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Las grandes obras arquitectónicas de madera llevan sello catalán

Los hermanos Pont están detrás de la reconstrucción del Liceo, la Cité Musicale de París, el Hotel W o el Ars

Natàlia Vila
3 min
Las grandes obras arquitectónicas de madera llevan sello catalán

“Somos una carpintería, pero de gran formato; una constructora pero de obras de madera”, ésta es la definición que hace Cristina Puente, la directora financiera de Fraponte, el negocio familiar que encabezan ella y su hermano, Francisco Puente. Esta particular carpintería nació hace 75 años, en un pequeño local de la calle Aragó y se ha convertido en la mano ejecutora de grandes obras arquitectónicas como la reconstrucción del Liceu (en 1990), el aeropuerto de Bergen (Noruega), el Palacio de Congresos de Barcelona, ​​el Mercado de Santa Caterina, la Cité Musicale de París o el interior del Hotel Arts y el W de la capital catalana. "Nosotros llevamos a cabo la idea y el diseño que piensan los arquitectos cuando piensan en madera", explica.

Llegar hasta aquí, sin embargo, no ha sido un camino fácil. “Mi abuelo tenía la típica carpintería, de esas que enfrente era tienda y detrás estaba la vivienda”, recuerda la actual directora financiera y tercera generación de Els Pont en el negocio. “Cuando él se jubiló, mi padre, que había estudiado ingeniería y trabajaba de aparejador con distintos arquitectos, tomó el relevo del negocio. Es él quien hizo crecer a Frapont con las obras de gran formato”, explica Pont.

El primer paso en esta dirección fue el encargo para construir uno de los supermercados de la antigua cadena Pryca. Tras este gran contrato, Frapont logró más y acabó haciendo un agujero como experto en grandes construcciones de madera.

“Fue una evolución natural”, explica Pont, que recuerda que después de este proyecto la otra gran adjudicación que les catapultó fue la construcción del ámbito del Far West de Port Aventura. “Después de eso, nos fuimos viendo con suficiente empuje para hacer más y más cosas”, recuerda Pont. Esta ejecutiva relata con especial emoción el encargo de la reconstrucción del Gran Teatro del Liceo, en 1990. Esta obra, según Pont, “fue un hito importantísimo para la empresa y un proyecto que todavía nos queremos mucho” .

Más adelante llegaron el Palacio de Congresos de Barcelona, ​​el Hotel Arts y el W, estaciones de AVE y aeropuertos internacionales, como el de Bergen. Todas las soluciones técnicas y la madera (que compran en todo el mundo, en función de lo que piden los arquitectos) se trabaja en la fábrica que la compañía tiene en Barcelona. "Desde aquí hemos hecho proyectos preciosos, como el último, la Cité Musicale de París, que creo que es la obra más impresionante técnicamente que hemos hecho hasta ahora", explica Pont.

El estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis en el sector de la construcción atrapó a Frapont en un momento de expansión internacional. “Desde 2004 nosotros ya no trabajábamos con viviendas y en 2007 empezamos a internacionalizarnos, es decir, lo hicimos bastante a tiempo”, explica Pont. Gracias a ello, los años 2008 y 2009 fueron aún buenos, según explica esta directora, pero cuando la obra pública se detuvo, fruto de la crisis, Frapont también notó sus efectos. “El mercado nacional frenó y nosotros lo salimos gracias a que teníamos presencia internacional. No fue improvisado, hacía años que intentábamos exportar, pero era fácil porque la plantilla tenía los conocimientos pero no estaba acostumbrada a ello”, recuerda.

La rapidez con que la crisis lo inundó todo hizo que Frapont también sufriera sus efectos. La empresa, que en sus mejores momentos llegó a facturar en torno a los 30 millones de euros y contar con más de un centenar de trabajadores, tuvo que sacar adelante un expediente de regulación que afectó a la mitad de la plantilla. "La facturación bajó de repente una barbaridad, a la mitad", lamenta Pont, que reconoce que el esfuerzo que pidieron a su equipo fue "increíble".

Aunque todavía no ha presentado las cuentas, la empresa calcula que en 2017 los ingresos habrán alcanzado los 20 millones de euros. “Nos está costando mucho, pero este 2018 parece que el sector se anima”, dice Pont, que rápidamente matiza: “Se anima al resto de Europa; aquí no”. Sin embargo, la directora financiera de esta pyme es optimista: “El objetivo es volver a superar los 25 millones de euros, es un salto importante pero hay que ser positivos”. Para conseguirlo, los hermanos Pont no se ponen límites. Ahora intentan también entrar en Arabia Saudí: “A veces echamos la vista atrás y pensamos: «¿Cómo lo hicimos esto?» La respuesta es, sin duda, que lo logramos gracias a nuestro equipo”.-

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