DISEÑO

La botella que hace pasar la sed a Pedro Sánchez no genera residuos

Closca es la empresa valenciana que está detrás de diseños como un casco de bici plegable que ya se vende en la tienda del MoMA

La botella que hace pasar la sed a Pedro Sánchez no genera residuos
Paula Solanas
19/05/2019
3 min

En campaña, cualquier gesto, prenda o marca que acompaña a un candidato es susceptible de ser analizado en clave política. En el debate de TVE para las elecciones generales, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, llevaba un jersey de la marca 198, una firma republicana, de izquierdas y de producción sostenible. En el caso de Pedro Sánchez, el cuidado no se puso en la moda. El presidente electo español se dejó ver en un mitin en Valencia con una botella de Closca, una empresa de la ciudad que se ha convertido en estandarte de la lucha contra el consumo de plástico. Se trata de un recipiente de vidrio y silicona reutilizable que se puede atar en la mochila o en la bicicleta gracias a una banda magnética y que incorpora un infusionador para mezclar el agua con té o fruta.

Pero esta marca no se reivindica con un solo producto. “No somos una empresa de diseño sino que lo utilizamos como lenguaje”, explica Carlos Ferrando, su fundador. Defiende que las firmas del futuro ya no se segmentarán por lo que fabrican sino por las actitudes que representan. Para Closca, el foco está puesto en "las personas que no tienen miedo al cambio" en ámbitos como la movilidad o la reducción de residuos. Y ese concepto abstracto se materializó en un casco de bicicleta para convertir ese elemento de seguridad en un accesorio de diseño. “No queríamos un casco sino un icono. Podría haber sido cualquier otro objeto”, dice Ferrando. El diseño permite reducir un 50% el tamaño del casco cuando el usuario no lo utiliza -“Es tan estrecho como un libro”- y lleva incorporado un chip NFC que permite, por ejemplo, conectar con el móvil y llamar al contacto de emergencia en caso de que el ciclista suceda un accidente.

Ahora este invento patentado se puede encontrar en las tiendas de algunos de los museos de arte contemporáneo más prestigiosos, como el MoMA, el Guggenheim de Nueva York (el casco está inspirado en este edificio) y el Centro Pompidou. Los cascos de Closca también se han hecho un hueco en los estantes de las cadenas preferidas de los enamorados del diseño funcional como Uniqlo, The Conran Shop y Breuninger.

Ferrando se ríe cuando recuerda que la primera lluvia de ideas llegó -“Como muchas cosas que pasan en Valencia”- haciendo un arroz del señorito en la playa de la Patacona en 2013. “En 1996 me decían que era un náufrago porque no tenía coche e iba en bicicleta. Afortunadamente ha cambiado mucho todo”, razona. Él mismo se sorprendió de ver por las redes sociales una fotografía de Pedro Sánchez utilizando la botella de Closca entre discursos electorales. "No sabíamos que era cliente", dice.

El próximo combate del diseño activista de la compañía es el plástico. Con el recipiente, la empresa también lanzará una aplicación que sitúa en un mapa más de 215.000 fuentes públicas en el mundo para que el usuario las utilice para rellenar la botella. Para el emprendedor, en unos años el mal hábito de consumir plástico estará igual de mal visto que “fumar delante de un niño pequeño”. "Cuando sabes que, en un 81% de probabilidades, un trago de agua le cuesta al planeta una botella, ves que esto no tiene sentido", apunta Ferrando.

El emprendedor quiere generar un “movimiento” a través del cual las personas reciban puntos para beber en una fuente con su propia botella en lugar de pasar por la tienda y comprar una de plástico. El sistema les permitirá cambiarlos por regalos o descuentos en servicios promocionados por las marcas que se sumen a la plataforma. Por ahora, la empresa ha cerrado un acuerdo con Google para realizar un proyecto en Europa, ha colado sus botellas en las tiendas de Moleskine y está en contacto con el Ayuntamiento de Shenzhen para convertir en un juego el hábito de beber agua en las fuentes públicas.

El siguiente paso en la filosofía de Closca es diseñar su propia fuente para que se pueda instalar dentro de tiendas y empresas. “Es uno coming soon ”, dice Ferrando. El emprendedor afirma que hasta ahora ha vendido 100.000 cascos de bicicleta y entre 50.000 y 60.000 botellas, unos productos que se mueven entre los 40 y los 120 euros. En 2018, ambos productos generaron unos ingresos de 1,2 millones de euros para Closca, mientras que para este año la previsión se multiplica casi por tres: 3,5 millones de euros de facturación. De momento el equipo suma ya una veintena de personas en su sede de la Universidad Politécnica de Valencia y tiene oficinas en Nueva York y en China: “El 85% de lo que vendemos va fuera de España”.

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