Tenis

El milagro del otorrino catalán que quería ser campeón del mundo

Carlos Costa Bou sufrió un accidente de moto que frustró su carrera profesional

Carlos Costa Bou,
Carlos Ticó
14/06/2025
4 min

BarcelonaCuando una persona acaba de ganar un campeonato del mundo, coge la moto y va directo al trabajo sin pasar por casa, uno puede intuir que eso no es muy normal. Y si, además, por la tarde se planta en Tarragona para jugar -y ganar- otro partido del Campeonato de España, un torneo que ganó unos días más tarde, después de cuatro horas de batalla en Florida, calor tropical y ni un minuto de sueño, es que estamos hablando de alguien hecho de otra pasta.

Carlos Costa Bou, un barcelonés a punto de cumplir sesenta años, tiene una energía que daría envidia a más de un adolescente. Es médico otorrino, pero podría pasar por deportista de élite. Acaba de coronarse campeón del mundo de tenis en su categoría senior en un durísimo torneo celebrado el mes de mayo en Palm Beach. "He competido cinco veces y por fin he ganado", celebra. Esta vez no iba a probar suerte, ni siquiera a disfrutar del viaje. "Yo ya disfruto siempre, pero en Palm Beach solo iba a ganar. Era el único objetivo", subraya. Y sí, lo logró.

El Campeonato del Mundo +60, así como el resto de categorías del tenis profesional, está organizado por la ITF (International Tenis Federation), la misma entidad que gestiona la Copa Davis y que regula los cuatro Grand Slams. En ediciones anteriores, Costa Bou había jugado en Miami, Croacia, Lisboa y también de nuevo en Palm Beach. Había jugado varias semifinales. Ahora llegaba la gran oportunidad de disputar la final.

Carlos Costa ganando el campeonato del mundo.

Esta vez el rival era Marcelo Ingaramo, un veterano argentino con títulos en su palmarés El partido duró cuatro horas, bajo un sol implacable y una humedad del 90%. "Hacía más de 30 grados. y se ha entrenado con jugadores más jóvenes en el Real Club de Polo de Barcelona.

Costa Bou empezó a jugar a tenis en el club de Premià de Dalt. Ya destacaba de pequeño y un conocido del expresidente de la Federación Catalana de Tenis, Josep Ferrer Peris, movió hilos para que pudiera probarlo en el Barcino. "Un día fui a entrenar, me vieron jugar y enseguida me dijeron que les interesaba", relata. Al año siguiente ya competía en el Campeonato de España Infantil, donde perdió junto a Jordi Bardou, más tarde campeón de España.

Aunque todo parecía indicar que el tenis podía ser su futuro, él no se lo planteaba mucho y también quería estudiar. Sin embargo, tuvo la opción de intentarlo. Entrenaba con Lluís Bruguera, padre de Sergi, campeón catalán en Roland Garros a mediados de los 90, y compartía pista con Jordi Arrese, que años después ganaría la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Bruguera padre les propuso pasar un par de años en su academia para probar suerte como profesionales.

Pero justo en ese momento clave, con dieciocho años y el Campeonato de Catalunya bajo el brazo, la vida dio un giro inesperado: Costa Bou sufrió un grave accidente de moto: "Me rompí la tibia y el peroné. Pasé dos años con muletas". Lo operaron, pero la pierna quedó torcida, con una evidente cojera. "Patía de una pseudoartrosis", afirma.

Carlos Costa Bou jugando de joven a tenis.
Carlos Costa Toro con la pierna bajo tratamiento.

El diagnóstico fue desolador: "Tenían que volver a operarme, pero me dijeron que me engordarían seis meses la rodilla y que me quedaría tocado para siempre". Carlos optó, pues, por el método Ilizárov: un fijador externo que servía para alargar huesos y corregir deformidades, dejando la rodilla libre. Hasta entonces nunca se había utilizado en España.

"Fue un éxito, pero había perdido dos años. Tenía 21 y ya podía olvidarme hacerme profesional", explica. Así pues, decidió terminar la carrera de medicina y trabajar de otorrino. Su padre y su hermano también han sido médicos, y ésta es una especialidad que a él le gusta: "La otorrinolaringología me gusta porque se basa casi siempre en realizar diagnósticos muy visuales y rápidos". Este trabajo, sin duda, se adapta perfectamente a su carácter activo.

Carlos Costa Toro.

El deporte y la familia van ligadas

El médico con alma de deportista no sólo vive para el tenis. También es un apasionado de la bici, el esquí, la escalada e incluso el parapente. "Siempre me ha motivado superarme y no parar nunca. Soy activo, competitivo y duermo poco. Debemos movernos continuamente, estar bien físicamente es importantísimo y disfruto de la exigencia y la dificultad", explica.

Está casado con Lourdes, que comparte esta pasión por los deportes. Ella ha sido campeona de España de natación y juntos han vivido experiencias únicas, como atravesar los Pirineos esquiando. Ahora ella navega por el mar. Carlos lo tenía claro: "Quería una acompañante a quien le gustara el deporte como a mí. Compartir estas experiencias y encajar tan bien con alguien es lo mejor que te puede pasar".

"Tengo dos hijos, Joan y Carla. También dos culos inquietos. Joan es otro enamorado de la adrenalina y de los deportes… ahora vive en los Países Bajos y es instructor de salto en paracaídas", concluye el campeón del mundo. El médico nacido en Barcelona no parece tener intención de aflojar. El deporte es una parte esencial de su vida y no descarta volver a competir en el Campeonato del Mundo.

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