El Barça deja pasar una oportunidad para sentenciar la Liga

BarcelonaNo todos los días puede ser fiesta mayor. El barcelonismo parecía estar listo para ver un triunfo que podía dejar la Liga medio vista para sentencia, pero el Betis se encargó de echar agua al vino azulgrana llevándose un empate que tampoco es un accidente grave. Pinchar con un Betis en buena racha de resultados es una posibilidad, pero después de ver cómo el Madrid se dejaba media Liga en casa con el Valencia, el barcelonismo acabó con la sensación de haber dejado aún vivo al equipo de Ancelotti. Y ya sabemos que, con el Madrid, cuanto antes le dejes fuera de combate, mejor.

El mandato innegociable del Gavi más fiel: los apuntes en caliente del Barça-Betis

Lo que iba a ser una fiesta había empezado unas horas antes con el gol de Hugo Duro en el Santiago Bernabéu. El barcelonismo enfilaba el camino del estadio de Montjuïc, feliz. La primavera ha llegado, el sol brillaba y el Madrid había tropezado y les había dejado vía libre hacia Canaletes. Un sábado redondo, vamos. Y, cuando Gavi marcó el primer gol azulgrana, todo parecía el guión de una de esas películas románticas azucaradas en las que todo va bien. El estadio, que muchas veces parece más un viaje de fin de curso con turistas felices, iba celebrando el juego del equipo de Flick. Pero había una grieta, en ese escenario tan bonito: el Betis. Sin practicar el juego alegre de otros días, el equipo de Pellegrini logró empatar con un gol de cabeza de Natan, que Szczesny se tragó. Tocaría picar piedra, para derrotar a los sevillanos.

Para el Betis parecía válido volver a casa con un punto, con un planteamiento defensivo en el que iba intentando conectar con Antony y Cucho Hernández a la contra. Sin embargo, la mayor parte de veces se quedaron con un palmo de nariz. El Barça tenía el timón del partido, con buena presión tras pérdida, con Cubarsí atento para levantar un peaje que necesitaban y largas posesiones. Pero no era el Barça alegre de otras veces, ese equipo eléctrico que se come la moral de los adversarios. Era un Barça algo más lento, quién sabe si por cansancio después del partido de Copa de Madrid, por los méritos del Betis o por algo de indolencia. O algo de todo. Como en otras ocasiones, Lewandowski parecía un náufrago solitario, desconectado de sus rivales, esperando su momento. El polaco a veces parece uno de esos depredadores que pueden estar escondidos detrás de unos arbustos horas esperando el momento para dar el salto y morder. Es su forma de entender el juego, viviendo siempre en zona enemiga. Pero sin Raphinha, el Barça no acababa de sentirse cómodo, como cuando estrenas unos zapatos. Ferran jugaba a un lado y Lamine Yamal hacía de las suyas a la otra, con Pedri y Gavi ayudante. Gavi era la gran novedad y de hecho, fue el autor del primer gol con una bonita asistencia de Ferran, en ese inicio de partido en el que parecía que todo sería coser y cantar. El centrocampista no quiso celebrar el gol, ya que de pequeño había jugado en el Betis, pero sí quiso abrazarse con Flick. El alemán se ha ganado la complicidad de casi todos los jugadores, creando un bloque muy unido que dominó todo el partido. Ante el Betis no fue como en otros partidos de este año en los que el equipo muerde y juega a un ritmo muy alto. Parecía más un Barça del pasado, ese que tenía posesiones eternas, como si estuvieran jugando a balonmano.

Flick lo entendió y movió pieza muy deprisa, haciendo entrar a Eric Garcia por un De Jong que no tenía el día, y Raphinha por Ferran. Esperaba recuperar ritmo con el brasileño, que puede ser toda una carcoma, y ​​mejorar la circulación de balón, porque Gavi se iba apagando después de un buen primer tiempo y Pedri tenía siempre encima a dos jugadores rivales. El canario, cansado –ya que suele jugarlo todo– acabaría sustituido por un Flick que se rompía el caparazón para saber cómo abrir la defensa de los rivales. Había que sumar, además, que por un día, Lamine Yamal parecía sólo un buen jugador. Cuando el joven de Mataró no acaba de tener el día, sigue siendo un pedazo de futbolista, pero el Barça necesitaba un héroe para desbloquear un partido que pudo ganar Kounde cuando se quedó solo ante Adrián, en uno de los pocos errores defensivos béticos. Pero el francés no es Lewandowski y Adrián salvó el disparo con un gran estirón.

El partido entraba en aquella fase en la que el reloj pasa a ser tu enemigo. Tampoco se trataba de volverse loco, ya que sumando un punto igualmente te escapabas a cuatro puntos del Madrid, pero todo el mundo sabía que había que aprovechar el regalo del Valencia. El portero del Betis cada vez tardaba más en sacar desde la portería, Raphinha intentaba encontrar el apoyo de los aficionados y Lewandowski no salía ni chutando de falta, ni saltando, ni chocando con Marc Bartra. No, no fue el día. De ocasiones claras, más allá de aquella de Kounde, pocas. Muchos centros, aproximaciones y nada más. Al final incluso el Betis asustó con dos aproximaciones cuando el Barça ya no podía ni decir. En lugar de dar un gran paso adelante, tocó dar uno pequeño justo antes del regreso de la Champions. Un pequeño accidente que duele menos que el del Madrid.