Cómo se escribe el currículum perfecto
Lecciones para preparar un documento esencial para las entrevistas de trabajo
Imagina que conoces a un desconocido en una fiesta. ¿Qué hace que el encuentro sea un éxito? La primera lección es escuchar la sabiduría de un anuncio de champús de los años 80: "Nunca tendrás una segunda oportunidad para crear una primera impresión". La segunda lección es recordar que no necesitas llevar una boina o mantón de piel para resaltar. La tercera es no olvidar que lo que no digas será tan importante como lo que digas.
Los mismos principios se pueden aplicar a la hora de escribir un currículum. Un CV no es una lista de todos los trabajos que has tenido. Tampoco es una autobiografía. Es –al igual que un anuncio de champú– una herramienta de marketing. Tu audiencia está compuesta de cazatalentos y empleados de recursos humanos. Como los invitados a un cóctel, no dedican mucho tiempo a decidir con quiénes quieren seguir hablando. Según un estudio, estos profesionales gastan en promedio 7,4 segundos mirando una solicitud de trabajo.
El principal trabajo del CV es no echar atrás a quien lo lea. Si tienes en la cabeza añadir una marca de agua con tus iniciales, repénselo: te estás empleando demasiado. Utiliza un formato simple y limpio, evitando las tipografías elaboradas (Arial y Helvetica están bien; Century Gothic, no).
Añadir color no implica escribir sobre un fondo de color turquesa. Ni escribir con letras de color púrpura. Los clichés pueden acabar siendo la razón por la que te descarten, al igual que los errores tipográficos: compruébalo y reléelo tantas veces como sea necesario. Te harías crees de lo frecuente que nos olvidamos de añadir el nombre y los detalles de contacto. Descarta adjetivos sudados (profesional, dedicado, apasionado, detallista): los hechos deben hablar solos. Pero no todos los hechos: puedes pensar que incluir la puntuación que tienes en el videojuego Overwatch es una forma de ilustrar tu rapidez. Un empleado de recursos humanos puede llegar a la conclusión de que te pasas horas en el sofá con la consola.
No hagas el currículum en una hora, dedica tiempo a pulirlo. Condensarlo, filtrarlo y destilarlo hasta que lo quede capture la esencia de quien eres. El CV de cualquier persona cabe en una sola página, incluso si has sido médico residente en los ocho mejores hospitales del mundo o si eres Christine Lagarde. Olvídate de poner una declaración personal: nadie tiene tiempo de leerla. Si tienes más de 25 años, nadie necesita saber que con 17 años dedicaste tres semanas a hacer de administrativo en el almacén de tu tío. A medida que te hagas mayor, tendrás que ir dando prioridad a las experiencias laborales por encima de la educación.
Ajusta el CV específicamente para cada petición de trabajo remarcando los puntos relevantes y las diferentes áreas. Si no, será como el tipo aburrido que siempre explica lo mismo a todo el que se encuentra. No todo el mundo –tampoco los encargados de contratarte– está interesado en oír lo mismo. Si puedes cuantificar un éxito, hazlo. ¿Eres un estudiante de segundo curso de derecho que en verano ha trabajado de becario en seis fusiones empresariales? Ponlo.
Los agujeros temporales, si son razonables, no son motivo de alarma. La vida es la vida ya veces la gente toma un tiempo para descansar. No hace falta que expliques que te pasaste tres meses sin trabajo viajando a Machu Picchu para aclarar las ideas y recargar las pilas. Ahora bien, un agujero de diez años es otra cosa, como también lo es cambiar constantemente de trabajo, ya que puede ser una señal de alerta para las empresas, como puede no haber tenido una relación sentimental estable cuando conoces a alguien en una fiesta. Pero si esto es lo que describe tu historia laboral, entonces quizá tengas problemas más grandes y un CV, por bien que esté, no los arreglará.
Cuando hayas enviado una solicitud, evita enviar un email para confirmar que lo han recibido. Te arriesgas a parecer el típico pesado que envía un mensaje de texto para ver si ha llegado el mensaje de texto anterior.
En 2005, en el discurso de graduación de la universidad Kenyon College, el novelista estadounidense David Foster Wallace utilizó la metáfora del pez que desconoce que le rodea agua para señalar los peligros de "ser, naturalmente y por defecto, profunda y literalmente egocéntricos". Tu vida, añadió, debería mostrar que eres claramente consciente del mundo exterior, al igual que tu currículum. Hacer un listado de tus habilidades y tus logros inevitablemente reflejará la soberanía y autocomplacencia del "reino de tu cabeza", como lo describió Wallace. Así que si te lanzas al mercado de trabajo, sigue su consejo a los jóvenes graduados e intenta ser consciente de tu sitio en el mundo: "Esto es agua… esto es agua".