Una ciudad blindada para hacer de París una fiesta: Los Juegos Olímpicos se ponen en marcha

La ceremonia inaugural, en el río Sena, será el pistoletazo de salida de una cita olímpica que arrincona al pasado incómodo y apuesta por la paridad

Enviado especial a ParísNo muy lejos de la Torre Eiffel y el Hotel des Invalides, espacios históricos convertidos estos días en improvisados ​​escenarios deportivos para las pruebas olímpicas, se puede encontrar en la calle Oudinot. En el número 20 hay una placa de mármol en la que se puede leer: "Pierre de Coubertin, pedagogo, historiador, humanista, renovador de los Juegos Olímpicos y fundador del COI, nació y residió aquí, donde en 1894 estableció la primera sede permanente del Comité Olímpico Internacional” Estos días, poca gente se detiene por delante. Olímpicos vuelven por tercera vez a la ciudad en la que nació todo, París, reivindicando más el futuro que el pasado. , el partido de extrema derecha que aspira a gobernar, han reivindicado en los últimos años que el cuerpo del barón, enterrado en Lausana (Suiza) sea trasladado al Panteón de los héroes nacionales de París. Bueno, no todo el cuerpo. El corazón del barón está dentro de una columna de mármol en la vieja Olimpia, en Grecia, tal y como quiso el fundador del COI.

París 2024 serán los Juegos de la paridad. Por primera vez, el 50% de los atletas serán mujeres. Así que los organizadores han preferido presentar un París moderno, que conecta con nuevas modas como el skate, el breakdance o el baloncesto 3x3, que recordar quién era el barón de Coubertin, el hombre que afirmaba que "unos Juegos Olímpicos con mujeres serían antiestéticos, poco interesantes y poco apropiados”. Más de un siglo después, los Juegos son estéticos, interesantes y apropiados gracias a mujeres como Simone Biles, Katie Ledecky o Aitana Bonmatí, destinadas a ser protagonistas en la tercera cita olímpica de París, después de las de 1900 y 1924. La de 1900, por cierto, ya tuvo a las primeras mujeres olímpicas pese a lo que defendía el barón de Coubertin. La tenista británica Charlotte Cooper ganó la primera medalla en una competición femenina, aunque unos meses antes se había disputado la competición de vela. Lérina estaba la primera mujer que ganó una competición olímpica: Hélène de Pourtalès, una mujer nacida en Nueva York en una familia rica gracias al negocio del tabaco, que ganó un oro y una plata junto a otros tripulantes hombres, uno de ellos ellos su marido, Hermann Alexandre, un francés de buena familia y capitán del ejército.

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Los Juegos de 1900 también fueron los primeros con catalanes. Un equipo del Real Club de Regatas de Barcelona participó en las carreras de remo, sin mucha suerte, ya que siempre cayó en la primera ronda. En una prueba individual, el escogido fue el menorquín que vivía en Barcelona Antoni Vela Vivó. En la prueba de cuatro con timonel, Vela estuvo acompañado por Ricard Margarit y Calvet, Joan Camps y Mas, José Fórmica-Corsi Cuevas y Orestes Quintana Vigo. Aquellos Juegos fueron un fracaso, así que el barón de Coubertin pidió como favor a los miembros del COI que París pudiera ser suyo de nuevo en 1924, cuando él ya se retiraba del cargo de presidente. Estos segundos juegos parisinos sí fueron un éxito, con las míticas pruebas de atletismo llevadas al cine en el filme Carros de fuego en el estadio de Colombes, escenario este año de las pruebas de hockey sobre hierba. Unos Juegos claves en la historia del deporte catalán, por cierto, por el tamaño de la delegación, por la presencia de directivos buscando ideas y porque llegó a proponerse por primera vez que Barcelona fuera la sede de los Juegos, sin suerte. Hace un siglo se envió una delegación en la que por primera vez había una catalana, la tenista Rosa Torres, así como 47 hombres. Los Juegos de 1924 fueron los primeros en los que los deportistas se alojaron en una Villa Olímpica, los primeros con megafonía en el estadio y los de la eclosión de un joven nadador estadounidense de 20 años, Johnny Weissmuller, que saltaría en el cine de Hollywood por hacerse famoso haciendo de Tarzán. Fueron los Juegos de los grandes atletas finlandeses, del gran triunfo uruguayo en el fútbol y de la participación del barcelonés Llorenç Vitrià, el primer boxeador catalán olímpico, que cayó en segunda rueda. Vitrià sería asesinado por los nazis en 1941. 100 años después, 99 catalanes forman parte de la delegación española más numerosa de la historia exceptuando a la de Barcelona en 1992. Su reto, superar las 22 medallas de la cita catalana.

