Un centro inofensivo estropea el estreno heroico del Girona en la Champions
Gazzaniga se come un gol en el minuto noventa en París que deja con un palmo de nariz a los de Míchel
París (Enviado Especial)Hay días tan preciosos en la vida que no se olvidan. Todos tenemos. Y cuando les recordamos, con el paso del tiempo, es imposible que no nos salga una sonrisa. El Girona, que ya coleccionaba a unos cuantos en forma de salvaciones milagrosas o ascensos desde Primera Catalana, Tercera o Segunda B, está consiguiendo un álbum de recuerdos muy bien parido. En casi dos décadas, el salto es inmenso: de volver a Segunda al Parque de los Príncipes para estrenarse en la Champions. Pero no olvida de dónde viene, porque cada pequeño paso que ha dado últimamente, desde continuar en Segunda pese a la inestabilidad económica a soportar un varapalo deportivo tras otro le ha modulado la identidad hasta convertirse en lo que es hoy: un club con un corazón inmenso que demuestra que a veces, por impensable que sea un sueño, éste puede hacerse realidad. Cómo sobrevivir hasta el minuto 90 ante el PSG, en el que un error de Gazzaniga impidió un empate prácticamente asegurado (1-0).
La ciudad del amor, París, el 18 de septiembre del 2024, fue testigo de la alegría de una comunidad rojiblanca que desplazó a un millar de aficionados deseosos de transmitir una felicidad envidiable por los lugares más famosos de la capital francesa. Alucinaban ellos, y alucinaban a quienes los veían. No era necesario ser un genio para entender que ese viaje, el primero de la historia europea de un club que apenas es el segundo equipo catalán en participar en la Liga de Campeones, no dejaría emociones neutras. Incluso hubo un seguidor, Joan Fonalleras, que entró en el campo con la fotografía de su abuelo, datada del año 1970 en el antiguo estadio de Vista Alegre. Todo el mundo rendía tributo a aquellos que les habían transmitido un sentimiento, el de cariño a un club, que tiene un valor incalculable. La masa social del Girona, cada vez más rejuvenecida, está obligada a perpetuar su transmisión.
Y en el campo, claro, si hablamos de fidelidad y representatividad, Cristhian Stuani y diez más. Míchel, vestido con el traje más elegante jamás visto, le prometió al uruguayo que sería el capitán el primer día, como reconocimiento a una trayectoria impecable de continuidad que le ha convertido en una leyenda y, posiblemente , en el mejor futbolista de la historia de los gerundenses. Stuani, el segundo futbolista de campo más veterano en debutar en la Champions –él tampoco había jugado nunca–, con 37 años y 342 días, se quedó en el Girona cuando bajó a Segunda y no solo no se detuvo hasta a subirlo de nuevo al cielo, sino que ha contribuido notablemente a vivir la noche de París. La que todo el mundo en Girona recordará siempre. Una de las más bonitas de la historia de la entidad. Una en la que es justo citar pioneros como Isidre Sala, Fèlix Farró, Joan Sagué, Eloi Amagat, Arcadi Camps, Àlex Granell y tantos otros. Ellos también han puesto su grano de arena.
La valentía gerundense
Ni el rival ni el escenario intimidaron a un Girona que salió con el corazón encogido por sentir el himno de la competición, en el gran momento de la noche. Los gerundenses, sometidos a la voluntad de un PSG muy físico, pero poco creativo, supieron contener el fuerte arranque local para irse haciendo su espacio. Una de las novedades en el once, Van de Beek, resbaló inoportunamente cuando subía solo la portería de Safonov. La afición gerundense esperaba que en alguno de los contragolpes, especialmente dirigidos por Miguel y Bryan Gil, tocara la lotería. En cambio, los franceses sólo aparecían en arrebatos de Dembélé o Zaïre-Emery.
Las posesiones largas de los catalanes, que asumían riesgos en situaciones comprometidas, incluso impacientaron el estadio, que silbaba de frustración. El Girona en ningún momento renunció a su estilo, y cada vez iba encontrándose más a gusto. Defendiendo, Krejci le birló un balón in extremis a Dembélé, que tendrá pesadillas con Gazzaniga, autor de varios paros de mérito antes del infortunio; y en ataque, Stuani era un peligro, con dos ocasiones consecutivas en el inicio del segundo tiempo. Lo buscaron, los de Míchel, que querían hacerla gorda con todas las ganas del mundo. Pero el PSG ya se espabiló y también se estaba dejando ver. El partido mejoraba y había tensión.
El cansancio gerundense apareció en el tramo final, cuando el PSG lo hundió del todo. Los cambios no supusieron una alternativa, ni permitieron conservar el balón. El equipo sufría, pero mantenía la dignidad, concentración y actitud. Muani falló un gol cantado y el primer punto parecía en el bolsillo. Pero Mendes centró un balón inofensivo que Gazzaniga, que no podía creerlo, se comió. Era el tiempo de descuento y una auténtica desgracia que no le queda el orgullo que debe sentir el Girona por haber vivido una gran noche en París. La afición, de hecho, acabó cantando el himno mientras el estadio se vaciaba. Esto es más importante que cualquier resultado.
- PSG: Safonov, Hakimi, Marquinhos, Pacho, Nuno Mendes, Zaire-Emery, Vitinha (Doué, 63'), Fabián Ruiz (Lee, 63'), Dembélé (Lucas, 92'), Asensio (Kolo Muani, 39') y Barcola (Neves, 63'). Entrenador: Luis Enrique Martínez.
- Gerona: Gazzaniga, Arnau, David López, Krejci, Miguel, Romeo, Iván Martín (Solís, 66'), Van de Beek (Portu, 58'), Tsygankov (Francés, 88'), Bryan Gil (Asprilla, 66') y Stuani (Danjuma, 58'). Entrenador: Míchel Sánchez.
- Goles: 1-0 Gazzaniga, en propia (90').
- Árbitro: Daniel Siebert (Alemán).
- Tarjetas amarillas: Marquinhos (17'), Krejci (20'), Romeu (43') y Gazzaniga (74').
- Tarjetas rojas: Ninguna.
- Estadio: Parque de los Príncipes.