Tenis

El tenis llora la muerte de Manolo Santana

El madrileño, primer campeón español de Wimbledon, ha muerto a los 83 años

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Manolo Santana, en una de las últimas apariciones públicas, este 2021

BarcelonaLa historia de Manolo Santana podría haberse escrito en una novela de ficción. La de un chico de clase muy humilde que se enamora de un deporte que, en aquella época estaba reservado para ricos y que, luchando contra todos los elementos, no solo consigue hacerse un lugar en una clase social que no le correspondía, sino que acaba siendo el más grande de todos. El tenista madrileño, el primer español en ganar un torneo de Grand Slam, ha muerto a los 83 años en su residencia marbellí. Sufría Parkinson desde hacía años.

La pasión por el tenis le llegó de muy pequeño y por casualidad. Un bocadillo tuvo la culpa, el que se descuidó su hermano, que trabajaba de recogepelotas en el club Velázquez. El pequeño Manolo fue el encargado de llevárselo y –recordaba– quedó embobado por aquel deporte de la raqueta. Explicaba que se enamoró de la plasticidad de los jugadores, de la elegancia de los vestidos ... y que se lo hizo venir bien para volver al club un día detrás el otro. Pero había un problema: que era hijo de una familia tan pobre que no podía ni permitirse el precio de una raqueta. ¿La solución? Fabricar una con una silla rota. Y de allí, a la gloria.

Nacido en Madrid en 1938, hijo de un electricista que luchó en el bando republicano, era el pequeño de tres hermanos. Con veinte años ya se había ganado el respecto de aquella España que apenas vivía en el ecuador del franquismo imponiéndose en el campeonato estatal de 1958. Sería el primero de los 72 títulos que ganaría a lo largo de su carrera deportiva, repartidos entre la era amateur y lo era open. Cuatro de ellos, de Grand Slam. Y uno, el oro olímpico de 1968 en México. Además, claro, del barcelonés Conde de Godó, que levantó en dos ocasiones.

Una leyenda del tenis español

En una época en la que el tenis lo dominaban los jugadores norteamericanos y australianos, y mucho antes de que apareciera el fenómeno Rafa Nadal, Manolo Santana llegó a ser el mejor del ranking en 1965. Un mérito, sin embargo, que no le ha reconocido nunca la ATP, puesto que este organismo tan solo tiene en cuenta los trofeos de la era open (creada en 1968). Por lo tanto, en las listas oficiales, su mejor clasificación es el 145º lugar, muy lejos de su nivel real.

Santana había tocado el cielo con los dedos mucho antes. Concretamente, el 27 de mayo de 1961, el día que ganó su primer Grand Slam, Roland Garros. Derrotó al italiano Nicola Pietrangeli en un partido larguísimo que duró cinco sets. Y, tres años después, y nuevamente contra el jugador italiano, conseguiría su segunda corona en París. Después llegaría el OS Open, que se adjudicaría en 1965 contra el sudafricano Cliff Drysdale. Y finalmente, en 1966, llegaría uno de los galardones más importantes de su carrera, el de Wimbledon, porque con aquella victoria contra Dennis Ralston ponía punto final a una sequía de 12 años sin que ningún tenista europeo pudiera ganar el torneo estrella de las islas británicas. El único Grand Slam que le falta es el de Australia, pero es que nunca llegó a disputar el torneo de Melbourne.

Siempre vinculado al deporte

Ya retirado, Santana siguió vinculado al mundo del tenis, sobre todo como entrenador y embajador de torneos. Fue capitán del equipo español de Davis durante nueve años, repartidos en dos etapas, y ejerció de comentarista. Incluido en el Salón de la Fama del Tenis Internacional, su última tarea fue la de director del Masters de Madrid, torneo del cual fue nombrado posteriormente presidente de honor.

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