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Rusia afronta una de las mayores oleadas de sanciones en la historia del deporte

El Comité Olímpico Internacional ha liderado la campaña para aislar el deporte ruso, pero no a sus deportistas a título individual

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Vista general de la Autòdrom de Sochi en Rusia

BarcelonaJusto un día antes del inicio de los Juegos Paralímpicos de Invierno de Pekín, los organizadores de la cita, en contacto con el Comité Olímpico Internacional, tomaron la decisión de expulsar las delegaciones de Rusia y Bielorrusia. La cita china se inaugura hoy sin ningún deportista de estos estados. Hacía años que un deportista no era expulsado por razones políticas.

La guerra de Ucrania ha obligado a todas las organizaciones internacionales a tomar partido. Y tanto el COI como los organizadores de los Juegos Paralímpicos han sido duros, añadiendo una nueva sanción a la larga lista de castigos que ha recibido Rusia en materia deportiva. "Una de las claves es castigar las representaciones del estado ruso, pero algo muy diferente es el deportista a título individual", explica el abogado Juan de Dios Crespo. Abogado que admite que es un caso complejo legalmente. De hecho, la Federación de Fútbol de Rusia ha afirmado que presentará un recurso al Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) para reclamar poder jugar el play-off para clasificarse para el Mundial de noviembre. También el Comité Olímpico ruso quiere luchar en el TAS.

El deporte ruso sufre una de las mayores sanciones de la historia del deporte, a la altura de aquel recibimiento en los 60 y 70 por la Sudáfrica del apartheid, así como la que recibió Alemania en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Durante la primera semana de conflicto, las expulsiones de clubes y selecciones rusas se han ido encadenando. Han dimitido presidentes de federaciones, se ha cambiado la sede de la final de la Champions de fútbol o el Mundial de voleibol, se ha modificado el calendario de la F1 para no correr en Sochi y se han roto contratos de patrocinio, especialmente con el gigante del gas ruso, Gazprom. El mismo presidente del Chelsea, Román Abramóvich, ha decidido vender el club entendiendo que puede ser sancionado, al ser aliado de Putin. A título individual, decenas de deportistas y técnicos extranjeros que trabajaban en Rusia han decidido irse. Pero ningún deportista ruso ha sido despedido de un club extranjero, puesto que "un deportista no tiene la culpa de haber nacido en un lugar, echarlo por ser ruso sería ilegal". "Una cosa diferente sería si expresa opiniones en público", dice Crespo.

Expulsar de las grandes competiciones a todo un país no es nada nuevo. Le pasó a Afganistán durante los años del primer gobierno talibán, por no respetar los derechos de las mujeres, o le ha pasado a Kuwait hace poco, por injerencias políticas dentro de su Comité Olímpico Internacional. Una cosa muy diferente fueron los boicots voluntarios que hacían muchos estados durante la Guerra Fría, como los Estados Unidos en los Juegos de Moscú del 1980 y los soviéticos en los Juegos de Los Ángeles del 1984. En este caso se trata del COI o el Comité Paralímpico quién toma esta decisión. Antes ya lo había hecho, normalmente después de una guerra. Los perdedores de la Primera Guerra Mundial no estuvieron en Amberes en 1920. Los alemanes y los japoneses no estuvieron en Londres en 1948. Tampoco pudieron participar en el Mundial de fútbol de 1950, en este caso. El caso actual es diferente, puesto que llega en los primeros días de una guerra.

"Hemos tomado esta decisión con mucho pesar en todos los aspectos, también por los atletas rusos. Pero es responsabilidad del gobierno ruso. No podemos caer en la propaganda que llega de allí diciendo que es un acto político. Son las consecuencias de violar las leyes olímpicas para su gobierno", ha explicado Thomas Bach sobre la decisión de dejar fuera a los atletas paralímpicos rusos, que ya estaban en China listos para debutar. Muchos llevaban días entrenándose. Inicialmente, se les dijo que podrían competir como "neutrales", pero la delegación ucraniana, recibiendo el apoyo de otros deportistas, insistió en su expulsión. 24 horas después, se anunció que así sería.

Rusia, como ya había pasado en los Juegos Olímpicos de Invierno de hace pocos días, no podía participar usando su himno y su bandera porque arrastran una sanción por dopaje. Ahora han quedado fuera de casi todas las competiciones de cualquier deporte en el que participara una selección, como la Copa Davis de tenis, donde eran los campeones; como los Mundiales de hockey o voleibol, o la fase de clasificación del Mundial de fútbol, claro. La gran cuestión, sin embargo, es qué hacer con los atletas. Muy pocos se han manifestado a favor de la guerra. La mayoría callan. Y muchos, si han sido valientes, lo han condenado, como el futbolista Fiódor Smólov o el tenista Andrei Rublev. El nuevo número 1 mundial de tenis, Daniil Medvédev, ha declarado: "Ahora mismo olo quiero una cosa, la paz". El Comité Olímpico Internacional ha sugerido a las federaciones de todos los deportes, así como a los organizadores de competiciones, no permitir la participación de atletas y funcionarios rusos en competiciones internacionales. Si tienen que hacerlo, la propuesta es que lo hagan como neutrales sin exhibir banderas, colores nacionales, símbolos o himnos, como ha decidido la Federación Internacional de Natación.

