BarcelonaEl espectacular clásico de Liga estuvo cargado de jugadas controvertidas que condicionaron, y cómo, el resultado del partido. El VAR, capitaneado por el valenciano Martínez Munuera, se erigió en el peor enemigo de Alejandro Hernández Hernández.
El canario supo cortar de pura cepa la agresividad de los jugadores blancos y, a diferencia de Szymon Marciniak en Milán, logró proteger el espectáculo aplicando un criterio disciplinario estricto. Sin embargo, el alud de polémicas desprestigio su actuación.
Hernández Hernández sólo tardó 5 minutos en tomar su primera gran decisión: penal por el atropello de Szczęsny en Mbappé. El Barça protestó que el ex del PSG recibió el balón en posición de fuera de juego, pero el equipo arbitral interpretó que el rechace de Cubarsí era voluntario y, por tanto, daba validez a la acción.
Minutos más tarde, el Madrid anotó el 0-2. Un gol precedido por una pisada sobre Lamine Yamal en el origen de la jugada. Una infracción difícil de ver sobre el terreno de juego, pero que debería haberse detectado desde la sala VOR. No fue así. Minutos más tarde, el VARman tampoco fue capaz de ver unas manos de Frenkie de Jong en el inicio del ataque azulgrana que acabó con el empate a 2. De nuevo, el canario no contó con la ayuda de su compañero para invalidar el gol.
En el minuto 36 se produjo la decisión más comprometida: Ferran Torres se deslizaba por la izquierda del ataque y, justo cuando estaba a punto de entrar en el área, Tchouaméni le tiró al suelo. Hernández decidió amonestarle al considerar que estaba algo escorado y aún lejos de la portería de Courtois, pero también había motivos para peritar la acción como ocasión manifiesta de gol, ya que el jugador madridista era el último defensa y Ferran tenía la bola controlada. El árbitro principal eligió la opción más conservadora, pensando que en un partido tan mediático era mejor nadar y guardar sus ropas.
El primer tramo de la segunda parte transcurrió sin demasiados sobresaltos. El internacional mantenía su excelente criterio en la señalización de faltas y tarjetas y gestionaba el partido con discreción y seguridad. La calma acabó cuando Tchouaméni interceptó un disparo de Ferran con el brazo. Martínez Munuera, en una pésima intervención, recomendó la revisión en el monitor. El árbitro principal demostró su personalidad y con muy buen criterio, mantuvo la decisión tomada en el terreno de juego porque el brazo del madridista está en dirección al suelo, cercano a su cuerpo y en una posición natural.
Por último, el VAR volvió a intervenir en el 5-3 de Fermín. El andaluz tocó el balón con la mano al inicio de la jugada, pero era involuntario y no podía evitarlo. En este caso, aunque Fermín es el jugador que acaba marcando, no lo hace de forma inmediata. Además, es necesario que la mano sea punible para anular el gol. Por si fuera poco, en los audios del VAR facilitados por la RFEF se escucha un "menos malque ha desatado la indignación entre la afición culé.
Hernández Hernández se enfrentó a un partido de un grado de dificultad altísimo, pero fue capaz de tomar decisiones valientes y coherentes. mano, a Hernández Hernández le puso la mano en el cuello.