Gerard Piqué: futbolista profesional, conseguidor obcecado
El central del Barça lleva años combinando el deporte de primer nivel con una vida empresarial frenética, dinámica y lúdica
BarcelonaEspaña se ha echado las manos a la cabeza con Gerard Piqué. La publicación en el Confidencial de unos audios filtrados desde el teléfono móvil del presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, en los que se lo escucha hablar con el central del Barça sobre el negocio de la Supercopa en Arabia Saudí, la plaza vacante en la Segunda B o la convocatoria olímpica para Tokio, ha provocado todo tipo de reacciones, también del propio protagonista. Lo que más críticas causa es el conflicto de interés que puede suponer que un jugador en activo tenga un papel tan eminente en la toma de decisiones, sobre todo cuando estas afectan a las competiciones en las que participa con el club que le paga el sueldo –el Barça– y el que posee –el Andorra–. Las notas de voz sustraídas enseñan el espíritu emprendedor de Piqué y su capacidad para convencer al interlocutor, dos calidades que lleva muchos años exprimiendo gracias a un olfato privilegiado y a la posición de poder que le proporciona ser una estrella mediática.
"O él se come la vida o la vida se lo come a él". Así habla de Piqué una persona que ha convivido en el vestuario del Barça durante unos cuantos años. El barcelonés, que en febrero cumplió 35 años, es una rara avis en el mundo del fútbol. A diferencia de los otros jugadores millonarios, que delegan a terceros la gestión de su patrimonio, él sabe combinar el día a día como deportista de primer nivel con una vida empresarial frenética, en constante redefinición y con un componente lúdico asociado al hecho de saber que la cuenta bancaria compensará sus errores. Sobre esta almohada económica se permitió el lujo de cerrar con pérdidas millonarias Kerad Games, la empresa de videojuegos que fundó en 2012, o de asumir el fracaso de la hamburguesería Yours!, proyecto derivado de una inversión previa en carne de ternera de la Vall d'en Bas (Girona). "No hago todo esto por dinero. Me he ganado bien la vida y podría estar estirado en el sofá sin hacer nada", suele decir cuando le preguntan por su vertiente emprendedora. En efecto, Piqué se toma los negocios que hace –ahora bajo el paraguas del holding Kosmos– como un juego de riesgo, con el mismo espíritu que lo podía llevar a perder miles de euros y unas cuantas horas de sueño cuando apostaba en partidos de la NBA o a ganar timbas de póquer en el Casino de Barcelona.
Carismático por naturaleza, el central azulgrana se implica en primera persona en sus negocios para que le vayan bien. En este contexto se enmarca el acuerdo para llevar la Supercopa de España a Arabia Saudí, por el que Kosmos se embolsa 24 millones a repartir en seis años, pero sobre todo las conversaciones posteriores con Rubiales, primero para pedirle ayuda para participar en los Juegos Olímpicos y después para que el Andorra tuviera un grupo más sencillo en la Segunda B. "Más que un empresario es un conseguidor", explica al ARA una fuente próxima al vestuario del Barça, donde hasta hace poco se preferían perfiles más discretos que el de Piqué para llevar la capitanía, un honor que el central no recogió hasta diez años después de su regreso. Aun así, llevar el brazalete no lo ha disuadido de seguir moviendo hilos fuera de los terrenos de juego. En 2019 cerró un acuerdo para explotar la Copa Davis durante los próximos 25 años a cambio de 2.600 millones. Y en 2020, en virtud de la buena relación que tejió con Isabel Díaz Ayuso a raíz de la organización del torneo de tenis en Madrid, medió para que se transportaran 32 millones de mascarillas desde China hasta la capital española en el pico de la pandemia. Lo hizo a cambio de nada tangible.
Negocios en su casa
Pero Piqué también ha hecho de conseguidor en su casa. Para empezar, si el Barça lleva a Rakuten en la camiseta desde 2016 es gracias a él. La agenda del central facilitó que la junta de Josep Maria Bartomeu encontrara una alternativa en los petrodólares de Catar para patrocinar al Barça. Fue Piqué quien convenció a Hiroshi Mikitani, dueño del gigante japonés de comercio digital, para que invirtiera en el club catalán. El jugador no cobró por la mediación, pero se supo fuerte para negociar con Bartomeu un contrato profesional hasta 2022 a razón de 28 millones brutos anuales entre fijos, pluses y variables, sin contar una prima de fin de etapa.
De la alianza con Rakuten también obtuvo la coproducción del documental Matchday con Kosmos, que meses antes había producido La decisión, la pieza que Griezmann usó para rechazar ir al Barça. A pesar de su malestar por el caso Barçagate, Piqué también se entendió con Bartomeu en octubre de 2020, en pandemia, para espaciar los pagos de su contrato hasta 2024, de espaldas a la negociación colectiva con los otros pesos pesados del vestuario. En cambio, no consiguió que el exdirigente lo aceptara como comprador de una parte del Barça Corporate. Iba en contra del código ético. Lo que sí que pudo hacer por aquellas fechas fue reclutar al doctor Ricard Pruna, que había sufrido un acoso laboral en el Barça, para su Andorra. Meses después también ficharía por la entidad del Principado el segundo de Quique Setién, Eder Sarabia. Ciruela volvería al Camp Nou de la mano de Xavi. Y Piqué sigue interesado en el Barça Corporate, que sigue a la espera de encontrar accionistas minoritarios.
Con Joan Laporta en la presidencia, el central sigue teniendo línea directa con la toma de decisiones. Así lo demuestra el hecho de que negociara antes que nadie con el mandatario la rebaja salarial que hizo falta para, ya con Lionel Messi fuera del Camp Nou, poder inscribir a Memphis y Eric Garcia en la Liga. Su ascendiente en los despachos hace que su representante, Arturo Canales, sea bien recibido a la hora de negociar renovaciones sui generis como la de Umtiti, de proteger a futbolistas como Riqui Puig o de asegurarse fichajes como el de Pablo Torre. "Piqué y Canales tienen mucha influencia en el día a día del Barça", asegura al ARA una fuente que sabe cómo se está funcionando en el club. De esta sintonía dependerá la calendarización de los pagos aplazados al central, que para el curso 22/23 superan con creces los 50 millones de euros. Porque el futbolista conseguidor por excelencia también es el defensa más bien pagado del mundo.