BarcelonaPermítanme ser un poco malo. Cuando miras a este Barça lleno de caras jóvenes y después piensas en jugadores como Lewandowski o Iñigo Martínez, parecen los abuelos de la plantilla. Permítanme jugar con la palabra abuelo, ya que un servidor es aún mayor que Lewandowski e Iñigo Martínez, y acepto ser llamado así. Hay que reírse de uno mismo, siempre. Este artículo, de hecho, no quiere hacer otra cosa que alabar a los veteranos de la plantilla. Pasan las semanas y el Barça de Flick sigue elevándose, ganando y agradando, engordando los sueños de sus aficionados. Un equipo que golea y contagia alegría. Y donde, como es normal, la mayor parte de los elogios se los llevan estos jóvenes que han demostrado de nuevo en todo el mundo que en La Masia se forman los mejores futbolistas.
Un equipo con Lamine y Cubarsí convertidos en puntales, cuando aún son menores de edad. Con Pedri, Casadó, Fermín y Balde enamorando, con 21 añitos. Con Gavi listo para volver a ser titular si fuera necesario, con 20 años. Y otros chicos de la casa en el banquillo. Cuesta recordar a un equipo tan joven jugando a un nivel como éste, así que, una y otra vez, alabamos a la juventud del Barça. Pero qué sería de este equipo, sin los suyos abuelos? Explicaba Pedri estos días que Flick castiga a los jugadores que llegan tarde a los entrenamientos o charlas sin hacerles jugar, como le ocurrió un día en Kounde. Es necesario encontrar el equilibrio entre disciplina y buen ambiente, en un vestuario. Y aquí es clave el papel de los veteranos. Si los jóvenes comparten vestuario con veteranos extremadamente profesionales, es un buen ejemplo. Los jugadores con más experiencia, Lewandowski, Iñigo y Ter Stegen, son jugadores conocidos por cuidarse mucho, por trabajar fuerte, por ser disciplinados, sin hacer hablar por escándalos en su vida privada. Los ejemplos necesarios en un vestuario. Son perfeccionistas y críticos, como el defensa vasco evidenció tras el partido de Belgrado, cabreado por haber concedido un segundo gol. Raphinha también tiene esta ética de trabajo, pero además es bastante joven.
No se puede entender a este Barça sin sus abuelos. Y uso esta palabra con todo el amor posible, ¿por qué qué sería del club sin los abuelos? Los abuelos y abuelas que han transmitido la pasión a hijos y nietos, que han hecho con sus manos bufandas azulgranas de lana y han mostrado viejas fotos de Kubala. Los abuelos, como ese dibujo de Valentí Castanys para representar al barcelonismo. El éxito del Barça está en eso: en una estatua del abuelo junto a la vieja Masia: experiencia y juventud trabajando juntos.