El Barça le recuerda a Europa que su corazón vuelve a latir
El equipo de Xavi supera al Nápoles (3-1) gracias a unos primeros veinte minutos de mucho nivel y, cuatro años después, vuelve a los cuartos de final de la Champions
BarcelonaEn la noche más señalada de la temporada, el corazón del Barça volvió a latir para recordarle a toda Europa que sigue vivo. En el regreso de los octavos de final de la Champions en Barcelona después de dos temporadas cayendo a la fase de grupos, el conjunto de Xavi Hernández supo disfrutar, sufrir y, sobre todo, luchar en los momentos más delicados por no dejarse sorprender por el Nápoles (3-1). Veinte minutos de mucho nivel, con goles de Fermín López y João Cancelo, y un ejercicio de resistencia clausurado con un tanto de Robert Lewandowski a pase de Sergi Roberto, sitúan a los azulgranas entre los ocho mejores equipos del continente.
Era el partido más importante del curso y el Barça estuvo a la altura. La puesta en escena de los azulgranas fue tan estimulante como lo requería la magnitud del duelo. Empujados por una afición que no falló en la cita, con un Montjuïc lleno a rebosar con 50.301 almas, los de Xavi salieron a morder bien, haciéndose un hartón de recuperar balones y, también, mareando a los italianos desde atrás con unos desplazamientos delicadísimos de Pau Cubarsí. Una vez más, el partido del central de diecisiete años, nacido en el pequeño municipio de Estanyol, merece una mención aparte. El pie y la mirada privilegiados de Cubarsí servían para abastecer a un Lamine Yamal con chispa a la derecha, y un intenso Raphinha por la izquierda. De por medio, Fermin López, se encargaba de quejar los carriles interiores de la defensa del Nápoles mientras Gündogan era quien bajaba a la base para acompañar a Christensen.
En los primeros minutos, todo funcionaba como un reloj suizo en un Barça con ritmo de Champions. La primera acción llegó con un disparo desviado por encima del larguero de Lamine Yamal, que recogió una buena triangulación en la frontal entre Gündogan, Lewandowski y Fermin. El centrocampista de veinte años, titular ante el alud de bajas en la medular del equipo de Xavi, tendría una nueva oportunidad poco después, pero su remate salió cruzado. Futbolistas experimentados como Lewandowski y Gündogan le reclamaban calma, pero Fermin es combustión y fe, mucha fe, porque también sería suya la última ocasión antes de abrir la lata. Un nuevo desplazamiento delicioso de Cubarsí acabó con el andaluz probando una vaselina que no halló portería.
Fermin López abre la lata
De tanto insistir, de tanto creer, Fermín encontraría su gol y Montjuïc estallaría de emoción. El equipo estaba haciendo un partido que la afición llevaba mucho esperando. Raphinha levantó la cabeza cuando tenía que hacerlo, conectó un pase zanja en el corazón del área que todos los seguidores del Barça siguieron milimétricamente con la mirada y Lewandowski, con una finta que valía medio gol, dejó pasar la pelota por la llegada de Fermín. Remate y cabeza dentro. El abrazo de todo el banquillo reveló una verdad que siempre acompañará al gobierno de Xavi como entrenador del Barça hasta que se despida a final de curso: siempre ha remate para que el vestuario sea una familia.
El gol fue una inyección de confianza tan alta que, sólo dos minutos después, João Cancelo firmó el segundo. Raphinha, protagonista de nuevo, remató al palo con la pierna derecha y el lateral portugués, con más alma de delantero que de defensor, entró como un cohete para no desperdiciar el rebote. El Barça lo creía. El Barça mandaba. El Barça degustaba una sensación que hacía tiempo que no experimentaba: sentirse mayor de nuevo.
El Nápoles empata antes del descanso
Pero la Champions, tozuda, le recordaría al conjunto azulgrana que, en ningún caso, tendría una noche plácida. Pese a que el Nápoles no es ni mucho menos el equipo que la pasada temporada ganó el campeonato italiano, ha recuperado instinto con el aterrizaje de Francesco Calzona. Con Osimhen secado por un Ronald Araujo que acabó con la ceja ensangrentada y un Pau Cubarsí que todo lo hace bien; y con Kvaratskhelia bien tapado por Kounde, sería un central quien volvería a poner a los napolitanos en el partido. Cuando los azulgranas se tomaron un momento de relajación y aflojaron en la presión alta, Politano encontró a Rrahmani en su excursión al área azulgrana.
Aquí empezó un nuevo partido, en el que el Barça tuvo que gestionar las emociones ante un Nápoles que empezó a creérselo. Xavi se quedaba afónico pidiendo calma, porque el gol rival instaló un poco los miedos y fantasmas a sus jugadores, que empezaban a caer en la precipitación. El Barça de los primeros veinte minutos ya no volvería más, pero sí se vio a un equipo con instinto de supervivencia, corazón y orgullo.
En la reanudación, el Nápoles dio el paso adelante que su partido pedía para no caer eliminado y Xavi cortó las alas a los italianos dando entrada a Romeu y Sergi Roberto. Decisión acertada, porque si bien el Barça no supo oler la sangre a los numerosos contragolpes que tuvo, sí cerró el partido con una pared preciosa entre Roberto y Gündogan que acabó con el gol final de Lewandowski. El capitán azulgrana, que volvía después de lesión, tiene más vidas que un gato. Xavi nunca ha perdido la fe y el de Reus le recompensó sirviendo una asistencia que fue un caramelo para el polaco. El gol fue una liberación, sólo interrumpida por un remate en el larguero de Kvaratskhelia a finales del partido.
La noche fue azulgrana. Cuatro años después, el Barça volverá a jugar los cuartos de final de la Champions. Respira al presidente Laporta, respiran Xavi y sus jugadores y respira una afición que merece más noches como esta.