¿Cómo fidelizar un expado? En Mantequería Lasierra tienen la fórmula

La historia de los comercios de una ciudad es también la historia de sus carteles. Y la historia de sus carteles es también la historia de los tiempos en los que fueron rotulados y colgados en la fachada. Y la historia de cuándo fueron colgados en la fachada es la historia de cuándo no se podía rotular en catalán. Valga esta sucesión de encadenados causales, para empezar a contar la historia de Mantequería Lasierra, desde 1953 en la esquina de la calle Rosselló con Aribau, en el Eixample barcelonés. La mantequería es aquel comercio, a medio camino entre la charcutería y el colmado, que no es ni lo uno ni lo otro. No es el primero porque no se elaboran los derivados del cerdo y tampoco el segundo porque sólo se venden productos de alimentación. "Eran las tiendas que tenían los productos de las mantecas del cerdo", me cuentan los dos Ramon Lasierra, padre e hijo.

Hoy es el hijo quien lleva las riendas desde el 2017, pero el padre aún le visita a menudo, saluda a los clientes y supervisa el panorama. No se sabe estar. Son la segunda y la tercera generación. La primera, también Ramon Lasierra, fundó el negocio en muchos años. Batalla, en Rambla de Catalunya entre Provenza y Mallorca, y luego en La Riojana, en los jardines de Gracia. le hubiera gustado poder rotular en catalán su negocio, pero a principios de los años 50 eso era, por decirlo suavemente, inviable. Con el tiempo, admiten que habrían podido cambiar el rótulo, pero apostaron por mantener el testimonio del tiempo y también el valor histórico de la rotulación original tener la oportunidad", exclama Ramón hijo. "Si hoy tuviéramos que pagar alquiler, el negocio no sería viable", reconocen. También recuerdan a menudo lo visionario que fue el fundador al apostar –en tiempo de auge de los supermercados– por la ultraespecialización del negocio en productos de alimentación de calidad y de proximidad. Los valores seguros del – son los valores seguros del establecimiento conservas. "Y la atención personalizada", destaca Ramón padre. Y ponen ejemplos.

Ramón padre apostó por incorporar una amplia selección de vinos en el stock de la tienda. Todos ellos bien referenciados, con la denominación de origen, las variedades de uva y la recomendación marca de la casa. Ramón hijo ha hecho el mismo camino con el cava. "El vino y el cava son historia, cultura, geografía, territorio y tradición", dice. Los clientes fundamentales de la casa son la gente del barrio, pero cada vez más la incorporación de los extranjeros afincados en Barcelona se ha hecho con un lugar destacado. Los llamados expados. "Hemos logrado fidelizarles bien, porque valoran mucho la atención personalizada y el buen producto", afirma. ¿Todo el que entra en la tienda tiene claro que la calidad tiene un precio? "Nosotros no vendemos para élites, sino para la gente del barrio. Tenemos una tienda, no un museo".

Selección de vinos y cavas

Basta con echar un vistazo a la línea de vinos que tienen justo en frente de la nevera principal. Los precios oscilan entre 4,5 y 8,5 euros. "También tenemos productos algo más exclusivos pero no son nuestro fuerte". "Amamos tanto nuestro trabajo que estamos completamente en contra de la elitización de la gastronomía y de la cocina". No pueden contar la cantidad de veces que turistas y expados han alucinado con los precios tan accesibles que tiene el vino de calidad en nuestro país: "No se pueden creer poder comprar un vino buenísimo sólo por 8 euros".

Y un recuerdo imborrable para terminar. Ramón padre rememora cuando era niño y en la tienda entraba un representante de la infausta "fiscalía de tasas". "Estas latas de conserva no tienen el precio marcado", decía el funcionario. "Es que nos acaban de legar y no hemos tenido tiempo", respondía él. Multa, con suerte, y clausura del negocio, si el representante del régimen tenía la mala baba subida. Recuerdos pasados, por suerte.