Finanzas

"Cuando ves una cucaracha, es que hay más": así se explican los problemas recientes de la banca en EEUU

Las fuertes pérdidas de diversas entidades regionales generan dudas sobre la solidez del sistema financiero del país

Sede de Zions Bank, en Salt Lake City.
03/11/2025
5 min

Barcelona"Si ves una cucaracha, probablemente habrá más". Con estas palabras se refirió Jamie Dimon, histórico consejero delegado del gigante bancario estadounidense JP Morgan Chase, a la quiebra de dos empresas del sector automovilístico el pasado mes que provocaron pérdidas en varios bancos de Estados Unidos, incluidos el suyo. Pocas semanas más tarde, otras entidades regionales anunciaron fuertes pérdidas provocadas por créditos que varios clientes empresariales les habían dejado impagados, lo que derrumbó sus cotizaciones en bolsa y levantó dudas a la prensa sobre la salud del sistema financiero estadounidense.

Las dos compañías quebraron –casi simultáneamente– el mes pasado eran el fabricante de componentes para automóviles First Brands y Tricolor, una empresa especializada en dar crédito subprime (a clientes de rentas bajas y, por tanto, con alto riesgo de impago) para la compra de coches. JP Morgan Chase admitió haber perdido 170 millones de dólares sólo con la bancarrota de First Brands, una cifra pequeña para una multinacional con activos valorados en 4 billones de dólares e ingresos de 170.000 millones anuales, pero que pese a todo hizo sonar las alarmas entre los inversores y obligó al propio Dimon.

Días más tarde, otro banco de inversión más pequeño, Jefferies, cayó un 9% en bolsa cuando anunció que tenía una exposición (dinero prestado o invertido) de 750 millones de dólares en First Brands. Las caídas en los parqués siguieron días después por los problemas de dos bancos regionales, Zions –del estado de Utah– y Western Alliance –de Arizona–, que sufrieron una bajada del precio de las acciones. En el caso de Zions, anunció pérdidas de 50 millones de dólares por dos préstamos, uno industrial y otro comercial, y emprenderá acciones legales para recuperarlos. En cuanto a Western Alliance, llevó a los tribunales un fondo de inversión inmobiliario al que le había dado un crédito de 100 millones de dólares que por el momento no ha recuperado. El mismo fondo tiene litigios legales por impagos con otros tres bancos regionales que en total le reclaman 270 millones.

Todo ello impactó de lleno en la confianza de los inversores en la robustez del sector financiero estadounidense y provocó fuertes caídas de las acciones de los bancos, tanto pequeños como grandes, en EE.UU. y en el resto del mundo.

Fragmentación elevada

Ahora bien, los episodios descritos son de pérdidas pequeñas o de problemas que afectan a pequeñas entidades estadounidenses. ¿Por qué, por tanto, se ha extendido la sensación de duda sobre la solidez del sector financiero? "El sector bancario de Estados Unidos es muy diferente al europeo", explica Emili Vizuete, profesor de economía de la Universidad de Barcelona especializado en el sector financiero. La principal diferencia es que, mientras que en Europa la industria financiera está dominada por bancos grandes que "hacen de todo", en EE.UU. está "muy segmentada", añade.

Sede de Western Alliance Bank, en la ciudad estadounidense de Phoenix.

Es decir, un banco europeo tiene divisiones que se dedican a todo tipo de negocios. Esto no siempre es así en Estados Unidos, donde la mayoría de entidades están especializadas en un tipo concreto de negocio, como hipotecas, crédito al consumo, créditos universitarios, etc. Además, están fuertemente regionalizados, de forma similar como lo estaban las cajas de ahorros en España antes de la crisis financiera e inmobiliaria de 2008.

Sobre el papel, esta fragmentación tiene como elemento positivo que si un sector en concreto sufre problemas, esto no afecta a toda la industria bancaria. Es decir, si hay problemas con el consumo, al menos inicialmente sufrirán los bancos especializados en créditos al consumo, pero no el resto. La parte negativa es que son entidades más pequeñas y con todos los huevos puestos en la misma cesta, por lo que si su sector tiene problemas, no pueden salvarse gracias a tener negocios en otros sectores.

A este elemento hay que añadir los temores por la llamada shadow banking, la banca en la sombra, y en particular por las llamadas Non-Depository Financial Institutions (NDFI, o instituciones financieras sin depósitos), empresas que dan préstamos especializados (a menudo a otras compañías), pero carecen de licencia bancaria ni depósitos o cuentas de clientes. Es decir, hay empresas dando crédito sin ser formalmente bancos que, por tanto, operan al margen de la normativa bancaria y de los reguladores, como la Reserva Federal (el banco central de EE.UU.).

El tamaño de los NDFI es una cuestión que preocupa a los inversores, sobre todo porque no está tan controlado por las autoridades que, desde el 2008, han incrementado notablemente la regulación del crédito a la banca estadounidense para evitar un nuevo colapso del sector como el que casi derrumba la economía mundial hace diecisiete años. El otro interrogante es el nivel de exposición del conjunto del sector financiero tanto en la banca regional especializada como en los NDFI.

Situación contenida, de momento

La principal fuente de nervios es que todas estas entidades pequeñas y bancos en sombra se financian en buena parte acudiendo "al sistema bancario normal", indica Vizuete, ya sea porque los bancos convencionales les dan crédito o participan en su capital. Y si no, encuentran financiación a través de fondos de inversión, que, a su vez, tienen como accionistas a la gran banca estadounidense. Dicho de otra forma, si los bancos pequeños o los NDFI comienzan a sufrir porque los clientes no les devuelven los préstamos, sus pérdidas no quedan sólo estancadas en sus sectores, sino que ponen en peligro, al menos en parte, la solvencia de las mayores entidades del país.

Otra duda es si la gran banca no ha vuelto a ser demasiado laxa a la hora de dejar dinero a estas instituciones y, al mismo tiempo, si éstas también están dando crédito a clientes (empresas y ciudadanos) con demasiado riesgo. "El pánico es normal", añade Vizuete, pero envía también un mensaje de calma: la situación que ha vivido el sector financiero estadounidense en las últimas semanas no tiene, "ni mucho menos", la magnitud de la crisis de las subprimas de 2008. La exposición se limita, por el momento, a unos 1.400 millones de dólares, una cifra baja para el conjunto de la banca de EE.UU. "No es un peligro ahora mismo", concluye el profesor de la UB.

Ahora bien, con la economía estadounidense en frenada por la incertidumbre política e internacional desde el regreso de Donald Trump a la presidencia, el paro al alza y los temores crecientes a una burbuja tecnológica en torno a la inteligencia artificial y las criptomonedas, sólo faltaban las palabras de Dimon para acabar de poner el miedo en el cuerpo de los inversores 2010 y hay señales de que puede haber un exceso de crédito".

stats