El chucho Ideal
La centenaria pastelería de Gran de Gràcia se sobrepuso a un terrible incendio en el 2022
Trescientos gramos de chupo son muchos gramos. Pesa y harta, pero no es nada graso. La pasta es fina, está reboteado de una crema ligera y deliciosa. Es el de la pastelería Ideal, claro, en Gran de Gràcia 207, que quedó segundo del concurso de lo mejor chucho del mundo de 2019 y, a pesar de no haber ganado, desde entonces Lluís Álvarez cumple entre ciento cincuenta y doscientos el día. Se venden todos y, si hiciera más, también se venderían. que le ha puesto de moda otra vez después de un tiempo de olvido. 2000 después de más de veinte años de no hacerlo. Y eso que su abuelo Miquel, el fundador, ya lo hacía. vive una segunda juventud tras superar el trance del incendio de enero del 2022 que casi les hizo bajar la persiana para siempre. una historia con final feliz, de superación del infortunio –un cortocircuito destructivo en la trastienda– y sobre todo de estima vecinal. Desde el minuto cero del incendio, todo el barrio se abocó a apoyarlos, calidez facilidades para que la pesada espera de la reapertura se hiciera lo más corta posible. Tres meses cerrados para realizar reformas, recuperar los desperfectos y, por suerte, mantener los elementos característicos. del mobiliario y la decoración, que se dañaron pero no irremediablemente. “Nos sentimos muy queridos”, rememoran Luis y su hermano Miguel Ángel, las almas hoy de la Ideal.
También está Maria, la hija de Lluís, que les echa una mano, y Maria Lluïsa, por supuesto, la matriarca, que tiene más de noventa años, pero aún compra todos los ingredientes de la famosísima tortilla de patata, cebolla y calabacín que cada martes y miércoles prepara para los bocadillos que tantos clientes vienen expresamente a buscar. A esto se le llama respeto o, mejor dicho, veneración por los clásicos.
Maria Lluïsa y Jordi, los padres de Miquel Àngel y Lluís, fueron la segunda generación del negocio familiar. Ellos hicieron la reforma de principios de los años cincuenta, cuando el cartel de la fachada perdió el artículo El que acompañaba a ideal. "El Ideal sonaba demasiado antiguo, demasiado a imposición franquista", recuerda Lluís. Nos deja entrar en el obrador que cada día se pone en marcha a las 5.30 de la mañana para preparar todos los productos que después vienen a la tienda. ¡Parte de la maquinaria es centenaria! La trituradora de almendra, la batidora del bizcocho y el merengue, la amasadora de la pasta de hojaldre y la pasta de croissant. “¡Y los rodillos de los abuelos!”, exclama Lluís, que tienen más de cien años –desde 1919 al pie del cañón– y funcionan igual de bien que el primer día.
Justo ahora está preparando los roscones de cabello de ángel que se llaman vieneses. Y hace poco que reposa en el congelador el bizcocho de la reina, otro dulce centenario que los toman de las manos. “Piensa que hay clientes que hacen kilómetros para venir a comprarlo, ¿eh?”. Las fiestas señaladas son una auténtica locura en la Ideal. Los turrones, las tortas de San Juan, los panellets, las monas de pascua y, sobre todo, el roscón de Reyes. Colas larguísimas y páginas llenas de encargos. No dan abasto. Están felices del reconocimiento popular y piensan que no necesitan potenciar la venta online porque con la venta en mostrador ya les basta.
Maria hace un apunte muy interesante. Desde la plaza Lesseps hasta la esquina de abajo de la Ideal, en Gran de Gràcia están representadas todas las actuales cadenas de repostería habidas y por haber: 365, Santa Glòria, Vivari, Macxipan, Levadura Madre... Y se prepara la apertura de alguna otra. Y sin embargo, nadie les hace la competencia: “Hay mucha gente que valora el producto artesanal y apuesta”, destacan. Como por ejemplo, todos los clientes de toda la vida que venden si no todos los días, casi todos los días. .No faltan muchos años para que los dos hermanos de la Ideal decidan que es hora de pasar el relevo. esencias del negocio. Y que el chucho Ideal siga triunfando.