Hace un año, 462 compromisarios votaron las cuentas del ejercicio 22-23, que quedó aprobada. En el último dato del censo, que data del 30 de junio, el Barça contaba con 133.164 socios. Es decir: previsiblemente, quien acabará dando el veredicto sobre la gestión económica de Joan Laporta este sábado difícilmente llegará al 0,5% de la masa social. Las juntas directivas van pasando y, pese a las promesas electorales, nadie trabaja para mejorar la participación en la toma de decisiones importantes o la fiscalización de los gobiernos. Tampoco es que haya muchos socios que lo echen de menos, más allá de los cuatro gatos que se recogen entre grupos de opinión diversos y emiten comunicados pretendidamente tocanazos. Mientras, la gran mayoría no sabe distinguir a Bridgeburg de una marca de cafeteras de diseño.
Pese a que el ambiente esté anestesiado por la pelotita de Hansi Flick, los escasos militantes que se pasarán todo el sábado conectados a una pantalla tienen motivos suficientes para ponerle un semáforo rojo a la gestión de Laporta. No lo digo yo, lo dice el informe de los auditores. El Barça se ha adjudicado unas pérdidas de 91 millones que se derivan de una depreciación de la llamada palanca fantasma que se ha quedado a medio camino: la junta directiva no quiere reconocer que, si la parte que se ha intentado vender quiebramente de Barça Vision no vale 200 millones, la que ha conservado no puede costar 208. Por eso, el informe de Grant Thornton tiene excepciones y destaca: "No debería mantenerse esta valoración". Esto, como mínimo, debería interpretarse como un llamamiento a reformular las cuentas y, como Laporta no ha querido hacerlo, sólo será posible si los compromisarios dicen lo suficiente.
La junta mantiene, sin ninguna empresa auditora que ahora mismo lo sostenga, que el valor del negocio intangible de metaverso, NFT y tokens puede llegar a crecer, incluso, más allá de los 408 millones. Los nuevos compañeros de viaje que lo demostrarán poniendo dinero están al caer. Como es habitual, los actos de fe que reclaman desde el palco chocan con la realidad. Desde que se creó la sociedad Bridgeburg Invest, no ha habido hasta ahora ningún plan de negocio y en este último ejercicio ha facturado poco más de 74.000 euros. El paso del tiempo y la paciencia de los socios determinarán si esta operación de ingeniería financiera para sacar ingresos de un sombrero de copa fue una genialidad o una de las peores decisiones económicas de la historia reciente del Barça. De momento, empieza a tomar fuerza la segunda opción.