Barça

Pros y contras del regreso anticipado en el Camp Nou

La facturación y el placer de volver a casa compensan a medias las incomodidades de jugar en un estadio en obras y al 50% de su capacidad

Raphinha, acercándose al córner en el regreso del Barça al Camp Nou contra el Athletic Club
28/11/2025
4 min

BarcelonaEl regreso del Barça al Camp Nou fue tan precipitado que los operarios no tuvieron tiempo de tomar nada del Estadi Olímpic Lluís Companys. No ha sido hasta esta semana que han comenzado las tareas para llevarse todo lo que pertenece al club azulgrana, desde los turnos de acceso hasta el mobiliario de las salas de reuniones y espacios vip. El club se prepara para convivir, por lo menos durante dos años, entre grúas, operarios y accesos provisionales. Y, al mismo tiempo, para empezar a explotar los recursos económicos que generan las nuevas instalaciones, aunque no será hasta que esté terminado que podrá aspirar a facturar los 350 millones previstos. Un dinero que, como es bien sabido, servirá en buena parte para devolver el crédito de casi 1.500 millones que se gestionó a través de Goldman Sachs y JP Morgan.

Dejar de pagar el alquiler de Montjuïc y centrarse sólo en facturar dinero en el Camp Nou era el principal motivo para avanzar el regreso, aunque el aforo fuera parcial, de 45.000 asientos. Pero esto tiene una gran desventaja, la remodelación se alargará aún más. Un 25%, según admitía Joan Sentelles, el jefe de operaciones del club. A modo de ejemplo, el Barça jugó el pasado sábado contra el Athletic Club y, por tanto, las grúas estaban paradas. El domingo era festivo y esta semana tan sólo se ha podido trabajar con relativa normalidad de lunes a jueves. Este viernes los operarios dedican buena parte de la jornada a ordenar el material y habilitar los accesos para que el sábado vuelva a rodar el balón contra el Alavés. Como el martes de la semana siguiente el Atlético de Madrid visita el estadio, poco se podrá hacer el lunes. Y así sucesivamente.

Con este retraso adicional no se puede garantizar que a principios de la temporada 26-27 estén terminadas y operativas al 100% el doble eslabón de lonjas vip y la tercera gradería. Pero la directiva, que tiene en mente la cuenta de resultados, prioriza la facturación de este curso, que debería acabar con al menos 225 millones de ingresos en concepto estadio –contando Montjuïc y Camp Nou–, 50 más que el año pasado, disputado íntegramente en Lluís Companys.

Las entradas a precios desmedidos, un peaje que la junta acepta pagar

Pero para llegar a estas cifras es necesario pagar un coste social elevado. La mayoría de los 84.000 abonos están en excedencia y la junta ha hecho lugar a un máximo de 24.000 socios, priorizando a los que apoyaron al equipo en Montjuïc. Descontando los compromisos del club, quedan unas 18.000 entradas a la venta con precios elevadísimos. Contra el Athletic Club iban de los 199 a los 589 euros. Con el Alavés, que ya no habrá efecto estreno, van de los 109 a los 329. Los socios tienen prioridad en la compra y un 20% de descuento, pero al final quien compra masivamente los tickets son los turistas. La junta no esconde que esa decisión, impopular, es necesaria para que cuadren los números. Y, de momento, cuadran: el estreno supuso más de 6 millones de ingresos y con el Alavés deben ser más de 4 millones.

Los abonados recuperarán su asiento cuando el aforo llegue a los 105.000 espectadores, a finales del 2026. Será entonces cuando el ambiente en el estadio será mayoritariamente azulgrana. Mientras, se tendrá que convivir con un estadio apagado, con muchos momentos de silencio y poco ambiente en unas gradas incompletas: aparte de la tercera, tampoco se puede utilizar la zona inferior del gol norte hasta que llegue la licencia 1c, probablemente después de fiestas.

En el área deportiva explican que los jugadores agradecieron volver al Camp Nou, estadio donde muchos aún no habían jugado. Que su vestuario no esté terminado y tuvieran que cambiarse en uno de los dos que hay para los rivales fue tan sólo una anécdota. Les gustó la sensación de tener a la afición cerca, y no separada por una pista de atletismo. Pero, salvo los cuatro goles anotados, se echó de menos ambiente. A la presencia masiva de un público ocasional que no necesariamente viene a animar al Barça se juntaba la ausencia de seguidores en el Espai d'Animació. Eliminada la que había, el club creaba el Gol 1957, una especie de grada joven que se situará en la parte baja del gol sur. Pero el proyecto está muy verde y faltan meses para que estos aficionados, que tendrán la misión de llenar de sonido el estadio, ocupen sus puestos. Por el momento los asientos están tapados por unas lonas gigantes.

La experiencia de los socios no será completa hasta que se hayan terminado las obras

Dejando a un lado la majestuosidad de la obra, algunos socios de toda la vida se llevaron una decepción con los acabados, como escaleras, barandillas o pasillos, que les parecían impersonales. Algunos de estos espacios mejorarán cuando el estadio esté hecho del todo. Pero muchos se quedarán así, puesto que los constructores han priorizado la funcionalidad a la estética en zonas interiores. Al igual que en los lavabos, que han cambiado las paredes de ladrillo por separadores de madera prensada. Y los inodoros y urinarios, antes cerámicos, han pasado a ser de acero inoxidable. Visualmente, no son tan atractivos, pero sirven igual y cuestan más de dañarse. Algunos encontraron que los accesos eran caóticos, algo que también se alargará porque, con las obras en marcha, habrá que hacer algunos zigzags de forma provisional. Aparte de que muchas puertas han cambiado de nombre y de número. Muchos ascensores no estarán operativos hasta dentro de un tiempo y la oferta de restauración se reduce a bocadillos fríos, ya que no está permitido todavía el uso de planchas ni freidoras para hornear alimentos.

Uno de los comentarios más recurrentes en el estreno del sábado es que los asientos eran más estrechos, sobre todo en la primera gradería. Es el peaje de adaptarse a la normativa vigente, ya que las escaleras deben ser más anchas, pero no quiere renunciarse al aforo. Dejando a un lado esto, la sensación es que las gradas habían "cambiado poco". Una percepción que se mantendrá hasta que la cubierta esté instalada. En ese momento, mejorará la megafonía y se instalará el sistema de iluminación definitivo, aunque contra el Athletic ya se hizo una pequeña cata del espectáculo de luces que ofrecerá el nuevo Camp Nou. También habrá que esperar para las pantallas gigantes y de momento el público deberá conformarse con el marcador electrónico que ocupa toda la barandilla de la segunda gradería. Tiempo al tiempo.

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