Barcelona¿Cuántas polémicas puede acumular una sola persona? En el caso del fundador de Tesla, Elon Musk, es posible que cualquier predicción se quede corta. Después de meses de negociaciones y tira y afloja, el viernes el magnate sudafricano dejó en papel mojado el acuerdo que había sellado para comprar Twitter por 44.000 millones de euros. Así lo comunicó al regulador bursátil de Estados Unidos (SEC, en inglés), a través de una carta que abre la puerta a un nuevo episodio de batalla legal por la que tenía que ser una de las grandes operaciones tecnológicas del año. La red social ya ha respondido con la amenaza de llevar esta ruptura a los tribunales para obligarlo a sacar adelante la adquisición.
El argumento del multimillonario es que la compañía ha incumplido las condiciones del acuerdo. El magnate alega que la tecnológica hizo declaraciones "falsas y engañosas" durante las negociaciones y que no le ha facilitado una información que considera necesaria para cerrar la transacción y que reclama desde hace dos meses: la cantidad de cuentas falsas y de correos basura que hay en la red social. Twitter asegura que menos del 5% de sus usuarios son cuentas falsas y de correos basura, lo que el magnate sudafricano considera una "subestimación dramática".
Sin embargo, hay otro punto clave en esta retirada de Musk. Justamente esta semana la red social ha confirmado que ha despedido una tercera parte de su equipo de captación de talento y ha congelado las nuevas contrataciones. Por otro lado, la empresa ha prescindido de dos de sus altos ejecutivos y tres directivos más de la cúpula han anunciado su marcha. El fundador de Tesla considera que no ha dado su "consentimiento" para estas decisiones, que salen de lo que se pactó en el documento para acordar la compra.
De momento, la decisión de Musk consiguió que las acciones de Twitter se hundieran un 6% en la bolsa, cuando ya han perdido más de la mitad de su valor en el último año. Es solo la enésima vez que el hombre más rico del mundo altera los mercados en cuestión de horas. Una de las más sonadas le costó una sanción de la SEC en 2018 después de decir –precisamente, en Twitter– que estaba pensando en lanzar a bolsa Tesla con las acciones de 420 dólares (un número que se usa para referirse a la marihuana), lo que hizo que el valor de la marca de coches eléctricos se disparara.
Discriminación racial en Tesla
El barco insignia automovilístico de Musk también se enfrenta a la denuncia de un grupo de trabajadores de su fábrica de Freemont (California) que acusan a la empresa de discriminación racial. Uno de estos empleados, Owen Diaz, atestiguó en el juicio que otros compañeros y supervisores se referían a ellos con insultos constantes por ser negros. El texto de la demanda también describe como se los había segregado en áreas determinadas bautizadas como "la plantación" o "la nave de los esclavos". Uno de los inversores de la compañía, Solomon Chau, ha presentado otra denuncia contra su fundador y la cúpula directiva para esquivar las quejas de la plantilla y permitir que se instalara una cultura laboral tóxica. "Tesla ha creado una cultura de trabajo basada en el abuso racista y sexista, y la discriminación contra sus propios trabajadores. Este ambiente se ha gestado internamente durante años y solo recientemente ha emergido la verdad", criticó este accionista.
Otra de sus empresas, Neuralink, recibió en febrero una queja registrada en el departamento de Agricultura de EE.UU. de la ONG Comité de Médicos por una Medicina Responsable (PCRM, en las siglas en inglés) por el supuesto "sufrimiento extremo" al cual se habían sometido los monos utilizados para los experimentos con chips cerebrales. La entidad sin ánimo de lucro acusaba al grupo de maltratar a los animales, "a los que mutilaban los cerebros y eran abandonados hasta que morían", unas críticas que fueron refutadas por la empresa.
En los últimos meses, el empresario también ha acaparado titulares por las acusaciones en un reportaje en el digital Business Insider de una azafata de vuelo de su compañía SpaceX. La trabajadora aseguró que él le enseñó el pene y se ofreció a comprarle un caballo a cambio de satisfacer sus deseos durante un vuelo en jet privado en 2016, mientras ella le hacía un masaje (a pesar de que no había sido contratada como masajista). La denuncia no prosperó porque las dos partes llegaron a un acuerdo por el cual la azafata cobró 250.000 dólares para no llevarlo a los tribunales. Musk aseguró que los hechos eran "totalmente falsos" y que el artículo se había publicado con "motivaciones políticas".
Twitter prepara la batalla legal
A Twitter no le faltó tiempo para contraatacar y, minutos después de que se hiciera pública la noticia, su presidente, Bret Taylor, anunció que el consejo directivo estudia "emprender acciones legales para llevar a cabo el acuerdo de compra" en el precio y los términos pactados con Musk, que mejoraban con creces el valor actual de sus acciones. El directivo confía en que la empresa ganará el caso en los tribunales de Delaware y que conseguirá forzar la aplicación del acuerdo. La red social también podría buscar una compensación económica por daños.
Ante las alegaciones del empresario, Twitter asegura que sus datos sobre las cuentas falsas son correctas y que ha hecho concesiones durante los últimos meses para dar a Musk acceso al sistema que permite analizar los tuits. Según el acuerdo, si no se consolida la compra hay una "comisión de ruptura" de 1.000 millones de dólares para la parte implicada, que Musk se comprometió a pagar. Aun así, en el documento prevé una excepción por "efecto material adverso", un concepto que hace referencia al descubrimiento, después del pacto de compra, de una situación que no estaba prevista en el acuerdo inicial y que el magnate ha usado en su carta de ruptura.