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Francia, nación clave en el nacimiento del olimpismo moderno gracias a la reunión fundacional del COI, en la Sorbona, con el barón de Coubertin presidiéndola, ha cambiado mucho. Ésta es una Francia distinta a la de 1900. Y también el olimpismo ha avanzado. El Comité Olímpico Internacional lleva años intentando limpiar la cara a su movimiento, convertido en un gran negocio. Quieren alejarle de escándalos de dopaje, corrupción y de la imagen de derrochar dinero en obras faraónicas que luego no sirven para nada. "Se ha aprendido de los errores del pasado, estos Juegos serán modernos. Estos días se ha decidido crear los primeros Juegos Olímpicos dee-games, se busca la paridad, incluir nuevas disciplinas, realizar juegos ecológicos. Moverse con el mundo" afirma Joan Antoni Samaranch y Salisachs, vicepresidente del COI.

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Si en su momento Barcelona fue puesta como ejemplo de cómo unos Juegos podían cambiar una ciudad a mejor, citas como Atenas, Río de Janeiro o los Juegos de Invierno de Sochi fueron ejemplos de cómo servían para llenar los bolsillos de unos pocos, en obras que poco ayudaban a la gente. París aspira a marcar un antes y un después. Por eso más del 90% de las pruebas se realizarán en instalaciones que ya existían o pabellones provisionales realizados en lugares emblemáticos, que después serán desmantelados. En algunos casos se ha invertido dinero para remodelar espacios emblemáticos como el Grand Palais, donde se realizarán pruebas de esgrima 15 días y después se destinará a fines culturales.

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Sin embargo, no son unos Juegos sin polémica. Las grandes medidas de seguridad en una ciudad que todavía tiene miedos y cicatrices por los atentados islamistas del 2015, la decisión de esconder mendigos de mala manera o saber si realmente se ha conseguido limpiar el río Sena, donde se harán pruebas, han llenado horas y horas de tertulias en Francia, donde todo el mundo estará pendiente de la original ceremonia inaugural de esta noche a partir de las seis y media (La1), ya que el desfile de atletas será en el río Sena, en un recorrido de más de seis kilómetros. París recibe a la gran familia olímpica un siglo después presumiendo de haber plantado 9.000 árboles, creando nuevas viviendas en la villa olímpica de Saint-Denis y en teoría, 150.000 puestos de trabajo. Durante 18 días, 32 disciplinas distintas servirán para medir el estado de salud del olimpismo, donde se apuesta cada vez más por pruebas mixtas. Unos Juegos donde estará la subsede más alejada de la historia, ya que el surf se realizará en Tahití, en la Polinesia francesa, superando la distancia entre Melbourne y Suecia, ya que en 1956 las pruebas de hípica de aquellos Juegos australianos se hicieron en Estocolmo por cuestiones de cuarentena. Son también los Juegos en los que se vuelve a la normalidad tras la pandemia, que afectó a la cita de Tokio. "Poder vivir el ambiente de la villa olímpica, sin restricciones, es una suerte" dice la jugadora de waterpolo Anni Espar.

De momento, las deplorables imágenes de aficionados de Marruecos saltando al césped del estadio de Saint-Étienne en el caótico partido de fútbol contra Argentina del miércoles, así como algunos robos sufridos por deportistas, han puesto en estado de alarma a las autoridades en las horas previas. En Bélgica, siete sospechosos fueron detenidos por miedo a atentados y los controles en las fronteras, incluidos en los trenes que llegan de Catalunya, se intensificaron. Y todo, con el centro de la ciudad convertido en un bunker donde sólo se puede entrar con un código QR que certifica que se vive o trabaja. Lo que ha hecho bajar a la clientela de muchos restaurantes o museos céntricos, claro.

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«Los franceses hace años que lo preparan y lo harán muy bien. Hay que pensar en la seguridad, pero una vez que se ponga en marcha todo ello, el ambiente festivo triunfará» defiende Joan Antoni Samaranch. La confianza del COI en los franceses parece total y, de hecho, estos días han sido otorgados por los Juegos de Invierno del 2030, aquellos que casi se hicieron en los Pirineos catalanes. Este viernes, más de 300.000 personas verán en directo la original inauguración con más de 200 barcos en el río Sena, frente a cientos de dirigentes políticos como el presidente de Israel, Isaac Herzog. La seguridad se reforzará cada vez que participe un deportista de ese estado, como ya ocurrió el miércoles cuando debutó el equipo de fútbol, ​​con silbido en su himno. "Estamos preparados, será un gran espectáculo" decía la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra. Más de 45.000 policías y 10.000 militares se encargarán de vigilar todo en una gala fluvial con artistas como Lady Gaga y el posible regreso de Celine Dion, la cantante de Quebec que padece una enfermedad. Parece que podría hacerle un homenaje a Édith Piaf. Aya Nakamura, por su parte, versionaría Charles Aznavour. Ritmos modernos y de toda la vida, del hip hop en la chanson.

Una gala para dar el pistoletazo de salida a dos semanas en las que los mejores deportistas de todo el mundo lucharán por decir que un día París fue suyo. La capital francesa parece lista para brillar de nuevo, para ser una fiesta, de nuevo. Pero no será una fiesta como las que conoció Hemingway después de 1945, ni aquellas de los años 20 sin normas. No será como los conciertos de Serge Gaingsbourg, Rachid Taha, François Hardy, Mano Negra, Daft Punk o Boris Vian, donde se respiraba libertad. Las fiestas modernas se realizan bajo control policial.

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