El BCE inicia la retirada de estímulos ante la recuperación económica y la escalada de la inflación

Las compras de deuda se rebajarán "moderadamente" pero se mantendrán hasta marzo de 2022

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La presidenta del BCE, marcaINICIONERAddedByNERChristine AddedByNERLagardemarcaFINNER, en una imagen de archivo.

BruselasLa recuperación económica ya es lo suficientemente favorable como para empezar a bajar el ritmo de los estímulos de emergencia que el Banco Central Europeo (BCE) activó cuando estalló la pandemia de coronavirus . La institución que dirige Christine Lagarde ha anunciado este jueves que, a pesar de que el programa especial de compra de deuda antipandemia (PEPP) se mantendrá hasta marzo de 2022, ha llegado el momento de recalibrarlo "moderadamente" a la baja, es decir, que de aquí a finales de año el BCE comprará menos bonos de los que ha sido comprando hasta ahora. El claro rebote de las economías del euro y la escalada de precios de este verano explican la decisión del BCE.

Esta es una primera señal de optimismo, una demostración de que organismos e instituciones interancionales ven la luz al final del túnel de cara a finales de este año, cuando se prevé recuperar los niveles económicos prepandemia, un ritmo más acelerado del que se había anticipado inicialmente. Ahora bien, se mantiene la máxima prudencia porque la pandemia continúa, pueden llegar nuevas variantes y nuevas oleadas de contagios. "Sabemos que tenemos que seguir manteniendo las condiciones de financiación favorable, pero con un ritmo moderadamente más bajo de compra de deuda", ha dicho Lagarde, que ha recalcado la importancia de haber escogido la palabra "moderadamente". De aquí que haya dejado claro que el BCE está preparado para pulsar de nuevo el acelerador si es necesario.

Hasta ahora, el BCE estaba comprando deuda por valor de unos 80.000 millones de euros al mes, un ritmo que la institución rebajará a partir del último trimestre de este año a pesar de que no concreta cuál será el nuevo volumen de compra mensual, pero los analistas lo sitúan alrededor de los 60.000 y 70.000 millones de euros mensuales. Las proyecciones del organismo que preside Lagarde han mejorado todavía algo más este septiembre. El BCE prevé que este 2021 la economía de la eurozona repunte un 5%, mientras que el junio calculaba que el crecimiento sería de un 4,6%. De hecho, en el segundo trimestre la economía del euro llegó a avanzar más que la de China o los Estados Unidos. Por eso Lagarde se atreve a empezar a levantar el pie del acelerador, antes incluso de que lo haya hecho la Reserva Federal norteamericana.

Jerome Powel, homólogo de Lagarde en los Estados Unidos, sin embargo, también marca finales de este 2021 como el horizonte para empezar ahí la retirada de los estímulos, prevista para diciembre. "Todavía no hemos llegado al final, nos estamos acercando, pero no hemos llegado", ha insistido a su vez la expresidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), que, a pesar de haberse avanzado a la Reserva Federal, mantiene un discurso extremadamente prudente.

El aumento de los precios tiene mucho que ver con esta decisión. La inflación escaló hasta el 3% este agosto, principalmente impulsada por los precios de la energía. El mandato del BCE pasa por mantener la evolución de los precios alrededor de un 2%, un objetivo que recientemente flexibilizó en un cambio de estrategia que rompió con el dogma de los más ortodoxos y adversos a la inflación, lo que se conoce como el dogma germánico. Los consejeros del BCE prevén que el aumento de la inflación sea temporal y que empiece a rebajarse en 2022 y 2023, pero que subiera hasta el 3% disparó a su vez las alarmas en un momento en el que también se tienen que recuperar los salarios y en el que los tipos de interés siguen en mínimos históricos. De hecho, este jueves el BCE ha decidido no tocarlos y, por lo tanto, que sigan en un 0% en el caso del tipo general y en el aspecto negativo del -0,5% para la facilidad de depósito, es decir, los intereses que los bancos pagan al BCE para que les guarde el dinero en vez de invertirlo.

El aumento de la inflación asusta a los más estrictos pero estaba dentro de la previsión de la mayoría de organismos internacionales, incluido el propio BCE. El fenómeno se debe, en parte, a que la economía rebota con tanta fuerza que se han producido los llamados "cuellos de botella", es decir, problemas de suministro de ciertas materias porque los proveedores no pueden satisfacer de golpe la demanda acumulada. Por eso, Lagarde ha insistido en que el aumento de la inflación es principalmente temporal, causado en buena medida por el aumento de los precios de la energía.

Los ministros de Finanzas de la zona euro se reunirán de hecho este fin de semana con todas estas buenas noticias encima de la mesa que les tienen que permitir también empezar a quitar el polvo a un debate de fondo: el endeudamiento. Si los gobiernos de toda Europa han podido frenar la caída de sus economías es gracias a que el BCE ha estado comprando la deuda que emitían para poder pagar las ayudas públicas. De momento, las normas de déficit y deuda están suspendidas y así seguirán hasta el 2022, pero el fin de la crisis que empieza a divisarse también traerá de la mano la discusión sobre si las antiguas normas fiscales sirven en un mundo post-pandemia.

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