Las gafas diseñadas en Cataluña para que los ciegos crucen la calle sin ayuda
El widget, después de nueve años de trabajo y 6 millones de inversión, logra transformar la visión en sonidos
BarcelonaLa sinestesia es una variación no patológica de la percepción humana. Las personas sinestésicas experimentan automática e involuntariamente la activación de una vía sensorial o cognitiva adicional en respuesta a estímulos concretos. Por ejemplo, pueden ver un color cuando sienten una nota musical, o percibir tacto en la mejilla derecha cuando saborean un alimento. Por ejemplo, tocar una superficie más suave puede hacerles sentir un sabor dulce. Estas experiencias no son meras asociaciones, sino percepciones. Y es en ese fenómeno que se basan las gafas para ciegos denominadas Niira de la empresa Eyesynth.
Unas gafas que permiten a las personas sin visión ubicarse en el espacio. Detrás de este producto hay 9 años de desarrollo y 6 millones de inversión. Ahora ya están en el mercado. Se pueden comprar en una conocida cadena de ópticas de España y también a través de la página web de la compañía, aunque no son baratas, porque el precio roza los 3.000 euros.
Su historia empezó cuando el hijo de un amigo de Antonio Quesada, el primer ejecutivo de Eyesynth, nació ciego. Quiroga tenía ya una empresa dedicada a la realidad virtual. Pero él mismo es una persona sinestésica y pensó que podía probar su idea con el hijo de su amigo.
La idea de Antonio Quesada partía de un plan sencillo, pero muy complejo de llevar a cabo: transformar la visión en sonidos. De hecho, este empresario afincado en Castellón empezó a trabajar, para desarrollar el software, con un superordenador de juegos. Necesitaba mucha capacidad de procesamiento. Pero, además, después había que introducirlo todo en unas gafas. Y entonces es cuando recurrió a la empujada catalana Ànima Design para realizar el diseño y la ergonomía de las gafas.
Cómo funciona el widget es difícil de explicar. Las gafas permiten que una persona ciega pueda percibir la realidad que le rodea mediante un sonido, lo que se denomina un ruido blanco, que aporta información sobre los volúmenes de alrededor, la distancia y la altura a la que están. Esto permite al usuario percibir qué tiene delante, detrás o en los lados en tiempo real. Pero había otro requisito. Estos sonidos no podían ir en audífonos en el oído, para no interferir en otro de los sentidos de la persona. La clave para conseguirlo es un sistema de audio que transmite directamente al nervio coclear a través del cráneo y sin ningún tipo de implante.
¿Estas gafas pueden sustituir el bastón del ciego o el perro lazarillo? "Potencialmente, sería posible", explica Antonio Quesada, aunque entiende que más bien sería un elemento complementario. "Aprender a manejar el bastón son cuatro años –explica– y es un elemento clave para las personas sin visión". Además, recuerda Quesada, el bastón o el perro no funcionan con batería. De hecho, las gafas Niira deben cargarse, y tienen una autonomía de 10 horas.
Eyesynth desarrolló las gafas, pero puso un reto en Alma Design: tenían que pesar poco, ser ergonómicas, adaptables a cualquier cliente y lo más bonitas posible. Diego Quiroga, consejero delegado de Alma, explica el encargo que le hizo Quesada: "El color es importante, la estética también, y que el tacto sea suave también".
De hecho, las mismas gafas tienen clientes diferentes. La usuaria más joven tiene 7 años, y la mayor, 90. Había que las gafas pudieran adaptarse a cada cliente, a cada cara, a cada cráneo para llegar al nervio coclear directamente. ¿Cómo se logró esta adaptabilidad a cada usuario? "Con piezas intercambiables y móviles", apunta Diego Quiroga. Las gafas se pueden conectar vía wifi para las actualizaciones del software y ahora ya también, para introducir la inteligencia artificial.
Quesada explica dos de los importantes retos que han podido resolver. Uno de ellos era que las gafas funcionaran también en la oscuridad. Se podría preguntarse por qué, dado que el usuario es una persona ciega. La respuesta es contundente: "Un ciego cuando llega a su casa, si está solo, no abre las luces, no necesita, por eso hacía falta que las gafas funcionaran en la oscuridad". El otro reto es la velocidad. Lo explica Antonio Quesada: "Si un ciego está a un paso de peatones, necesita saber si viene un coche, pero también debe saber a qué velocidad viene". "El primer software equivalía a 10 o 12 fotogramas por segundo, ahora son 60 framas por segundo", explica Quesada.
¿Las gafas funcionan? Diego Quiroga, de Alma Design, cree que sí. "Cuando nos hicieron el encargo del diseño hicimos pruebas en la oficina. Con los ojos tapados y las gafas puestas nos podíamos dar la mano, nos encontrábamos sin problema".