Periscopio global

Petróleo, el grupo de música de moda y un Fiat Panda: así fue la revolución del coche eléctrico en Noruega

Más del 90% de las ventas de coches nuevos en el país nórdico son eléctricos y en 2025 se prohibirán la compra de vehículos de primera mano contaminantes

Òscar Gelis
4 min
El grupo A-ha con el Seat Panda

CopenhagueSi hay un país en Europa que ve de cerca el fin de los coches de combustión, es Noruega. El pasado año el 82,4% de los vehículos privados nuevos que se vendieron fueron eléctricos, una cifra que ha llegado hasta el 92,1% en enero de este año. El país cuenta con la tercera red de cargadores públicos más extensa de Europa (24.000 puntos de carga), sólo por detrás de Alemania y Reino Unido, aunque estos dos países tienen una población diez veces mayor que la del país escandinavo . En Oslo, prácticamente en cada calle se encuentran puntos de carga rápida y todos los parkings y bloques de pisos nuevos que se construyen deben tener puntos para enchufar el coche. Además, en enero de 2025 Noruega dará el paso de prohibir la venta de coches y furgonetas nuevas que emitan CO₂, objetivo que los países de la Unión Europea aspiran a poder alcanzar una década más tarde, en 2035.

Para imaginar el futuro de la movilidad con vehículos eléctricos, sin duda, es necesario mirar a Noruega. Pero esa revolución del coche eléctrico no habría sido posible sin la movilización, el activismo y la desobediencia civil. La preocupación por la sostenibilidad y el medio ambiente se despertaron en Harald Nils Røstnik, profesor de arquitectura y planificación urbana en la Universidad de Stavanger, a finales de la década de los 80, a los veinte años. Por aquel entonces en Stavanger (su ciudad natal, situada en la costa suroeste y considerada la capital del petróleo del país) se vivía una auténtica fiebre por los yacimientos de petróleo que se habían empezado a explotar en el mar del Norte hacía pocas décadas. Pero Røstnik fue una de las primeras voces en rebelarse de manera pública contra aquella industria, tal y como explica en una entrevista con el ARA: "Algunos de nosotros no podíamos aceptar que Noruega siguiera extrayendo petróleo mientras teóricamente pretendíamos respetar el medio ambiente" explica.

En 1989 Røstnik, junto a tres amigos también preocupados por la sostenibilidad ambiental, importaron lo que probablemente fue el primer vehículo eléctrico que había circulado nunca por Noruega. Era un Fiat Panda reconvertido, al que le habían extraído los dos asientos traseros para colocar un enorme banco de baterías. El coche tardaba 48 horas en cargarse y circulaba a un máximo de 30 kilómetros por hora.

Aquel coche causó un gran alboroto porque los amigos que lo conducían junto a Røstnik eran dos de los artistas pop del momento en Europa. Por las emisoras de radio hacía pocos años que la canción Take on me de la banda noruega A-ha se había convertido en un hit reconocible a medio mundo, y su cantante Morten Harket, y el teclista Magno "Mags" Furuholmen conducían un coche eléctrico que parecía una broma. Como buenas estrellas del rock, su objetivo era escandalizar, y los cuatro amigos empezaron una campaña de desobediencia civil conduciendo el Panda eléctrico por las calles de Oslo, circulando por el carril bus, saltándose los peajes de pago, y estacionando ·legalmente donde querían. "Era un coche no contaminante, por tanto, no tenía que pagar", razona ahora Røstnik. Gracias a la popularidad de Morten y Mags, recibieron "una atención increíble" en su campaña, reconoce Røstnik. "Demostramos que había una tecnología interesante con los coches eléctricos, pero necesitábamos incentivos", concluye el hoy profesor.

Estos incentivos públicos por el coche eléctrico llegaron a Noruega a finales de la década de 1990 ya inicios de los 2000 en forma de parkings y peajes gratuitos, exención de impuestos, y viajes gratuitos en ferry; la mayoría de estas medidas siguen vigentes hasta la fecha. A pesar de estas ventajas, los vehículos eléctricos eran todavía muy minoritarios, ya que pocas marcas se habían atrevido a construirlos. No fue hasta la década de 2010, con la aparición de los primeros modelos eléctricos de Nissan y Tesla, y la mejora tecnológica de los vehículos, que la opción de los coches con baterías se hizo realmente popular en Noruega. En todo el mundo, los coches eléctricos eran vehículos más caros que los de combustión debido a los mayores costes de producción. Pero en Noruega se graban los impuestos de los coches según su volumen de emisiones y, por tanto, los vehículos con cero emisiones estaban exentos del impuesto de circulación y del 25% de IVA. "No creo que los noruegos estén más preocupados por la contaminación que los demás europeos, en cambio, los incentivos y beneficios económicos mantenidos durante treinta años es lo que han hecho que los compradores opten por estos vehículos", asegura Peter Haugneland, secretario general de la Asociación Noruega de Vehículos Eléctricos.

La producción de energía verde es otra de las claves que explica el éxito de los vehículos eléctricos en el país nórdico: "Actualmente el 90% de la producción de energía en Noruega es hidroeléctrica y el 10% es energía eólica", subraya Haugneland . Sin embargo, el país nórdico no escapa a las críticas de los ambientalistas, ya que la industria petrolera representa el 24% del PIB del país y el 52% de las exportaciones, además de generar beneficios multimillonarios "que han servido para mantener los subsidios por el coche eléctrico durante años", admite Haugneland.

Aunque podría parecer que el coche eléctrico casi ya ha tocado techo, el experto señala que el siguiente paso en las ciudades del país nórdico "es sacar los coches y añadir más transporte público, bicicletas y gente caminando; todo esto es mejor que los vehículos aunque sean eléctricos", asegura.

stats