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La nueva vida de Luis Suárez: en estadios pequeños contra clubes de barrio

Para estar en el Mundial, el goleador ha hecho renuncias económicas para volver al club donde se formó y jugar en la liga de Uruguay

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La nueva vida de Luis Suárez, a estadios pequeños contra clubes de barrio

BarcelonaMatias no olvidará fácilmente aquel vuelo. Su equipo, el Nacional de Montevideo, volaba hasta la población brasileña de Goiania para jugar el partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa Sudamericana. Un vuelo chárter, puesto que para ir de Montevideo a Goiania no hay vuelos directos. "El Nacional siempre viaja acompañado de mucha gente. Algunos hicieron el viaje por carretera", explica. Por carretera significa un viaje de 35 horas haciendo noche a mitad de camino. "En Uruguay estamos locos por el fútbol, hacemos estas cosas", explica Matias. En el vuelo chárter del equipo se agotaron todas las plazas para aficionados. ¿La razón? Poder viajar en el mismo vuelo que Luis Suárez.

"Para nosotros tener a Luis Suárez es una locura. Lo admiramos mucho, es uno de los mejores jugadores de la historia de nuestro país. Lo hemos visto ganarlo todo con el Barça, brillar en el Liverpool. Y, cuando no nos lo podíamos esperar, vuelve a casa. Yo no me lo creo todavía", admite Sergio Rochet. Y en este caso, no es un aficionado. Es el portero titular y capitán del Nacional. "Le he dicho a Suárez que siempre que quiera él será el capitán", deja claro este portero que ha vuelto a casa después de probar suerte en el fútbol turco. Lo que no podía esperarse es coincidir con un Luis Suárez que con 35 años se encontró sin equipo al abandonar el Atlético. El goleador, sin embargo, quería seguir jugando para estar a punto para el Mundial de noviembre, así que se ofreció a clubes españoles, ingleses, italianos, norteamericanos y el River Plate argentino. Ninguna puerta se abrió. Algunos clubes ya tenían la plantilla cerrada. Otros lo querían, pero no tenían dinero. Así que ha acabado volviendo antes de tiempo al Nacional, el club donde empezó a jugar cuando era pequeño a lo que se conoce como baby futbol, un sistema de competición para niños de donde surgen los grandes talentos del país más pequeño que ha ganado el Mundial y la Copa América. En 2005, Suárez debutaba con el primer equipo del Nacional, pero en 2006 ya se marchó a los Países Bajos, al Groningen, con 19 años. Uruguay vivía entonces una fuerte crisis económica y Suárez aceptó marcharse para ganar dinero y ayudar a su familia, muy humilde, y para estar cerca de su novia, quien se había ido a vivir a Ámsterdam con sus padres. Una novia que ahora es su mujer. La madre de sus hijos.

Suárez vuelve a un Nacional que es un gigante. En Uruguay hay dos clubes históricos que se reparten el amor de casi todo el país. El Peñarol, los carboneros, y el Nacional, los bolsos. Los dos clubes han sido campeones del mundo, pero por última vez en los 80. Los dos clubes tienen una afición loca. Y siempre aspiran a hacer frente a clubes grandes de Argentina y Brasil. En su regreso en Uruguay, sin embargo, el Nacional cayó en Goiania contra un equipo brasileño con poca historia, el Atlético Goianense. Suárez acabó peleado con el árbitro, entre las burlas de los aficionados brasileños. En el vuelo de vuelta pidió que la afición no lo molestara, que no quería hablar con nadie. "A la ida sí que se hizo fotos con todo el mundo, fue bonito. En la vuelta nos gustó ver que la derrota le había hecho daño. Es como queremos a los jugadores, que sean pasionales", explica Matias.

