La elegante rivalidad entre Simone Biles y Rebeca Andrade emociona a París
La estadounidense suma una plata en el último día de competición y marcha de París con tres medalla de oro y esta plata
Enviado especial a ParísCuando la brasileña Rebeca Andrade subió al podio para recibir su medalla de oro ganada en el ejercicio de tierra, las estadounidenses Simone Biles y Jordan Chiles le hicieron una reverencia. Reconocieron el talento de la gimnasta paulista, una mujer que transmite alegría cuando compite. Un gesto elegante de una Biles que a lo largo de su vida ha recibido un montón de golpes pero no deja de dar lecciones a quien quiera recibirlas. En el último día del concurso de gimnasia artística, supo perderse. Tenía dos finales y, de haberlas ganado, habría llegado a los nueve oros e igualado a las dos únicas mujeres que han alcanzado esta cifra, la gimnasta soviética Larissa Latínina y la nadadora de Estados Unidos Katie Ledecky. Sólo ganó una plata, pero nada de malas caras. Recuperó la carcajada y supo ceder con deportividad el centro del escenario a una Andrade que se marcha de París con cuatro medallas; la última, dorada.
“No estoy enfadada. El concurso de tierra ha sido emocionante y casi lo gano. Estoy contenta por Rebeca, se lo merece”, dijo la tejana, que, preguntada por el futuro, respondió toda risueña: “Descansar, y después... descansar más”. Su próximo proyecto es realizar el Gold Over America Tour, una gira que une gimnasia y espectáculo por Estados Unidos. Quién sabe si querrá llegar a la cita de Los Ángeles del 2028, cuando tendrá 31 años.
La gimnasta de Texas, en su regreso olímpico tras priorizar su salud mental en Tokio, ha reinado en París con tres medallas de oro. Las más deseadas, la del concurso por equipos y la del concurso individual. Ayer sólo pudo ganar una plata en la final de tierra. Sólo, como si fuera fácil competir cuando todo el mundo espera que no falles, que colecciones medallas como si fuera fácil. Y no lo es. Una joven víctima de abusos, nacida en una familia con problemas, demasiado pequeña según muchos. La campeona que volvió con fuerza y aceptó con elegancia que el último día no fue la mejor.
La medalla de oro que le faltaba, la que nunca había ganado en la barra de equilibrios, se le escapó de las manos tras caer cuando terminaba una serie de dobles saltos. Perdió el equilibrio y acabó fuera del podio. Menos de dos horas más tarde, ya volvía a escena en la final del suelo, donde de nuevo fue toda ambición, con el ejercicio más complicado. Pero después de dos diagonales marca de la casa, puso los pies afuera. Esta doble penalización la dejó segunda, superada por la magnífica Andrade, la brasileña que ha protagonizado un precioso duelo con Biles en casi todas las finales. Su ejercicio de tierra fue todo júbilo, ritmo de barrio y de carnaval, una oda en la vida, a ser positivo. La paulista, de 25 años, había ganado una medalla de oro en Japón hace tres años a salto, y se marcha de París con un total de seis medallas olímpicas. “He trabajado duro, deseaba mucho poder ganar un oro”, diría la hija de una madre soltera que tenía ocho hijos y se rompió la espalda para dar un futuro a sus pequeños. Biles, con esta plata, ha ganado once medallas en los Juegos y ha igualado el hito de la checoslovaca Vera Caslavska, pero queda lejos de las diecinueve de Latínina.
Euforia italiana
En la primera final femenina del día, la de la barra de equilibrios, Biles tuvo menos suerte. No es el aparato en el que disfruta más, como ella ha admitido. Y, de hecho, en el pasado nunca había ganado esta final: había conseguido dos bronces, en el 2016 y el 2021. La barra mide apenas 10 centímetros de ancho. Un pie mal puesto, algo de desequilibrio y el trabajo de todos estos años acaba de la peor forma. Quien mejor lo hizo fue la genovesa Alice D'Amato, una de los mejores exponentes de la revolución de la gimnasia italiana femenina. De Amato se movió con elegancia sobre la barra, como si fuera una bailarina. Al bajarlo, ya lloraba de alegría: iba primera y imaginaba que conseguiría un bronce, ya que daba por sentado que sería superada por Biles y Andrade. Pero Biles se cayó. El triunfo, pues, quedaba entre Rebeca Andrade y D'Amato. La brasileña nunca estuvo cómoda en la barra y acabó cuarta, con Biles quinta. De Amato logró una medalla histórica, con alegría doble, ya que su compañera de equipo, la napolitana Manila Esposito, fue tercera. “Hemos sacrificado toda nuestra adolescencia por estar aquí”, decían después de ganar el bronce en equipos. La china Zhou Yaqin acabó segunda en una última jornada de gimnasia artística en la que Biles demostró entender el espíritu olímpico mejor que sus críticos, que se han visto obligados a ver cómo Biles, ya con tres oros en el cuello, sabía celebrar la plata con una carcajada y alegrándose por Andrade. Su rivalidad, elegante y educada, ha sido un regalo para los espectadores.
Shinnosuke Oka, protagonista en categoría masculina
La jornada en el Bercy Arena había comenzado con la final de barras paralelas masculina, donde ganó el chino de 26 años Jingyuan Zou, que revalidó el título de hace tres años con la nota más alta de toda la competición, 16.200 . La medalla de plata lla ganó al ucraniano Illia Kovtun (15.500) por delante del flamante campeón olímpico absoluto, el japonés Shinnosuke Oka (15.300). Con 20 años, el joven de Kamakura se ha convertido en uno de los nombres de los juegos, ya que después logró la medalla de oro en la barra fija (14.533) por delante del colombiano Ángel Barajas (14.533) y el chino Zhang ( 13.966). El japonés suma cuatro medallas en París, tres de oro y ésta. Y los anteriores oros, los más deseados: el concurso individual y el concurso por equipos.