Sacrificar la juventud por un sueño que ningún catalán ha hecho realidad
Sandor Martín disputará este sábado el título mundial del peso superligero del Consejo Mundial de Boxeo (WBC) en el Barclays Center de Brooklyn


Rubí"Son las cuatro de la tarde, comienza un nuevo día", suena en el Club Boxeo Vega de Rubí. Sandor Martín (Barcelona, 1993) comparte con los Estopa el haber llegado al éxito desde los barrios más trabajadores de la capital de Catalunya y sus cercanías. Los hermanos Muñoz se criaron en Cornellà y Sandor creció en Nou Barris, donde tiene su escuela de boxeo y donde entrena, el gimnasio KO Verdún. No ha vivido en la indigencia, no se droga y no suelta frases humillantes contra sus rivales. Ni practica ni le gustan los estereotipos del mundo del boxeo que han alimentado los comportamientos de algunos de sus protagonistas y las películas que se han hecho. El boxeador catalán simplemente tenía un sueño y ha puesto toda su juventud al servicio de este sueño.
"Nunca he dudado de que por nivel podría ser campeón del mundo. En cambio, sobre si podía llegar a tener la oportunidad de serlo sí que he dudado", dice Sandor (42 triunfos, 15 por KO, y tres derrotas) en una conversación con el ARA pocos días antes de disputar en Nueva York, en el Barclays Center de Brooklyn, el título mundial del peso superligero del Consejo Mundial del Boxeo (WBC) contra el dominicano Alberto Puello, que no ha perdido ningún combate como profesional (23 triunfos, 10 por KO, y cero derrotas).
La cita será la noche del sábado al domingo. "Es muy difícil ser boxeador saliendo desde España. Todo es veinte veces más difícil. No he tenido, sobre todo en mis inicios, el apoyo que necesitaba, y he tenido que luchar más de la cuenta para llegar hasta aquí. Podría haber abandonado en cualquier momento, pero no lo he hecho", argumenta sobre sus dudas.
Durante la entrevista, que Sandor responde sentado en un lado del ring, una persona de su equipo le quita el vendaje que lleva en sus manos después de haber hecho un entrenamiento abierto a los medios en el Club Boxeo Vega de Rubí. Sandor bromea con que le está haciendo daño con las tijeras. "¡Me sacarás el tatuaje!" El vendaje está enganchado a la piel como si fuera yeso. Pero Martín no tiene ningún tatuaje. "Aquí falta apoyo institucional y, sobre todo, inversión económica de patrocinadores y televisiones. Salimos adelante con el dinero de la taquilla, y eso no permite celebrar grandes eventos ni dar proyección a nuestros deportistas. Falta profesionalizar el boxeo en nuestro país", reivindica.
Sandor está convencido de que si derrota a Puello su triunfo puede impulsar el propósito. "Hay que cambiar la dinámica del deporte del boxeo en el país y ser la punta de lanza de un movimiento que facilite las cosas a los que vengan detrás, que no tengan que luchar tanto como he tenido que hacer yo", desea. ¿Ya se ha imaginado como campeón mundial en Nueva York? "No me lo he imaginado, pero quiero que llegue -responde riendo-. Necesito tranquilidad". ¿Será quitarse un peso de encima? "Sí, sí. La gente me pregunta si tengo ganas de que llegue el 1 de marzo y yo respondo que tengo ganas de que llegue el día 2 porque ya habrá pasado todo y me quedaré tranquilo con el trabajo realizado".
El catalán que llegó más lejos
En la historia del boxeo ha habido un total de 14 campeones del mundo españoles masculinos y femeninos, pero ninguno ha sido catalán. Quien estuvo más cerca fue Josep Gironès (1904-1982). Este boxeador de Gràcia, un ídolo deportivo de los años 20 y 30 en Catalunya, tuvo la oportunidad de ser campeón del mundo de peso pluma en la plaza Monumental de Barcelona en 1935 frente a Freddie Miller. Pero el estadounidense le derrotó. "Para mí es un reto ser el mejor boxeador catalán de la historia y el primero en ser campeón del mundo. Siento mucho orgullo poniendo mi nombre junto a eminencias como Gironès".
En el Club Boxeo Vega también está Rafa Martín, el padre y entrenador de Sandor. El bigote afeitado por la zona del medio, la perilla y el palillo que lleva en la boca le hacen inconfundible. "Como entrenador, ser campeón del mundo es un sueño que me queda por cumplir. He tenido campeones del mundo en otras disciplinas, pero me falta uno en boxeo. Y, como padre, ver que tu hijo ha sacrificado su juventud estudiando [llegó hasta el cuarto año del grado de ciencias de la actividad física y el deporte, cuando lo dejó por el boxeo], entrenando y compitiendo en el alto nivel y que le ha ido bien, es un orgullo -dice satisfecho-. Como padre me gustaría que todos los demás padres tuvieran la misma suerte que yo. Tener un hijo que estudie, trabaje y se solucione la vida. ¿Qué más se puede pedir?"