La cantinela del City ya no cuela: el Girona, hecho a sí mismo, gana en Sevilla

SEVILLA (Enviado Especial)72 horas después de divertirse, el Girona se puso la rana de trabajar. Lo que hace siempre, vaya, porque nada le ha llegado nunca gratis. La cantinela que decía que todo lo que ocurría en Montilivi era gracias al Manchester City, si ya no colaba antes, ahora todavía cuela menos. Compitiendo bajo un calendario terrorífico, con visitas a Benito Villamarín, Cívitas Metropolitano y Sánchez-Pizjuán en tres de los primeros cuatro partidos, y con el repetitivo mantra de comparar la temporada pasada cada dos por tres, algo que a Míchel lo tiene bien harto, los gerundenses están ofreciendo un nivel altísimo. Tiene muy buena pinta este año, también. La segunda victoria consecutiva ante el Sevilla (0-2), permite estabilizar al equipo en la zona alta de la clasificación.

Porque es cierto que en torno a los rojiblancos se ha extendido un debate, polémico e injusto a partes iguales, que no hace falta. Algunos dicen que el Girona está en la línea correcta, en la suya, en la que le corresponde por plantilla e historia dentro de la Liga. Otros opinan lo contrario, especialmente resultadistas cuando los números no indican lo que quisieran, y lo quemarían todo, criticando en exceso y exigiendo, utilizando la palabra obligación, como argumento principal del que, creen, el Girona debería hacer. Y lo que este equipo debería hacer es competir; y esto lo hace de cachondeo.

No es nada fácil plantarse en el estadio del Sevilla, con un equipo local empujando a fuerza más revoluciones, y, a consecuencia de ello, acumulando ocasión tras ocasión, y aguantar de pie. Si a menudo los nombres que aparecen en las portadas de los rojiblancos son de carácter ofensivo, porque desequilibrar en ataque siempre luce más que recuperar balones, en tierras andaluzas se ganaron su homenaje David López y Daley Blind, una pareja de centrales omnipresente que amargó a los delanteros locales. En Montilivi deberían empezar a celebrar sus acciones con la misma efusividad que los goles.

Soportar al diluvio de amenazas de un Ejuke muy activo y un Lukebakio insistente en el remate y bien parado por Gazzaniga, exigió un esfuerzo físico inmenso para el Girona, al que la pausa le irá de maravilla. Tan oscuro lo debió de ver Míchel que incluso en el descanso hizo un doble cambio, situando pulmones en medio del campo con la entrada de Solís, y frescura en punta, con el debut de Danjuma. En ese momento, el conjunto catalán ya ganaba gracias a una internada de Miguel por banda izquierda, que Iván Martín, entrando con sorpresa desde atrás, tan sólo tuvo que acompañar al fondo de la red.

Ayuda del VAR

No tuvo el mismo acierto el delantero neerlandés, que, solo como un búho y con todo el tiempo del mundo para rematar, envió el balón a las nubes a un palmo de Nyland. La afición local, cansada de tantos años de inestabilidad, le pedía al equipo que pusiera cojones ya la directiva, que se marchara a su casa. El Girona podía sentenciar, pero no lo hacía.

Y entonces, intervino el VAR, tan discutible como siempre, para colaborar en un triunfo que, por ningún concepto, ya no podría escapar. Un disparo de Francés impactó en el brazo de Isaac, y ya estábamos allí: juego interrumpido un montón de minutos; todo el mundo, menos el propio Francés, que protestaba sin cesar, creyendo que allí no había nada que rascar; hasta que el árbitro interpretó que aquello era penalti y Abel Ruiz, en medio de un griterío espectacular, marcó el 0-2. Ni los analistas rojiblancos, ubicados entre la prensa, daban crédito al regalo que les acababan de dar. Se están cargando el fútbol.