La tenista ucraniana Elina Svitolina, por ejemplo, afirmó que no jugaría su partido del torneo de Monterrey, en México, contra la rusa Anastasia Potapova, su rival. Al ver cómo Potapova condenaba la guerra y los organizadores decretaban que no aparecería en ninguna parte la bandera rusa, Svitolina aceptó jugar. Lo hizo con los colores de la bandera ucraniana. Y ganó. Los deportistas rusos que sí que pueden estar en determinados eventos, compitiendo como neutrales, también afrontan otro problema, el logístico: salir de Rusia cada vez es más complicado por el cierre del espacio aéreo. Algunos, como el tenista Medvédev, no tienen este problema, puesto que reside en Mónaco hace años.

Atacar a los responsables de la guerra

El COI admite: "Estamos satisfechos de ver que muchas federaciones internacionales se suman a estas recomendaciones y dejan claro que es una sanción contra el gobierno ruso, que son medidas de protección para la competición y los atletas. No van contra la gente rusa, contra los atletas rusos, contra las organizaciones deportivas rusas. Las sanciones están dirigidas a aquellos que son responsables de la guerra. Esta guerra ha tenido consecuencias que afectan el mundo entero, no solo a Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Afecta todos los aspectos de la vida, no solo la política y la economía, sino también la cultura, los negocios y el deporte. El objetivo es contribuir a la paz a través del deporte. No pueden quedar dudas de dónde estamos en esta situación. Estamos junto a la paz y queremos dejarlo muy claro". Según Juan de Dios Crespo, las sanciones son "justas" porque es evidente que el gobierno ruso ha usado el deporte para reforzar su imagen y su poder, organizando el Mundial de fútbol en 2018 o los Juegos de Invierno en 2014.

El deporte ruso va por el camino de quedar tan aislado como el sudafricano en los 60. Justo antes de los Juegos de 1964, el COI decidió expulsar a su comité, que había participado en la cita de 1960, puesto que se practicaba la segregación racial. E 1970, después de años de presión internacional, el Comité Olímpico sudafricano fue expulsado del COI, donde no volvería hasta el ascenso al poder de Mandela. Aquellos años, Sudáfrica propuso a la FIFA enviar al Mundial una selección de fútbol, haciendo tres propuestas: una formada solo por blancos, una solo por negros y una solo por mestizos. A pesar de que el británico Stanley Rous, presidente de la FIFA, estudió aceptarlo, la presión internacional evitó que Sudáfrica pudiera competir. Fueron años en los que el hecho de ver un equipo de rugby visitando Sudáfrica podía provocar boicots olímpicos.

Yugoslavia, un caso diferente

En 1992, durante la guerra de los Balcanes, las Naciones Unidas se encargaron de expulsar temporalmente el deporte yugoslavo. Pero en este caso, Rusia tiene derecho a vetar votaciones de las Naciones Unidas, motivo por el que las decisiones las han tomado las mismas federaciones, a instancias de organismos superiores, como el COI o la FIFA, la Federación Internacional de Fútbol. El principio que ha usado el COI es que se ha roto la norma según la cual todas las delegaciones deportivas tendrían que poder competir en igualdad de condiciones. Ucrania ahora no puede hacerlo y el responsable es Rusia. Cualquier selección que represente este estado, pues, es castigada; así como los oligarcas que esté claro que han sido socios de Putin.

Uno de los primeros deportes en reaccionar fue el fútbol. Rusia tenía que jugar este marzo el play-off para clasificarse para el Mundial de Qatar, pero sus rivales, Polonia, la República Checa y Suecia, se negaron a jugar contra ellos. Inicialmente, la solución de la FIFA fue ordenar que tanto la selección como los clubes rusos serían castigados a jugar en terreno neutral, fuera de casa; y que la selección no podría usar el nombre de Rusia. Al no conseguir cambiar la posición de polacos, suecos y checos, decidieron echar a Rusia. Además, la final de la Champions, prevista este año en San Petersburgo, se hará, finalmente, en París. Decisión que no venía sola: la UEFA renunció al contrato de patrocinio con Gazprom, que les deja más de 40 millones de euros anuales en sus bolsillos.

A Vladímir Putin las sanciones le han tocado sus dos deportes preferidos: el hockey hielo, con la selección expulsada de todos los torneos, y el yudo. De hecho, era presidente honorario de la Federación Internacional. Ya no lo es. Según la gimnasta campeona olímpica Alina Kabaeva, miembro de Duma y, según algunas informaciones, pareja sentimental de Putin: "Esta sanción es la más injusta que puedo recordar. Mirad los últimos conflictos, guerras con participación de otros estados, y nunca se sancionaba a sus deportistas. ¿Por qué razón ahora sí?"

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