Eliminados de la competición internacional, en el Nacional le queda luchar por ser campeón en casa. En la liga local, Suárez, que de momento es suplente del argentino Gigliotti, ya ha marcado. El fin de semana pasado se hizo viral la imagen de Suárez llegando al modesto campo de Belvedere, donde juega el Liverpool de Montevideo. Un estadio viejo con un vestuario que parece de los años 30. "Es un estadio viejo, sí. Pero con personalidad. Cuando jugamos aquí nos cambiamos en nuestra ciudad deportiva, charlamos en el campo y nos duchamos de nuevo en nuestra ciudad deportiva", explica Rochet. En el Belvedere hay apenas cuatro duchas y bancos de madera. La pintura de las paredes cae y la luz es una bombilla que cuelga de un cable. Pero lo que parece un campo deteriorado también es un templo. Aquí, hace un siglo, llevó por primera vez su famosa camiseta celeste de la selección uruguaya, puesto que es un estadio de más de 100 años. "Es patrimonio de nuestro fútbol. Aquí tenemos memoria porque tenemos historia", dice Rochet. El Belvedere tenía que derrumbarse en los años 30, cuando el gobierno quería hacer aquí un hospital y echó al Montevideo Wanderers, el club que jugaba. Pero el dinero para el hospital no llegó nunca y, al final, el Liverpool alquiló el estadio de forma temporal. Y ya lleva 84 años, los últimos en propiedad. Este no será el único campo pequeño que visitará Suárez, puesto que jugará en el Parque Palermo del Cerrito, en el Parque Capurro del Fénix o en el Alfredo Víctor Viera del Wanderers. Los tres estadios de los años 30, donde cada semana la media de espectadores es de unas 5.000 personas, con suerte. Después de volver al Belvedere para derrotar al Liverpool por 0-1, Suárez colgó en las redes sociales este mensaje: "Feliz de volver a jugar allí donde todo empezó". Después explicó como durante el partido, un aficionado local le gritó: "¡Fracasado!". Él, uno de los jugadores con un palmarés más grande, se giró medio divertido. "Es el típico grito uruguayo" explicaba, refiriéndose a la capacidad de hacer lo que sea para pinchar a los jugadores rivales.

Montevideo está lleno de estadios. En cada barrio hay un club que ha jugado en Primera. Y todos juegan en estadios donde parece que el tiempo se ha parado. Solo el Nacional y el Peñarol tienen campos modernos. El club carbonero construyó uno en 2016 y el Nacional remodeló su Parque Central, unas instalaciones inauguradas en 1900 donde ha pasado de todo, como que el capitán del equipo de 1918, Abdón Porte, se quitara la vida de un disparo por la noche justo en medio del césped en un suicidio, la razón del cual la leyenda ha querido que sea que había entendido que ya no podría jugar nunca más de titular. "En nuestro estadio se jugó el primer partido de la historia de los Mundiales", recuerda Matias. Sí, un Francia-México del Mundial de 1930. En Uruguay, la historia parece viva. Y cada barrio respira fútbol.

El regreso del goleador parece un viaje en el tiempo. Suárez aterrizó en Montevideo en el jet privado de Leo Messi, que le prestó el aparato. Suárez tiene una casa a las afueras de Montevideo, donde solía pasar algunos -pocos- días al año. Ahora se quedará hasta el Mundial y cambiará los estadios de Champions por los que tienen tribunas de madera. El día de su primer partido, Kun Agüero se acercó a animarlo. Su presencia lo altera todo y sin habérselo propuesto ayudará a la economía de los clubes más modestos, como el Liverpool, que ha podido vender más entradas que nunca. Pocos países viven el fútbol como Uruguay, puesto que este deporte les permitió encontrar un lugar en el mundo cuando ganaron el oro olímpico en 1924 y 1928, así como los Mundiales de 1930 y 1950. "Nuestro país no se puede entender sin el fútbol", dice Matias.

Y Luis Suárez es historia del fútbol local. Un goleador que ahora vuelve a los campos con poco césped, con aficionados muy cerca, con vestuarios pequeños. Y con sueldos modestos. Nadie sabe del cierto cuánto cobra Suárez ahora, pero seguro que es muy poco comparado con sus últimos sueldos. En el año 2019, el Nacional inició una política de control de gastos según la cual los jugadores que cobrarían más se llevarían unos 30.000 euros mensuales. Es decir, 16 veces menos de lo que cobraba Suárez en el Atlético. Y mucho menos de lo que cobró en el Barça, donde llegó a cobrar 15 millones de euros netos por una temporada. El Nacional ha hecho una excepción con él, consciente de que su fichaje también permitirá vender más productos y más entradas, y tener más socios. Los dos partidos como locales del club bolso, de momento, han colgado el cartel de todas las entradas vendidas. Ahora, la directiva confiaba en llegar a semifinales o a la final de la Copa Sudamericana para ganar más dinero, pero el regreso de Suárez no empezó con buen pie.

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