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Los testimonios de dos africanos que emocionaron a la Masia del Barça

Dentro del Mes de la Diversidad, el Barça invitó a Tchacka Doumbia y Roland Fosso a impartir una charla con los residentes del centro de formación

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Tchatka Doumbià y Roland Fosso, impartiendo una charla a los jóvenes de la Masía del Barça

BarcelonaTchatka y Roland no se conocían antes. Este jueves, cuando el sol empezaba a ponerse, se encontraron por primera vez en las puertas de la Masia del Barça. "No me puedo creer que esté aquí", decía Tchatka, visiblemente emocionado. Roland, camerunés, preguntó enseguida a Tchakta, malí, cuál era su historia: "¿Valla o agua?" En el caso de Tchatka, agua. Es decir, llegó a España cruzando el Estreco con una patera. "Yo, valla", explicaría Roland, mostrando las cicatrices correspondientes. "Todos los que hemos saltado la valla, tenemos heridas así".

Las historias de Roland y Tchakta pueden parecer similares, pero una vez los escuchas, descubres que son diferentes. Ahora, los dos tienen clara una cosa: la suerte existe. "Si alguien dice que la suerte no existe, me levanto y me marcho. Y tanto que hace falta suerte en la vida. Mira nosotros. Otros han muerto en el camino hacia Europa por una cuestión de suerte. Nosotros no", decía Tchatka antes de hablar con todos los jóvenes residentes en la Masia. "¿Creéis que estos chicos y chicas saben la suerte que tienen?", les preguntamos. "Sí, sí que lo saben. Y, si no lo saben, ya me encargaré yo de que lo tengan claro", respondía con seguridad Roland. Los dos se hicieron escuchar y emocionaron a los residentes en el Centro de formación Oriol Tort en una charla con el periodista Lu Martin. La noche del jueves fue diferente en la Masia.

Tchatka Doumbià y Roland Fosso impartiendo una charla a los jóvenes de la Masia del Barça.

El Barça celebra estos días el Mes Europeo de la Diversidad, con diferentes actividades orientadas a sensibilizar la sociedad, potenciar espacios de reflexión y construir un Barça más diverso. Impulsadas por el área de diversidad e inclusión, se ha hablado de muchos temas: desde el lenguaje inclusivo hasta los valores presentes en charlas como la de Tchatka y Roland, titulada El deporte como medio para la integración social, con la colaboración de la fundación privada El Putxet y el Casal dels Infants del Raval, donde Tchatka es voluntario.

Roland Fosso, nacido en Camerún en 1985, decidió irse de casa cuando murió su madre. Tardó siete años en llegar a Europa, en un periplo por 12 países que ha explicado en un libro. Ha estudiado turismo y redes sociales, según él, gracias "al fútbol". Yo dormía bajo un puente, el de Calatrava, allí en Sant Andreu. Y tuve suerte. Un compatriota nos vio y tenía una habitación para nosotros. Así llegué a Sant Boi, donde caminando encontré un campo de fútbol. Entré y pedí para jugar. Y encontré a gente que ahora son mi familia. Jugando, me integré, lo cambió todo". Ya no ha parado de jugar, en diferentes equipos. En pocos días organiza un amistoso entre la comunidad camerunesa de Barcelona y una proveniente de Italia. Juega de defensa. "Soy el libre del equipo", afirma mientras le decimos, haciendo broma, que es como Rigobert Song, histórico defensa camerunés. "La última vez que un malí y un camerunés estuvieron juntos en el Barça se ganó una Champions, con Eto'o y Keita", se comenta, mientras los ojos de Tchatka Doumbia brillan.

Tchatka Doumbià y Roland Fosso impartiendo una charla a los jóvenes de la Masia del Barça.

"Hablo cinco idiomas. Bambara, inglés, francés, castellano y ahora voy aprendiendo catalán", dice este chico que quería ser como Xavi. "En Bamako teníamos una televisión muy vieja, donde podíamos ver los partidos. Mi padre era del Madrid y mi tío del Barça, así que iba con mi tío porque yo quería ser como Xavi. Me gustaba más ver cómo giraba con la pelota que un gol". Cuando tenía 15 años, unos amigos le explicaron que se marchaban de un país roto por las guerras, la violencia y la falta de futuro para intentar llegar a España. "No era consciente de lo que hacía. Imaginé cosas que no podían ser realidad, que todo sería fácil. Y me marché sin decir nada. He visto cosas terribles atravesando el Sáhara. Allí no hay nada y, si los viejos camiones de los traficantes se estropean, la gente muere. He visto cadáveres, he pasado miedo". Una noche, ya en Marruecos, esperando poder saltar la valla, sus dos amigos lo abandonaron. Así que se buscó la vida solo, haciéndose amigo de jóvenes magrebíes para encontrar sitio en una patera. Después de escapar de un centro de detención, gracias a la ayuda de un cura llegaría a Barcelona, donde la primera noche, apenas salir de Sants, los mossos lo llevaron a un centro tutelado por la Generalitat, donde estaría hasta los 18 años. Tchakta no ha dejado de estudiar y ahora entrena a niños en el CD Almeda de Hospitalet. "En mi lengua hay un dicho que dice que, cuando hay una tormenta, todo el mundo se queda solo dando la mano a su madre". Es decir, que, cuando hay problemas, la gente va a lo suyo. "El fútbol, sin embargo, me ha enseñado que no siempre es así. Es un juego de equipo. Donde hay que aprender a respetar a tu compañero y confiar en él", reflexiona, todavía medio emocionado por lo que está viviendo: poder hablar "con "unos jóvenes que pueden llegar a ser campeones". "Yo ni sabía que existía la Masia, cuando me marché de casa. Y ahora vivo mi sueño. Soy un chico negro que entrena un equipo de niños blancos. Yo no creía que sería posible".

Roland, más veterano y acostumbrado a dar charlas, mueve la cabeza mientras escucha a Tchakta. Y, cuando le toca hablar, tiene claro el mensaje: "Voluntad, respeto, derechos humanos", dice. "Cosas innegociables. Para estar en la Masia, tenéis que haber tenido mucha suerte. Es bueno no olvidar el sacrificio de vuestros padres, entender el contexto, que tenéis la suerte que no tienen otros jóvenes nacidos lejos de aquí. Pero no todo es suerte. Hay que tener talento y ganas de perseverar", añade. Y los ojos de los jóvenes se abren de par en par. Se hace el silencio mientras escuchan sus peripecias, antes de hacer preguntas y hacerse una fotografía juntos. En la Masia tienen claro que sus residentes tienen suerte, pero que en la vida también hay que formarse. Y con charlas como estas los deportistas del Barça se forman como personas: admirando a dos personas que gracias al fútbol han hecho su camino hasta esta charla una noche de primavera.

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