasiones violentas de la extrema derecha. Como señaló Hannah Arendt (1963) , la banalidad no es sinónimo de inocuidad".
Aquellos enojados si se decía que la selección española es una herramienta política hace poco, después se reían con los cánticos sobre Gibraltar. Si te gusta cómo se organiza el estado español ahora, está claro que puedes celebrar los logros deportivos, es igualmente lícito que no celebrarlos si no te sientes representado por ciertos símbolos. Pero no nos hacemos trampas al solitario, simulando que todo esto no es política. ¿O no se normaliza la presencia de un monarca no votado una y otra vez? Todo es política.