Científico busca empresario (y por fin se encuentran)
The Collider es un programa de la MWC para convertir en compañías las ideas de los investigadores catalanes
Es un mensaje que resucita de forma recurrente: “Hay que acercar los parques de investigación a las empresas”. Y, sin embargo, la ecuación para encontrar al investigador-emprendedor perfecto todavía no tiene una solución clara. Los últimos que han intentado combatir ese vacío son la fundación Mobile World Capital a través del programa The Collider. Mañana su patronato -forman parte el Estado, la Generalitat, el Ayuntamiento y empresas privadas del sector- pondrá en marcha la segunda edición de esta convocatoria para buscar científicos que quieran convertir en empresas sus hallazgos.
“Hay conversaciones que quedan dentro de la universidad sin implicar a las corporaciones”, explica Òscar Sala, director del programa. Para que empiecen a hablar, The Collider se dedica a realizar un llamamiento para identificar proyectos de las universidades y los centros de investigación que sean susceptibles de llegar al mercado. El pasado año se presentaron 400 personas y la selección final fue de ocho ideas, de las cuales un año después han nacido cuatro empresas. "Las primeras semanas las dedicamos a crear equipos de tres personas que reúnan ambos perfiles, y cuando son sólidos creamos las compañías", dice Sala, que en 2017 contó con un presupuesto de 300.000 euros. En su opinión, no todos los proyectos de investigación responden a las necesidades de la industria, pero esto no significa que el discurso de la transferencia tecnológica sea un mito. En The Collider, defiende, está el ejemplo más claro.
Samantha López, Oliver Balcells y Joan Grasas nunca habían trabajado juntos. De hecho, venían de mundos completamente opuestos: la primera es bióloga, el segundo se ha dedicado a las finanzas y el tercero al diseño de producto. Entre los tres cogieron la semilla de un proyecto del Centro de Investigación Matemática y de la UB nacido de la investigación de la profesora Aurora Hernández-Machado para crear RheoDX. Éste es el nombre de un pequeño dispositivo que permite monitorizar enfermedades de la sangre en pocos minutos y con una sola gota.
La empresa arrancó con un prototipo que sólo se había probado dentro del laboratorio y sin tener en cuenta las demandas de la industria de la salud. “Teníamos una piedra que hemos ido limando hasta que ha salido un diamante”, asegura Balsells. El equipo fundador cree que el dispositivo tiene un “potencial enorme” para evitar segundas visitas a los hospitales y, por tanto, reducir costes. El primer mercado en el que se han fijado es el de las transfusiones. Hace diez días la compañía abrió una ronda de financiación para captar 350.000 euros a través de la plataforma catalana de crowdfunding Capital Cell. Después, quiere conseguir otros 150.000 con un crédito de Enisa. "Ya tenemos más de la mitad del dinero cubierto", afirma Balcells. La empresa barcelonesa empezará la validación clínica con el Banco de Sangre y Tejidos, el Hospital del Vall d'Hebron y el Clínic en enero, y después quiere aprovechar la inyección de dinero para empezar la industrialización de su dispositivo.
Además de RheoDX, los diez meses en The Collider también sirvieron para crear Saalg Geomechanics, una herramienta para medir el terreno en tiempo real durante las obras civiles que ya ha recibido una inversión de la multinacional constructora mexicana Cemex . En la segunda convocatoria del programa Sala asegura que participarán unas setenta universidades y centros de investigación, un centenar de empresas que participarán en el proceso de validación de los prototipos y una veintena de inversores que supervisarán el resultado final. “Nos han llegado más de 250 candidaturas”, afirma el director del programa de la fundación MWC, que busca iniciativas en ámbitos como la movilidad o la industria 4.0. De estas propuestas, habrá diez proyectos de investigación que volverán a pasar por la criba del emprendimiento y (previsiblemente) se convertirán en start-up.