Milán rompe el gran tabú italiano del salario mínimo
El elevado coste de la vida y de los alquileres expulsa a trabajadores de la capital económica del país transalpino
RomaGiuseppina Giuliano tiene 29 años y vive cerca de Nápoles. Cada mañana, antes del amanecer, sube al tren que la llevará hasta su puesto de trabajo en un colegio público... de Milán. "Es difícil encontrar una casa a un precio decente en la ciudad, pero no quiero renunciar a mi puesto", asegura. El caso de esta profesora, que mide 1.600 kilómetros cada día, no es el único.
Según un reciente estudio, los alquileres en la capital de la región de Lombardía superaron en marzo los 23 euros por metro cuadrado al mes, hasta alcanzar los 1.800 euros por un piso de 70 metros. Por no hablar del transporte público –el más caro de todo el país–, el ocio o la cesta de la compra. Precios prohibitivos para la mayoría de quienes trabajan en Milán –con salarios prácticamente iguales a los del resto de Italia–, que se ven obligados a elegir entre residir fuera de la ciudad o sacrificar gran parte del sueldo para poder sobrevivir.
"En Milán, la relación entre precios y sueldos en las últimas décadas ha empeorado progresivamente, pero el proceso no es irreversible", advierte Tomaso Greco, activista y fundador de la asociación Adesso!, que junto al think tank Tortuga ha analizado el modelo de Living Wage Trust, una organización independiente que cada año define cuál es el nivel de salario mínimo para vivir dignamente en Londres, y ha propuesto replicar la iniciativa londinense en Milán.
Con este objetivo se inauguró recientemente un grupo independiente formado por expertos, que en los próximos meses presentará una propuesta al ayuntamiento de la ciudad. Para el profesor de derecho del trabajo de la Universidad Bocconi de Milán Maurizio Del Conte, la comisión apenas creada “no pretende ser un órgano burocrático más, sino un centro de investigación e intercambio que implique a los interlocutores sociales ya las partes interesadas, porque es necesario responder a la necesidad desde una visión compleja”.
La propuesta fue recibida con interés por la administración local. "Se trata de una batalla justa que involucra a muchas otras grandes ciudades", defendió el alcalde milanés, Giuseppe Sala, que confirmó su disponibilidad a estudiarla. "Pero hay que trabajar sabiendo lo que podemos hacer, porque está claro que el ayuntamiento no dispone de más recursos", advirtió.
La hipótesis de la que parte el grupo de expertos es que sean las propias empresas, como en el caso londinense, las que ofrezcan un salario mínimo a sus trabajadores milaneses, a partir de una cifra considerada indispensable para poder vivir dignamente en la ciudad, calculada cada año por una comisión independiente. "El objetivo es ambicioso pero necesario: encontrar un equilibrio en la relación entre costes y salarios", explicó Greco. “No sólo la justicia social y el destino de decenas de miles de personas dependen, sino también el futuro de nuestra ciudad”.
Sin salario mínimo en el país
Conseguir instaurar un mínimo salarial exclusivamente para quienes trabajen en la ciudad no será fácil, ya que Italia es uno de los cinco países de la UE donde ni siquiera hay un salario mínimo nacional, y la brecha entre norte y sur es cada vez más profunda. Y eso que los datos no dejan sitios a ninguna duda: el salario medio en Milán es de 8,45 euros a la hora, sólo un 2% más alto que en el resto de Italia, pero un 1% más bajo que en otras provincias de la Lombardía. Mientras que en el caso de trabajadores no calificados, el salario es incluso un 4% inferior a Milán respecto a otras zonas del país.
El Ayuntamiento de Milán fue el primero de Italia en instaurar a finales del año pasado un salario mínimo para sus trabajadores, gracias a una iniciativa del concejal del Partido Democrático, Daniele Nahum, que descubrió escandalizado que algunos empleados de los museos y bibliotecas ganaban menos de 750 euros al mes.
"Se trata de un tema que debe afrontarse a escala nacional, porque a escala local podemos hacer poco, pero creo que la ciudad más innovadora de Italia al menos debe plantearse la cuestión", aseguró Nahum, quien alertó de que los altos precios y los bajos salarios están expulsando a la clase media. “Estamos llegando a un punto en el que, en el futuro, sólo vivirán en la ciudad personas muy ricas y les riders que les traen la comida”, añadió.