Barça

Piqué, Busquets y la quimera de los 400 millones

El Barça asume que el reajuste de la masa salarial del primer equipo será lento y progresivo

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Gerard Piquè y Sergio Busquets

BarcelonaLa cuarta palanca económica servida por Jaume Roures permitió al Barça inscribir seis fichas a tiempo para el debut liguero contra el Rayo Vallecano. El hito se celebró como un milagro en los despachos del Camp Nou, donde se temía seriamente para no llegar a tiempo al registro de Robert Lewandowski, Ousmane Dembélé o Raphinha Dias, que formarían el tridente inicial ante el conjunto madrileño. El trabajo, sin embargo, no se pudo hacer completa, puesto que Jules Koundé tuvo que quedarse fuera de la lista y tampoco se han podido computar en la masa salarial actual las nuevas condiciones de Ronald Araújo y el nuevo contrato de Gavi, que todavía está por firmar a pesar de que pareciera que el único motivo que lo impedía era la minoría de edad del futbolista: ahora el andaluz ya tiene 18 años. Además, el fichaje de Marcos Alonso espera en el congelador (el madrileño ya no se entrena con el Chelsea) y el club peina el mercado para incorporar un lateral derecho.

En definitiva, todavía hay deberes por hacer y el único camino para presentarlos antes del 1 de septiembre pide avanzar con las salidas y con las adecuaciones salariales. Ya no hay más palancas por activar: la de BLM se guardará para cuando la maquinaria esté más engrasada. Y en la junta asumen que el gasto anual del primer equipo no se podrá rebajar hasta las ratios deseadas. No este verano.

De todo lo que hay por resolver, lo que urge más a corto plazo es el registro de Koundé. La cuarta palanca cubría solo a medias los aproximadamente 20 millones que necesita la inscripción del central francés entre salario bruto y amortización, de forma que la gestión no se completó porque fue imposible cerrar acuerdo alguno de diferimiento o rebaja con Sergio Busquets y Gerard Piqué antes del debut en la Liga. Ahora, pasadas las prisas de la primera jornada, las conversaciones con los dos capitanes continúan paradas, que no rotas, y las partes esperan retomarlas.

La reformulación relativa al primer capitán está afectada por su determinación a irse del Barça el verano que viene. Busquets acepta otro diferimiento —el cuarto sobre el mismo contrato— renovando hasta el 2024 o el 2025, pero quiere asegurarse una cláusula para romperlo en junio del 2023, que es cuando planea irse a Estados Unidos. El vallesano accede a repartir los casi 50 millones brutos que le debe de el club entre sueldo y aplazamientos, ya no le va de ahí. El problema es que la Liga conoce sus intenciones y no da luz verde a un contrato que sabe que se acabará en 2023 aunque ahora se firmen dos cursos más. Debido a esta interpretación, la patronal no dejaría de computar la cantidad diferida como masa salarial de la presente campaña. Por lo tanto, Barça y Busquets buscarán otra solución para ayudar con el fair play financiero e incluso no descartan que haya alguna renuncia económica por parte del jugador, que el domingo no jugará en Anoeta por sanción.

Una mochila demasiado pesada

Mientras tanto, con Piqué reina el mutismo sobre los motivos que han paralizado la negociación de una rebaja salarial que estaba apalabrada hace una semana. "Hemos de seguir hablando", argumentan desde el área deportiva. "Es una cuestión de dinero, no de barcelonismo", dejan ver desde el área económica. "Con la cuarta palanca ya no era tan necesario que se bajara el sueldo", resuelven desde otro punto de las oficinas azulgranas. Pocas explicaciones para entender por qué el defensa tenía el pasado miércoles un nuevo contrato a la baja a punto para firmar hasta el 2024 y, un día y medio después, mientras se avanzaba en la cuarta palanca con Jaume Roures, las conversas quedaban en punto muerto. La única realidad en estos momentos es que Piqué sigue teniendo programados 52 millones de euros brutos por cobrar esta temporada en concepto de la ficha y de los diferimientos varios que pactó primero con Bartomeu y más tarde con Laporta. No hay ningún jugador en la plantilla más caro que él. Y no parece que partir como quinto central en los planes del entrenador le lleve a repensarse su continuidad. En el Inter de Miami, una de las ciudades donde Shakira valora vivir con sus hijos, no lo esperan a corto plazo.

Como los contratos heredados seguirán impactando en las cuentas hasta el 2024 y el 2025, en la junta del Barça tienen muy claro que no se podrá cumplir la previsión de rebajar la masa salarial hasta los 400 millones que existía a principios del verano, antes de que se activaran las palancas. De hecho, en estos momentos, la factura supera los 600 millones después de las llegadas de Lewandowski y compañía y podría irse por encima de los 670, la última cifra que previó Bartomeu antes del covid. Esto no disuade al gobierno Laporta de perseguir el objetivo de los 400 millones. Irá a buscarlo cuando vayan finalizando los acuerdos con los capitanes y con Ter Stegen. A De Jong y Lenglet (cedido ahora) espera liquidarlos en forma de traspaso antes de la fecha de caducidad de los contratos.

Con Jordi Alba, por cierto, el club no ha iniciado por ahora ninguna conversación para redefinir su contrato. Él está dispuesto a espaciar cantidades.

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