AGRICULTURA

La mermelada que ha revolucionado un negocio familiar

La familia Blanch, campesinos de la huerta de Lleida, diversificaron su negocio agrícola destinando una parte de la cosecha a conservar más rentables

Natàlia Vila
2 min
La mermelada que ha revolucionado un negocio familiar

Ya hace cuatro generaciones que la familia Blanch se dedica al cultivo y venta directa de frutas en la huerta de Lleida. Sin embargo, hace unos años que el sector les empezó a hacer sufrir: “Hagamos un producto pero nosotros no podemos marcar el precio de venta; el sector está cada vez peor y hace seis años decidimos destinar un 5% de la cosecha a conservar”. Una idea sencilla, pero que les revolucionó su negocio.

Joan y Rosa son matrimonio y juntos elaboran artesanalmente 1.000 unidades al día de conservas de fruta, básicamente mermeladas y almíbares. “Dedicamos un mes y poco al año, y conseguimos unas 40.000 unidades anuales; no hacemos más que lo que se ha hecho toda la vida en nuestra casa, mermeladas, pero decidimos hacer un pequeño obrador en los bajos y hacer más”, explica Joan, el propietario de esta explotación. Diversificar el negocio les ha permitido luchar contra la baja rentabilidad del sector agrícola dedicado a la fruta. Actualmente ya tienen 40 referencias de mermeladas y conservas que distribuyen y venden directamente al cliente a través de internet, los proveedores y su pequeña tienda. "Con un 5% de mi cultivo genero el 50% de nuestros ingresos". Frutas Blanch factura unos 200.000 euros al año, de los cuales la mitad provienen de las mermeladas artesanas.

La rentabilidad de este negocio los llevó a cuidar el envase, y buscar un diseño atractivo. “Yo era reacio, pero al final el diseñador hizo una propuesta rompedora y le presentamos un concurso; resulta que ganamos el primer premio, poco después ganamos otro a nivel estatal e internacional”. Esto les dio una repercusión que ni se imaginaban: “¡Pasamos de servir a 30 tiendas de Lleida a 150 por toda Cataluña!”, exclama este campesino. No teníamos estructura comercial y cada semana nos entraban uno o dos clientes”. Dos años después vienen a 410 tiendas e incluso rechazan clientes. “Los que me llaman del extranjero les digo que no; no es nuestro proyecto, nosotros somos agricultores de fruta, hacemos un producto de proximidad y no quiero pensar en contenedores, exportaciones ni poner una fábrica”, asegura Blanch, quien concluye: “Preferimos limitar las ventas y seguir con nuestro modelo”.

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