Gerona

Ortiz Arias: el árbitro que no se lavaba la boca con jabón

David López acusó al colegiado madrileño en la media parte del Girona-Almería: "No hay que insultar ni faltar al respecto"

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Miguel Ángel Ortiz Arias mostrando una amarilla durante el Gerona-Almería.

Sabadell“A Miguel Ángel (Ortiz Arias) le conocemos todos los jugadores de Primera División, pero es un tema que va más relacionado con la parte humana y que con la vertiente profesional. Estamos trabajando y siempre puedes decir una palabra más alta que la otra, pero no insultar ni faltar al respecto. Estamos todos en el mismo barco”. Estas palabras son de David López, jugador del Girona, que denunciaba el trato recibido por parte del árbitro madrileño, durante la entrevista de la media parte del partido contra el Almería en Montilivi. El vallesano no se mordió la lengua y explicó que compartir terreno de juego con Ortiz "es complicado porque te dificulta el trabajo" y se quejó de su "mala educación y prepotencia".

Las declaraciones del central sorprendieron al mundo del fútbol, pero no en la esfera arbitral del país. El currículo de Ortiz Arias es bien conocido en los pasillos del Comité Técnico de Árbitros (CTA) y su descomunal talento para dirigir partidos a menudo se ve perjudicado por su incontinencia verbal. El madrileño debutó en Primera en la temporada 2021-22, pero sus dos temporadas en la categoría de plata ya sirvieron para constatar que su forma de dirigirse a los jugadores podría traer problemas. Por eso, los dirigentes arbitrales le advirtieron que debía modificar su forma de interactuar. Sin embargo, Ortiz continuó en la misma línea. No es fácil cambiar cuando una receta te ha llevado a la máxima categoría.

El primer episodio desagradable se vivió en un Alavés-Betis, apenas su cuarto compromiso en la élite. Pese a ser un recién llegado, no fue capaz de gestionar con sensatez un conflicto entre jugadores y empujó a Rubén Duarte para evitar que se aproximara a su posición. Esta acción no gustó nada a la cúpula dirigente, pero le dejaron margen para adaptarse a Primera. De hecho, poco a poco se ganó una buena reputación porque sacaba adelante los partidos con sobriedad y sin llamar la atención.

Dos episodios le apartaron de la internacionalidad

La pasada temporada era la segunda del madrileño en Primera y brilló con luz propia. De hecho, era el máximo favorito para conseguir una de las dos plazas de internacional que quedaban vacantes gracias al adiós de Mateu Lahoz y Del Cerro Grande, pero el rush final del curso lo pasó por encima. La primera polémica se produjo a mediados de abril. Ortiz Arias perdió los papeles en Balaídos y empujó de forma contundente y abusiva al mallorquinista Kadewere durante un contragolpe. Su irresponsabilidad le costó una nevera de 3 jornadas sin pisar el césped. Volvió a pitar con el trascendental Valladolid-Sevilla de la jornada 34 y tomó una desafortunada decisión: señalar el final de la primera parte justo antes de que Escudero empalmara un disparo desde fuera del área que acabó en el fondo de la red. Aquella acción dio la vuelta al mundo y fue una piedra más en el camino a la salvación del equipo de Pucela, que acabó descendiendo a Segunda.

Decidieron retirarle la escarapela de la FIFA que prácticamente ya tenía en el pecho en beneficio del gallego Alejandro Muñiz Ruiz. Ahora, la denuncia pública de David López sitúa en el centro de la polémica a Ortiz Arias, un árbitro con muchísima personalidad que el comité no ha sabido atar corto y que se muestra incapaz de ganarse la confianza de los jugadores sin recurrir en exceso de autoridad.

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