La suerte de poder ver de cerca a los barcos de la Copa América

Un grupo de suscriptores del ARA descubre desde el agua cómo cambia el Port Vell de la ciudad dentro de los cambios pensados ​​para la Copa de vela

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Suscriptores del Ara en el puerto de Barcelona

BarcelonaJusto al salir del Port Vell de Barcelona, ​​a pocos metros de nuestro barco aparece elAlinghi, listo para salir a entrenar. Ya hace semanas que los seis barcos que aspiran a ganar la Copa América de vela navegan por la costa catalana, y este martes un grupo de suscriptores del ARA han podido ver algunas de estas embarcaciones de cerca. Además de uno le sorprende que sean barcos sin motor y que, de hecho, necesiten que una lancha les arrastre cuando tocan agua. Luego, cuando toman velocidad, el viento ya les empuja mar allá. "Una vez se hinchan las velas, vuelan por encima del agua. Es la gracia de la Copa América, existe la mejor tecnología del mundo al servicio de barcos sin motor", explica Àlex Guirao, de la Oficina de Coordinación de Copa América del Puerto de Barcelona.

Algunos de los suscriptores ya habían hecho los deberes y se habían informado sobre la competición y sus espectaculares barcos. Otros no sabían mucho y fueron aprendiendo sobre la marcha. Cuando nació este torneo, quien participa, saber si existe un equipo local y descubrir que este año, por primera vez, habrá una Copa América femenina. La visita organizada por el ARA permite a lectores llegados de diferentes puntos del territorio, del Penedès al Vallès, del Maresme a Osona, descubrir esta competición y, de paso, los cambios en los puertos. Quizás los barceloneses que estaban arriba del barco lo tienen más presente, pero otros hacía mucho que no venían. Para ellos, muchas cosas han cambiado.

Visita con suscriptores en el puerto

Algunos cambios son definitivos y otros temporales, como las seis bases de los equipos que lucharán a partir del próximo agosto para ganar la prestigiosa competición de vela, la más antigua del mundo del deporte. Prueba que por primera vez tiene como sede a Barcelona. A muchos les hace ilusión ver que las golondrinas de toda la vida siguen activas, mientras llama la atención el nuevo servicio de bus marítimo que une Colón con el espacio donde se encuentra el Hotel Vela, transporte recién inaugurado recientemente y que por dos euros permite cruzar el puerto por mar en seis minutos. Los buses marítimos, pequeños y bien cuadrados, pasan a ser nuevos protagonistas de un puerto en evolución constante.

La Copa América, bautizada así en honor al primer barco que la ganó en 1851 (los organizadores han cambiado oficialmente el nombre a Copa América, en lugar de Copa de América, para hacerlo más comercial) ha llevado a casi 1.000 personas de muchos países a vivir durante dos años en Barcelona. Cada uno de los seis equipos mueven a trabajadores y familias que en muchos casos tienen hijos que podrán explicar que estudiaron dos años en la capital catalana. La bandera del ayuntamiento, de hecho, ondea en la sede de los organizadores, el Team New Zealand, que recientemente la recibió de manos del alcalde Collboni. El equipo de Nueva Zelanda sorprendió a todo el mundo al decidir que, en lugar de defender el título en casa, lo haría muy lejos, apostando por Barcelona y desoyendo las ofertas de puertos saudíes, irlandeses o de Málaga. "Es una oportunidad para quienes nos gusta la vela", comentan algunos lectores, que recuerdan orgullosos como quizás Cataluña no tiene tradición en estos barcos grandes, pero aquí siempre se ha navegado con embarcaciones más pequeñas, como el patín de vela catalán .

Una gran bandera en la base del equipo británico

Durante la excursión, es fácil detectar dónde están las sedes de los seis equipos, ya que la tradición es que dejan colgada una bandera gigante de su país cuando el barco está en alta mar entrenando. La estadounidense y la británica son gigantes, más que la suiza, la italiana o la francesa. Uno de los atractivos es aprender cómo funcionan estos barcos que tienen a bordo a ciclistas profesionales para mover el mecanismo que activa los alerones laterales, los foils. Y también elAlinghi, con su moderno buque. Muchos no pueden preguntarse por la vida general del puerto, y en concreto por la contaminación: ahora la apuesta es recibir cada vez cruceros más pequeños y que contaminen menos, creando un sistema, por ejemplo, que permita en un futuro próximo que se conecten a un sistema eléctrico y así puedan apagar los motores. Àlex Guirao ha explicado cómo el puerto se adapta a los nuevos retos, a los nuevos cambios, a una nueva entender de forma el mar.

Desde el mar se disfruta de la vista de la nueva rambla del Rompeolas, que sale de detrás del Hotel Vela, al final del paseo Joan de Borbó; ver también cómo cambia la zona de muelles del World Trade Center, donde hasta hace poco llegaban los ferrys de Balearia; o ver la rehabilitación de los tinglados, con una inversión de 5,7 millones. Estos viejos edificios serán destinados a la Copa América, a la espera de saber su uso futuro. O la remodelación del área pesquera en el muelle de Pescadors, con la construcción de la nueva lonja y la creación de un espacio público abierto a la ciudadanía. El puerto de toda la vida parece ahora más nuevo. Y más abierto a la gente, como los lectores del ARA, que mientras van hacia el picoteo ya hacen preguntas sobre las próximas actividades del Club Premium del ARA.

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