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Barça: dos días mirando vídeos de Eslovaquia de urgencia para jugar en Nápoles

El sorprendente cambio de entrenador en el club napolitano ha obligado al 'staff' de Xavi a preparar a contrarreloj y con incertidumbre el partido de Champions

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Sergio Alegría y Xavi Hernández, al inicio del entrenamiento del Barça en Nápoles

Enviado especial a NápolesAurelio di Laurentiis es uno de esos presidentes de club hecho a la antigua, autoritario en la gestión y populista en las formas. Nacido en Roma en 1949, pero hijo de una familia napolitana, este destacado productor de cine italiano se convirtió en el máximo accionista del Nápoles en el 2004, cuando el club quebró y cayó en la tercera división italiana. Su inversión sirvió para que el club tuviera estabilidad y pudiera regresar a la Serie A, donde recuperó progresivamente músculo deportivo. Se hizo un habitual en las plazas de Champions, ganó tres Copas y una Supercopa y el curso pasado se proclamó campeón del Scudetto, título que en la capital de la Campania no levantaban desde los tiempos de Diego Armando Maradona, el 1990.

El presidente que todo lo maneja es quien se atribuye todos los logros y quien no quiere oír hablar de fracasos. Polémico y supersticioso, decidió a 48 horas exactas para el inicio del partido entre su equipo y el Barça echar al entrenador. Un giro de guión digno de película que escapa a la lógica del fútbol. En un año de vacas flacas en Nápoles, era la segunda vez que cortaba la cabeza al técnico: Walter Mazzarri había cogido las riendas del equipo en noviembre en sustitución de Rudi García. Su sustituto es Francesco Calzona, un viejo conocido de los napolitanos, quien aprovechó la conferencia de prensa previa al duelo de Champions para presentarse en sociedad. Tan sólo disponía de un entrenamiento para preparar la ida de los octavos de final.

Calzona llega con el aval de haber sido segundo entrenador del Nápoles en dos etapas, la de Maurizio Sarri (2015-2018) y la de Spalletti (2021-22), hasta que recibió la llamada de Eslovaquia hace dos veranos. Ahora vuelve a casa, en tan precipitada decisión que se ha resuelto con una duplicidad de contrato. Continuará de seleccionador mientras firma un acuerdo por cuatro meses con el club. "Pocas cosas puedo cambiar en un día, pero algunas sí. Hemos empezado el proceso de aprendizaje", decía enigmático en la sala de prensa.

La noticia llegaba a Barcelona con un punto de incredulidad porque, si bien el conjunto azulgrana sabía que la crisis en Nápoles era insostenible, pensaban que De Laurentiis no tomaría todavía la decisión por la proximidad del partido de Champions. El relevo supone un percance para el cuerpo técnico azulgrana, que ha tenido dos días justos para preparar el nuevo partido. "Llevábamos días mirando los patrones de conducta del Nápoles, pero todo esto ha variado. Un entrenador nuevo aporta cosas nuevas y pretende una revolución, sobre todo cuando las cosas no van bien. Cuesta prever cómo planteará el partido. Por eso hemos cogido los partidos de Eslovaquia como referencia. Y también de la anterior etapa con el Nápoles", apuntan al ARA desde el vestuario.

Nápoles y Barça, dos equipos con bastantes puntos en común

Nápoles y Barça tienen bastantes puntos en común. Dos campeones de Liga que han perdido la efervescencia que les llevó al éxito. Aunque la situación es claramente peor en la capital de la Campania, porque no sólo está descartado para revalidar el título, sino que también tiene casi imposible obtener una plaza para la próxima edición de la Champions -es noveno, a 9 puntos del cuarto ya 27 del Inter, líder-. La marcha de Luciano Spalletti, que aceptó el cargo de seleccionador de Italia, supuso una catarsis que ni García ni Mazarri supieron reparar. "Nunca había pasado que el campeón del Scudetto tuviera tres entrenadores la temporada siguiente", destaca el periodista Salvatore Malfitano en La Gazetta dello Sport, que también ponía el acento en las formas del propietario: Aurelio Di Laurentiis lo anunció personalmente en una entrevista en Sky, antes incluso de que su propio club lo pudiera hacer oficial. "Es el ejemplo perfecto de cómo no debe gestionarse una situación de crisis", rematan fuentes de la cúpula deportiva azulgrana.

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