Una casa donde el trabajo es la vida: los talleres ocupan los principales espacios del piso
Vivienda-taller (El Raval, Barcelona) del estudio Agustí Costa
En el corazón del Raval, un piso de planta imposible se ha convertido en una vivienda-taller que prioriza el arte -o el trabajo del arte- por encima del descanso. Es el proyecto de interiorismo de Agustí Costa para una artista que quiere vivir trabajando, no trabajar por vivir. En la calle del Carmen de Barcelona, en la última planta de un edificio modernista de 1870 reformado por Josep Pujol y Brull en 1911, el piso mide sólo 1,25 metros de ancho en algunos tramos y llega hasta los 6,45 en otros, pasando por al menos ocho anchuras diferentes, esto a lo largo de 33 metros lineales² útiles. El espacio, largo y estrecho, con cuatro patios interiores y muchos recuerdos estructurales, debía dejar de ser un hogar convencional. Ahora es un taller con dormitorio, cocina y estar.
Éste es el reto que asumió el interiorista Agustí Costa: transformar una estructura degradada, con grietas, humedades y pavimentos dañados, en una vivienda-taller contemporánea, pero coherente con el pasado. La nueva propietaria, artista de dibujo, ilustración, animación y grabado, tuvo muy claro desde el primer momento qué quería: la luz natural por crear. Costa lo explica así: "El encargo nos obligaba a huir de los convencionalismos. El piso debía tener tres talleres, una zona de informática, espacios de almacenamiento y, en segundo término, las estancias propias de una vivienda: cocina, comedor, estar, dormitorio y baño". Debían transformarlo, eso sí, "sin perder los mosaicos hidráulicos ni las molduras de yeso originales, ni el espíritu modernista que todavía flota entre paredes", dice el interiorista.
La intervención se realizó con mano quirúrgica. Se suprimieron tabiques, puertas y pasillos para ganar anchura y visión. Ahora la planta se contempla de un solo vistazo, y el espacio fluye. El orden no está marcado por los muros, sino por el mobiliario, con la mayoría de piezas diseñadas a medida. Es un espacio único que se autoorganiza. Y sí, por voluntad del artista, los talleres ocupan las zonas con más luz natural –la de la calle y la que da al patio de manzana. Uno de los talleres, en el fondo, conecta con la sala de informática y una galería convertida en rincón de lectura gracias a una cortina vegetal. Los otros talleres, en la otra punta, dan a la calle y están unidos por dos grandes aberturas. Todo el espacio está pensado para trabajar sin interrupciones: la zona de reposo se reduce a lo esencial.
En el cuerpo central, la cocina-comedor, el dormitorio y la zona de estar. También el baño, un cubo de cristal translúcido que flota en medio de la planta e ilumina las áreas próximas. Tiene acceso desde ambos extremos y su elevada tarima permite esconder las instalaciones. Al lado, la cocina lineal, integrada en el espacio, se funde con el estar. De hecho, todo en ese piso se conecta sin puertas. Sólo el WC tiene. El dormitorio se aísla con un armario-librería estratégicamente situado en el portal.
El pavimento original de mosaico se ha restaurado y, donde no había, se ha colocado vinilo o mosaico rectificado. expresamente, como un guiño al modernismo que un día definió este edificio, la luz siempre distribuida por tubos de aluminio anodizado. es, en palabras de su autor, "un ejercicio de conciliar lo viejo y lo nuevo, de reducción minuciosa, que explora formas nuevas pero sin romper el hilo del tiempo" Y, en todo caso, es un lugar que dice claramente que aquí no se vive para descansar, se vive para crear.
De 1,25 a 6,45 metros de ancho
Este piso del Raval tiene dimensiones endemoniadas. Los 35 m de largo y una anchura del todo irregular que va de poco más de un metro a 6,45 metros, pasando por ocho tamaños diferentes antes eran una vivienda-pasillo. Tras la reforma del Estudio Agustí Costa, este taller-hogar de una artista es una sucesión de espacios que alternan trabajo y vida.