El museo secreto del Espanyol que se esconde en Barcelona
Gabriel Martínez tiene una gran colección dedicada al club blanquiazul
BarcelonaDe pequeño que Gabriel Martínez colecciona de todo. "Me guardaba las chapas de Coca-Cola, los cromos de Bimbo, sellos, llaveros... y, claro, también todo lo que encontraba del Espanyol", dice este aficionado perico de pura cepa que, ya de adulto, transformó aquella curiosidad y fascinación por los objetos relacionados con el club de su vida en una pasión; casi en uno modus vivendi. Tanto es así que, empujado por su gran amigo Jordi Puyaltó -el que más sabía de coleccionismo y memoria histórica en blanquiazul-, en 2007 montó su propio museo del Espanyol en los bajos de un local familiar que tenía en el Carmel.
El pasado verano lo trasladó a otro local del mismo barrio, aún mayor. Es un templo perico, casi 50 metros cuadrados dedicados exclusivamente al Espanyol. "Aún me falta espacio", comenta mientras ríe Gabriel, que en su colección tiene de todo: equipaciones, fotografías, figuras, ceniceros, sellos o sillones de Sarrià y Montjuïc. Hay objetos de más de un siglo y el valor histórico de algunos es prácticamente incalculable. Es el caso de una camiseta de los años 50, de la época de Julián Arcas y Pepe Mauri, que es la más antigua de una exposición en la que hay elásticas vestidas por jugadores de todas las épocas, incluidas varias piezas de las firmas Meyba y Massana, las primeras que se comercializaron.
UEFA 1988: camisetas, entrada y un préstamo
No podían faltar las dos camisetas, blanquiazul y roja, con las que el Espanyol disputó la UEFA de 1988. Gabriel, convertido en un recopilador de historias, también tiene el cartel de la final y la entrada de la vuelta, que le costó mucho dinero. "Para ir a Leverkusen pedí un crédito al Banco Pastor de 80.000 pesetas; lo estuve pagando durante un año. Imagina la cara que me quedó cuando perdimos en los penaltis", bromea. En uno de los cajones del local también guarda la portada de La Vanguardia del día siguiente, inédita: "Como en la ida habíamos ganado 3-0, el diario ya tenía a punto un suplemento especial a color sobre el título del Espanyol que debía encabezar la edición. Pero al final nunca se vendió en los quioscos". Entonces, ¿cómo llegó a manos de Gabriel? Se lo llevará a la tumba: "Los coleccionistas somos como los buscadores de setas, no explicamos dónde encontramos las cosas".
"A menudo me preguntan cuáles son las piezas que tienen más valor para mí. Y siempre digo lo mismo: todas son especiales y cada una tiene una historia detrás", declara Martínez, quien cada mañana revisa las principales webs y apps de coleccionismo en busca de nuevos hallazgos, cuanto más antiguos mejor. También visita anticuarios y mercados almonedistas como el de los Encants, el de Sant Antoni o el de Celrà. "Algunos objetos me los han dado. Hay gente que, en lugar de tenerlo guardado en un armario, prefiere que esté aquí expuesto", comenta Gabriel, que de oficio es mecánico y se considera un coleccionista responsable: su máxima es no estirar más el brazo que la manga.
El rincón de Ricardo Zamora
"Zamora fue el mejor portero del mundo y nunca escondió su amor por el Espanyol", por lo que Gabriel le ha dedicado un espacio al futbolista barcelonés, icono de la Liga. Guarda fotos, carteles, cromos e incluso una carta enviada por el propio Ricardo Zamora a su ídolo y antecesor, Pere Gibert, conocido como el Grapes. También la portada de una revista argentina en la que el celebérrimo escapulario del guardián de la portería perica es de los colores de la bandera de la Segunda República Española: "Esta época me interesa especialmente porque mi familia era republicana". En la colección también hay insignias del escudo del Espanyol sin la corona real -suprimida durante ese periodo-, así como la entrada de la Final del Agua del año 1929 -actualmente cedida al club-, un cartel con Kubala y Di Stéfano vestidos de blanquiazul o la il Chute! de 1932 que ha trascendido como uno de los documentos más identificativos de la rivalidad con el Barça.
El legado polideportivo del Espanyol, que a lo largo de su historia ha levantado títulos en diversas disciplinas, también tiene un espacio reservado en el museo: consta de camisetas de baloncesto y rugby, banderines de hockey patines –"todavía hoy somos el segundo club con más Copas del Rey", apunta Gabriel-, portadas de atciclismo o fotografía en 1941; incluso, el ilustre Miquel Poblet pedaleó de blanquiazul.
"Un álbum de cromos ya sabes cuándo se acaba porque tiene 300 o 400, los que sean. Pero una colección como esta, de un club con 125 años de vida, es interminable. Cada día puede salir algo nuevo, inédito. Y cuando aparece... la sensación es brutal", concluye con emoción el Gabriel Martín histórica del Espanyol y hace proselitismo perico.