El ataque ruso en Ucrania

La desesperación de los pequeños empresarios: "Tendremos que subir los precios"

Un labrador, un taxista y un pastelero explican cómo sufren las consecuencias del ataque ruso en Ucrania

El coste de la harina y la luz, ha subido un 50% el último año
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BarcelonaSe llaman Joan Rius, Jordi Ramírez y Gerard Serra, pero sus testimonios pueden representar perfectamente al de miles de responsables de pequeños negocios y empresas que después de sobrevivir como han podido a la crisis del covid y los posteriores problemas de desabastecimiento ahora se enfrentan “asustados” a las consecuencias económicas del ataque ruso en Ucrania. Unas consecuencias que, además, evidentemente, de la tragedia de miles de víctimas mortales, conllevan un aumento enorme de los precios de productos como los cereales o el aceite vegetal, pero, también, de la luz, el gas o la gasolina, unos incrementos que difícilmente podrá esquivar ningún sector económico. Solo a modo de ejemplo Pimec alertaba esta semana que la escalada del precio de la energía puede acabar con un 16% de las pymes catalanas y conllevar la pérdida de 320.000 puestos de trabajo.

“Tenemos pérdidas”

Joan Rius es labrador y trabaja en una granja en el Bages

Joan Rius trabaja en la granja familiar que tiene en Castellfollit del Boix. El propietario es su padre, a quien le faltan un par de años para jubilarse, y también tienen un trabajador. Actualmente, cuenta con 300 terneros de engorde propios y 10 vacas de pasto. Pero los números no les salen. “Actualmente tenemos pérdidas”, explica. ¿Los motivos? Hace un año pagaban a 180 euros la tonelada de cereales y ahora a 425 euros; el litro de gasóleo rojo, que nunca había superado el euro, ya lo pagan a 1,2 euros. Lo mismo les pasa con la factura de la electricidad y consumen mucha para que funcionen los motores. “Con el inicio de la guerra se han acentuado estos crecimientos a un nivel que no podremos aguantar porque el precio de la carne no sube a este ritmo”, afirma. La situación, dice, es muy complicada: “Si vamos acumulando meses de pérdidas, nos tendremos que plantear qué hacer”.

Según dice este labrador de 20 años, muchos jóvenes que se quieren dedicar al sector primario ven ahora con incertidumbre su futuro. “Yo estoy frustrado, estoy estudiando un grado superior de ganadería y no sé si me podré dedicar a lo que me gusta. No sé qué futuro me espera”, exclama con cierta impotencia. En cuanto al stock, tienen maíz para alimentar al ganado durante dos meses, mientras que por la cebada no tienen que sufrir porque se abastecen con producción propia. Hay que recordar que el 41% de maíz que recibe España y el 55% de la Unión Europea es de origen ucraniano. “De momento todavía podemos comprar, pero a precios desorbitados”, explica. Rius añade que con el actual número de reses que hay en Catalunya será imposible alimentarlos a todos si la situación se alarga. “Se tiene que hacer un replanteamiento y reducirlos, y que, a la vez, Catalunya pueda autoabastecerse de cereales”, apunta.

“Gano 300 euros menos”

Jordi Ramírez hace 17 años que es taxista en Barcelona

Jordi Ramírez, de 52 años, se gana la vida con su taxi por las calles de Barcelona. “Mis beneficios cada vez son menos: estoy ganando entre 200 y 300 euros menos al mes”, explica. Durante su larga experiencia hasta ahora nunca había visto que el precio del gasóleo superara los 2 euros el litro.

A pesar de que todavía no lo ha empezado a hacer, sí que le ronda por la cabeza para “no quemar tanta gasolina” dejar de dar vueltas por la ciudad con el coche vacío en busca de pasajeros y optar por pararse en una parada y esperar a que alguien venga. A este contexto se le tiene que sumar que sus tarifas se regulan una vez al año y, por lo tanto, si en medio empieza una guerra como la actual que lo cambia todo, son los taxistas los que tienen que asumir todo el aumento de los costes. “Ahora que levantaban la cabeza después del covid viene esto”, lamenta resignado.

13.000 euros de luz

Gerard Serra tiene tres pastelerías en Osona

“El precio de la harina ha subido un 50% en el último año. También se han incrementado mucho las últimas semanas el azúcar, las grasas vegetales y, por lo tanto, de rebote el chocolate, y hemos llegado a pagar de factura de la luz y una de gas el diciembre pasado 13.000 euros por dos pastelerías y los obradores, una barbaridad”. Habla Gerard Serra, que tiene tres pastelerías, una de las cuales abierta justo antes de la pandemia.

Para intentar reducir al máximo el coste de la energía, Serra ha recurrido en los últimos años a un asesor energético. “Nos está recomendando que firmemos un contrato por un precio fijo de 180 euros por megavatio hora (MWh). Parece que es muy goloso teniendo en cuenta el precio al cual se ha llegado esta semana (544,98 €/MWh), pero nos podemos encontrar que en unos días regulen el mercado y acabemos pagando esta barbaridad”, lamenta. De momento lo que sí que ha decidido es instalar placas solares en el obrador de pastelería para cubrir un 25% del consumo de día, hecho que le supondrá un gasto inicial de 30.000 euros.

“Desde septiembre todo nos ha ido aumentando y con la guerra ahora está descontrolado, tendremos que subir un poco los precios para resistirlo”, dice, resignado. Reconoce abiertamente que está asustado en este contexto: “Estamos desamparados porque no sabes a quién recurrir, no se puede vivir con esta incertidumbre”.

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