El rey del Paralelo
El bar Loco Loco Paralelo recuerda y pone en valor el legado de la histórica avenida barcelonesa
Barcelona"¡Soy el sereno del Paralelo!" Paco Pàmies lo tiene claro. Siempre con la sonrisa incorporada, con el buen humor por bandera, le conoce todo el mundo a lo largo y ancho de la avenida más especial de Barcelona, la que más gloria pretérita acumula, la que tanta gente echa de menos aunque sea un poco. Y él es el sereno, sí, ese extinto viejo oficio del vigilante nocturno cargado de llaves a quien se avisaba palmeando y con un buen grito para que te abriera tu casa.
Un vecino que necesita un fontanero, un conocido que quiere regalar unas entradas para el teatro pero no sabe cómo salirse de él o un actor retirado al que hace años que le iría bien charlar un rato: todos llaman a Paco . Paco es el conseguidor, el dinamizador, el juez de paz del Paralelo, el mejor conectado, el más entusiasta. Regenta desde 2007 el bar Loco Loco Paralelo, justo al lado del Teatro Victoria, que fue su casa durante tantos años. Bien, la pregunta sería: ¿qué teatro del Paral·lel no ha sido, en algún momento, su casa?
Hay una extraña y estimulante paradoja: aunque sólo tenga diecisiete años de vida, entrar en el bar es entrar en el último vestigio del Paralelo clásico. Paco se ha preocupado de que su casa sea un de toda la vida de manual. Las paredes tapizadas de carteles y fotos de los artistas que contribuyeron decisivamente a construir tiempos primordiales del Paralelo de antes, el canalla, el cargado de vida, lo que tenía encendida la luz de guardia todo el día y toda la noche. El Paralelo de los teatros, los cines, las salas de baile, bares, restaurantes: “Piensa que la terraza del Teatro Español medía más de cien metros!”, exclama. Está lleno de fotos y carteles de Pepe Rubianes, Fernando Esteso, Rocío Jurado, Moncho Borrajo, Maña, Cubana, Amparo Moreno...
Entre todos los que habitan el rescoldo del Loco Loco Paralelo, hay alguien que es especial: su queridísimo Paco Morán, de quien Pàmies fue mánager, confesor e íntimo amigo y del que custodia todo el legado: “Era como mi padre y mi hermano a la vez”.
Un viaje en el tiempo
Entramos aquí en un capítulo aparte y fundamental: el almacén/museo. Bajamos con Paco las escaleras del bar, abre una especie de puerta secreta y nos adentramos, ahora sí, en la inmensidad de los tiempos. Todo lo que tiene que ver con los teatros y la gente del Paral·lel y que Paco ha ido acumulando a lo largo de los años de teatros que cerraban, regalos de particulares y de amigos que ya no están y que, como él, eran partidarios de conservar la memoria a través de infinitos objetos y papeles.
Ejemplos? Pues el Teatro Apolo, quizás el caso más exagerado. Paco, en su papel de mediador o sereno, intercedió hace unos cinco años para que el teatro no acabara convertido en un hotel o un supermercado. Los nietos del histórico empresario Matias Colsada –gran figura del Paralelo– le cedieron todo el fondo documental del Apolo: fotos, elementos escenográficos, figurines, libretos... Un tesoro, vamos.
El gran deseo de Paco es que este tesoro pueda ser un día visible para todos, que pueda convertirse en un museo del Paral·lel, ya que el almacén del bar debería ser tan sólo un espacio transitorio.
Antes del 2007 Paco tenía el almacén en la calle vecina Fontrodona. Con la apertura del bar, todo pasaba a formar parte del tuétano del barrio y de la calle que siempre ha amado. Lleva cincuenta y dos años pisando teatro, espectáculo, revista, farándula. Primero en el Teatro Moratín de la calle Muntaner –donde ahora está Luz de Gas– después en el Espanyol y después en el Victoria. Ha hecho de todo: actor, manager, relaciones públicas, ha regentado bares y salas de baile, ha trabajado con todo el mundo y ha sido amigo de todos.
Su bar se nutre fundamentalmente del público que va al teatro. De hecho, el horario diario se adapta al del Victoria: "Quiero que nuestro público sea el público del teatro", lo tenían claro él y Silvia, su mujer. Primero tenían a tres trabajadores y desde hace unos años son ellos dos los únicos responsables de llevar el negocio.
Paco podría hacer tres libros con su vida y señala a dos personas fundamentales del pasado y del presente. Una es Jaime Albó –conocido por todos como Don Jaime– el alma del restaurante El Rincón del Artista, precursor de la actividad dinamizadora que hoy realiza Paco y auténtica institución del Paral·lel. El otro es el Mago Pop, el actual propietario del Victoria que ha conseguido, explica Pàmies, una revitalización muy importante de la calle, tanto en el ámbito teatral como económico.
Es raro el día que el bar no recibe la visita de alguien que quiere comprarlo, sobre todo ciudadanos chinos y pakistaníes. El rey del Paralelo –sereno le queda muy corto – siempre lo agradece pero declina. Aún le queda mucho trabajo por hacer.