Yangel Herrera salva un punto y evita que el Girona entre en pánico

GIRONACuando superado el minuto diez de partido, el Por favor, el animador con bombo de Montilivi, entró en el gol norte y vio el ambiente gélido que se palpaba, se arremangó y se puso en el trabajo. "Hoy no podemos fallar. Hoy no. Tenemos que ganar. Animamos, va", ha pedido, casi exigido, al público del estadio, poco convencido de lo que veían sus ojos. Porque al Girona le cuesta tanto generar juego, y se siente tan frágil, que lo contagia a la grada. Si el pasado año la ola positiva arrasaba con todo lo que se encontraba a su paso, la dinámica actual está rodeando el ambiente de unas dudas que transitan por el camino del pesimismo y la negatividad. En cuanto a lo bueno como en lo malo, las emociones son extremas. Los gerundenses han salvado un punto en un duelo entretenido: Tsygankov ha hecho el 1-0, Iker y Marcos Alonso han dado la vuelta al marcador, y cuando el pánico ya se olía, ha aparecido Yangel Herrera.

El equipo, claro, no ayuda lo más mínimo a revertir las sensaciones. Todo lo contrario. Una jornada más, pecó de una falta de fútbol alarmante y no supo controlar el partido ni con el marcador a favor. Pues si Míchel no quería incertidumbres, dos tazas. Ya incluso el técnico madrileño comienza a ser cuestionado por parte del entorno por algunas decisiones erróneas que se repiten en el tiempo. Cada semana cambia de delantero, sin que ninguno de ellos tenga continuidad y sin un criterio claro: hace dos jornadas, jugó Stuani; hace una, Danjuma; y hoy, Miovski, que el viernes fue padre. El macedonio ha pasado, en pocas horas, de estar en el Hospital a correr sobre el terreno de juego. No era titular desde diciembre.

Pero lo más alarmante es la falta de ideas en la construcción de un juego que ni anima ni reparte ninguna señal de optimismo más allá de arrebatos individuales. Y cuantas más hojas del calendario se giran, menos excusas quedan. El señalado es Oriol Romeu, aunque los problemas sean colectivos, porque es la partitura al completo que chirría. Míchel se ha visto obligado a sacudirlo todo con el 1-2 situando a Arthur, que nunca ha salido desde el principio, e Iván Martín. La imagen y el ritmo han mejorado un poco (tampoco demasiado) y se ha arañado un punto, que es lo que cuenta.

Una victoria en nueve partidos

Poco a poco, y es ya una única victoria en nueve partidos, el Girona se está acercando a la zona peligrosa de la clasificación. Todavía tiene margen, es cierto, pero ya se intuye que, como de verdad se enfange y tenga que pelearse por la permanencia, sufrirá duro porque no está preparado para encontrarse en una situación de esa magnitud. Por ahora, el equipo no está cómodo consigo mismo y no desprende ninguna confianza.

El gol de Tsygankov en mitad de la primera parte tampoco ha servido para generar cierta fluidez. Cuando el Celta ha decidido estirar líneas, la defensa rojiblanca ha temblado como un flan. Iker ha empatado ante la pasividad general y Blind ha estado a punto de hacerse el 1-2 en propia, pero éste lo ha hecho Marcos Alonso, tan sólo reanudar el encuentro, tras un penalti absurdo de David López.

Menos mal que Yangel Herrera, en un remate aislado a la salida de un córner, ha salvado un punto que permite no hacer inmensa la herida de un equipo que está tocado, pero al que los resultados obtenidos hasta el invierno le dan una almohada que agradece por no meterse en problemas reales. Por el momento.