Bobby Robson: el aficionado del Newcastle que no fue entendido en Barcelona
El exentrenador, que con quince años era minero, tiene una estatua en el campo del club del que fue aficionado toda su vida
Enviado especial a NewcastleNunca jugó en el Newcastle United. Y como técnico no ganó ningún título con ellos. Pero en la puerta del estadio donde debutará el Barça en la Champions te encuentras con una estatua suya. "Es una leyenda. ¿Sabes por qué razón? Era uno de los nuestros", dice Mark, aficionado del club. Bobby Robson, el hombre que entrenó en el Barça en tiempos complicados, es uno de los nombres más respetados entre los aficionados del primer rival azulgrana en la Champions. "Robson era hijo de mineros. Hizo de minero. Aquí casi todo el mundo tiene un familiar que bajó a las minas. Y era seguidor del Newcastle, pero jugó en otros clubs. A la gente de Newcastle nos daba rabia ver cómo triunfó como entrenador siempre lejos de casa. Y cuando finalmente vino, ya era muy mayor. Se dudó de él",. Bobby Robson hizo realidad su sueño de trabajar en el Newcastle en 1999, cuando le ofrecieron un salario bajo para hacerse cargo del equipo, entonces colista de la Premier. Aceptó. Y en el primer partido ya ganaron por 8-0 en el Sheffield Wednesday. En los cinco años que dirigió los magpies, hasta el 2004, clasificó al equipo dos veces por la Liga de Campeones.
Bobby Robson fue una de las figuras más respetadas del fútbol inglés. Lideró a la selección en el Mundial de 1990, cuando se quedaron al borde de la final. Consiguió que el modesto Ipswich Town ganara una Copa de la UEFA y alzó títulos con el PSV Eindhoven, el Oporto y el Barça, con José Mourinho de ayudante. Un periplo que había comenzado en el condado de Durham, en el sur de Newcastle. Un tren de apenas treinta minutos lleva hasta Durham, donde todavía se puede visitar el majestuoso edificio del sindicato de mineros del carbón en el que se organizaban huelgas. El padre de Robson llevaba a su hijo aquí a veces, a las asambleas. Ellos vivían en Langley Park, una pequeña población a unos 30 minutos a la que se llega con un bus que se va moviendo lentamente entre colinas y los restos de minas viejas.
Ésta fue una de las regiones mineras más grandes del mundo. En 2000 aquí cerró la última mina de carbón británica. Los mineros jubilados todavía se reúnen en la vieja sede del sindicato de Durham. "Bobby Robson fue minero. Cuando tenía quince años bajaba a la mina. Entonces ya era jugador de fútbol y era del Newcastle como mucha gente de aquí. Durham está a medio camino de Newcastle y Sunderland. Y ya sabes, estos equipos se odian. Pero la gente de Durham prefería al Newcastle por una sencilla razón, el tren ' minero de 76 años. "En Langley cerraron la mina tras un accidente en el que murieron 62 mineros en los años setenta. El padre ya estaba jubilado y Bobby ya era famoso. Ayudó con dinero a los familiares", añade. Todo el mundo tiene una anécdota con Robson o su padre, que bajó a las minas 51 años.
Bajar en la mina
Bobby parecía destinado a hacer lo mismo. "No sé a qué profundidad debíamos estar. Entre 600 y 900 metros, supongo. Tenía que gatear toda la longitud de un campo de fútbol a cuatro patas, cargando las herramientas por las galerías. Como mi padre, se marchaba de casa blanco y volvía negro", recordaba en su autobiografía Robson, que afirmaba que en la mina se hizo. Siempre fue votante laborista y en alguna ocasión intentó llevar a las minas a directivos y jugadores para ver si aprendían algo sobre la solidaridad y se quejaban menos. "Cuando estaba en el Ipswich Town llevé a la junta directiva a visitar un pozo en la zona carbonífera del sur de Derbyshire. No les gustó. Luego intenté llevar a una mina a los jugadores del Newcastle, pero solo logré llevarlos a un museo", decía.
A él el fútbol le salvó de ser minero. Jugó en el Langley Park Juniors, donde con quince años jugaba contra chicos de dieciocho años. Así fue descubierto por un vistaire que le recomendó al entrenador de Fulham de Londres. El entrenador del club condujo hasta Langley Park en 1950 y se lo llevó. Newcastle, que había enviado un observador dos veces para verlo, nunca presentó ninguna oferta. Así que Bobby pasó de un pueblo minero a un barrio elegante de Londres, pero sin olvidar sus raíces. Cuando tenía días libres volvía a casa y, en un baile en el centro parroquial de Durham, conocería a su futura mujer, Elsie. Estuvieron 54 años juntos. Robson triunfaría en el Fulham y el West Bromwich Albion, y llegaría a ser internacional.
Pero sus grandes logros llegarían como entrenador. Fue así como en 1996 fue el elegido para intentar pasar página después de Johan Cruyff. Robson, que llegó acompañado de un joven ayudante y traductor llamado José Mourinho que había conocido en Portugal, sufrió mucho. El barcelonismo estaba dividido entre admiradores de Cruyff y defensores del presidente Núñez y le llevaron la vida imposible. Se discutió su estilo de juego, aunque gracias al brasileño Ronaldo se marcaban muchos goles. El Barça ganó con él la Recopa de Europa ante el PSG (1-0) y la Copa del Rey ante el Betis en una final inolvidable en el estadio Santiago Bernabéu (3-2), copa en la que protagonizó la remontada épica en el Camp Nou ante el Atlético con un gol final de Pizzi (5-4). Pese a los éxitos deportivos, Louis van Gaal fue contratado para dirigir al Barça aprovechando que el equipo quedó segundo en la liga. Todo el mundo habló bien de él como persona. Se dijo que había sido un gentleman y que pudo levantar la voz más de una vez cuando veía que le hacían la cama. Su caso fue raro. Abandonó el equipo harto de las guerras internas del barcelonismo. Cuando estuvo en el banquillo, fue criticado. Y una vez se marchó, todo el mundo admitía que le había caído bien ese inglés. Él guardaba buenos recuerdos de Sitges, a donde fue volviendo. Del entorno azulgrana, no tanto.
Los últimos años de su vida los vivió en las afueras de Newcastle, luchando contra un cáncer. Su última aparición pública sería cinco días antes de su muerte: le sacaron en silla de ruedas para saludar antes de un partido en medio del campo. Robson pidió ser enterrado en el cementerio de Langley Park. En casa. En la tumba sólo pone "Sir Bobby Robson". No hace falta más, todo el mundo sabe quién era.