Los Arnau y un homenaje: "Fue cómo hacer revivir al padre"
Pol Arnau, el defensa del Logroñés se convirtió en el héroe inesperado de la eliminatoria de Copa, haciendo de portero y deteniendo un lanzamiento en la tanda de penaltis
Torelló"Claro que le echo de menos", dice con la tristeza de lo que no esperaba hablar de su padre en pasado demasiado pronto. Francesc Arnau, exportero del Barça y el Málaga, murió en las vías del tren, en Asturias, en mayo del 2021, un día antes de su 46 aniversario. Pol Arnau sopló veinte velas el 23 de diciembre. Este sábado la Unión Deportiva Logroñés recibirá al Athletic Club en uno de los duelos de los dieciseisavos de final de la Copa después de eliminar al Girona en la ronda anterior con una actuación extraordinaria del joven defensa catalán.
El guardameta del Logroñés tuvo que dejar el césped a media prórroga por una conmoción y el equipo ya había agotado los seis cambios. "Vi que era mi momento. Presentí algo bonito. «¿Por qué no debería hacerlo si tengo la ayuda de mi padre?», pensé. Y me ofrecí sin dudar. El míster no lo veía claro al principio, pero insistí tanto, que le convencí", sonríe Arnau. Su hermano, Marc, hoy en el Mollerussa, sí es portero, pero él ha sido siempre defiende. Lateral desde niño. Había hecho de portero alguna tarde con sus amigos, "para reír". Pero nunca en el fútbol federado. De hecho, era apenas el tercer partido en la élite: dos en la Copa y uno en la liga de Segunda Federación, en el cuarto escalón del fútbol estatal.
El debut había sido el 30 de octubre ante el Eibar, en la primera ronda. El partido también alcanzó la prórroga con el empate inicial y se resolvió con un gol de Arnau en el minuto 108. "Sinceramente, no me esperaba ni jugar", reconoce. El gol fue, claro, para el padre: "Sentí una emoción inexplicable". Lo pidió, pero no pudo llevarse la camiseta a casa. El día del Girona, tampoco: en estas categorías no sobran. "Ya me la darán a final de temporada. No hay prisa. Tengo el recuerdo, que es lo que importa", destaca. Juega con el 28: "Es lo que llevaba mi padre el día del debut con el Barça". Fue en 1996, con Bobby Robson y en un empate contra el Atlético de Madrid.
"Me acuerdo siempre de él, cada día", admite. No sólo eso: "Cuando salgo al césped siempre tengo una conversación. Siempre, en cada partido. Le pido ayuda. Le digo que después del partido se sentirá orgulloso de mí. Hablo un poco. Aunque él no conteste, sé que me escucha y que me ve y me quedo más tranquilo", admite.
Un partido que nunca olvidará
Dice que recordará siempre el 4 de diciembre, la noche del Girona: "Fue surrealista. Inimaginable. Hay un momento en que miro el estadio, la portería, tan grande, y los guantes y me digo: «Qué hago aquí ?». No sabía si estaba soñando. Era como si estuviera en el patio de la escuela», añade. Los minutos pasaban "muy lentos", pero finalmente llegó el minuto 120 sin demasiados sustos más allá de un disparo lejano de Juanpe Ramírez. Los penaltis debían imponer la lógica, con un defensa como portero en el conjunto local. Pero Arnau lo tenía claro: "No tenía ninguna duda. Sabía que pasaríamos. Lo presentía. Mi padre me daba fuerzas". Detuvo el segundo penalti, de Abel Ruiz: "Ya puedo decirlo, porque no creo que haga nunca más de portero. Me tiré hacia la izquierda porque siempre he tenido más destreza cuando he hecho de portero". "Fue una explosión de felicidad. No podía creerlo", afirma.
La hazaña se consumó cuando Cristhian Stuani falló el quinto penalti. "Fue un poco raro, porque yo pensaba que era el cuarto. Estaba tan concentrado que no les conté. Me di cuenta de que habíamos ganado cuando vi que venían todos corriendo hacia mí. Es una sensación que no sabría contar" , asegura. "La emoción duró hasta que empecé a sufrir: se me echaron todos encima y me subieron los gemelos", relata. En ese momento pensó en su padre. Y en el padre del padre, el abuelo José. Murió nueve días después. "Poder darle una última alegría fue muy especial. Que al día siguiente pudiera verme en los periódicos, me emociona mucho". No se durmió hasta las siete de la mañana, de tanta alegría y emoción. Durmió en el sofá. A las ocho sonó el despertador para ir a entrenar. "Hasta que no pasen los años no me daré cuenta de lo que pasó".
Arnau habla feliz de un "homenaje único" al padre. Su "ángel". "Espero que esta historia pueda servir de ayuda para gente que no lo ha pasado bien o que ha pasado por una situación similar. Si sigues luchando, pueden llegar cosas buenas", suspira. "Fue bonito, porque fue como hacer revivir a mi padre".