BarcelonaEl caso de Dani Olmo es paradigmático del modus operandi de Joan Laporta: primero, hinchamos el globo (lo que sea) con optimismo… y después, ya intentaremos que no nos estalle en la cara. Mientras venía humo con Nico Williams, pagó el traspaso del de Terrassa sin tener la capacidad económica para garantizar nunca su inscripción: ni en agosto, ni cuando sonaban las doce campanadas y expiraba su vínculo provisional como si fuera la Cenicienta. En 2025 ha comenzado con el único fichaje del verano libre para negociar con cualquier club que le ofrezca la seguridad de que el Barça le ha negado siempre. Menos mal que la profesionalidad de Olmo es mucho mayor que la demostrada por Laporta: "Este verano no hemos vuelto a la regla del 1-1 del fair play porque no hemos querido, y en octubre estará todo solucionado". Claro que sí. ¡Empiece el cava, presidente!
La estrategia del Barça para conseguir inscribir a Olmo y al pobre Pau Víctor, aunque se olvide también el mismo club, ha sido un despropósito desde el primer minuto. Mientras se agotaba el verano sin haber cerrado la operación con Nike y el amigo Darren Dein, y con el fantasma de Barça Vision muy presente, fue necesaria la baja de larga duración de Christensen para salvar los muebles. Olmo ya se había perdido las dos primeras jornadas de Liga y tuvo que adaptar su contrato a un escenario inédito. Desde entonces, el Barça siempre pregonó que tenía la situación controlada con inversores que estaban al caer, pero lo cierto es que intentaba conseguirlo en los tribunales con unos argumentos de poca monta que dos jueces tumbaron sin despeinarse . Todavía suerte que Ter Stegen también se lesionó, porque si no… ¿qué se habría inventado, presidente?
El temido 31 de diciembre se desvaneció sin el dinero necesario en la caja, que llegará –dicen desde el club– en las próximas horas. La Liga, esta vez, no quiso tragar otro sapo como el de Libero porque ya habría sido escandaloso. Llegados a este mal tragicomedia, ahora Laporta pide un nuevo acto de fe a los feligreses en una prórroga imaginaria. Cree que la Federación debe darles unas nuevas licencias para Olmo y Pau Víctor a pesar de que el reglamento diga que no se puede hacer. Gana tiempo para que vayan entrando millones de Qatar –¡sí, Qatar!– a cambio de la venta de asientos vip del Camp Nou. Que el presente se esté zampando el futuro no le importa a nadie. La película aún no ha terminado, pero el ridículo ya es espantoso. ¿No se le atragantó ningún grano de uva, presidente?