¿De dónde salen las latas Isabel? La historia poco conocida del imperio conserver
La empresa de conservas es una filial de la italiana Bolton Food desde hace diez años
BarcelonaArrapado al final de un acantilado abrupto de la costa cantábrica está Elantxobe. En la pendiente de la montaña, las casas se agolpan y caen en cascada hasta el puerto. Es un pequeño puerto, bien protegido del viento. En el muelle se esparcen redes húmedas, cajas de madera y el olor intenso de salmuera. En medio de este paisaje vizcaíno hay un chico de 17 años que lo observa todo en silencio. Se llama José Garavilla, es hijo de un emigrante riojano y en 1887 ha decidido probar suerte en un sector incipiente que pronto transformará el ritmo del puerto: la industria conservera. Ha abierto una pequeña fábrica y, con la ayuda de la familia, ha ido haciéndose un nombre en el sector. Pero el salto cualitativo llega en 1917, con la inauguración de La Equitativa, la primera gran fábrica de Conservas Garavilla. Sin ser consciente de ello, acaba de plantar la semilla de Isabel, una de las marcas de atún conserva más famosas de España, así como de Italia y de varios países de América Latina.
Hoy, Isabel forma parte de la multinacional italiana Bolton Food, propietaria también de marcas como Rio Mare, y exporta más de la mitad de sus productos fuera del Estado. Aunque no se publica su facturación desglosada, sólo la filial española -centrada en la marca Isabel- movió más de 170 millones de euros en el 2023. Desde plantas repartidas por España, Ecuador y el norte de África, Isabel llega a decenas de países y mantiene una presencia sólida en el sector. También conserva un lugar destacado en la memoria colectiva: el jingle "Qué bien, hoy comemos con Isabel"marcó toda una generación. Pero, ¿cómo llegó el joven conserver a construir todo este imperio?"
El boom de las latas
A principios de la década de 1920, la fábrica La Equitativa se convirtió en una de las conserveras más importantes del país y también la más avanzada tecnológicamente.Enciclopedia Auñamendi. Pero en 1930 sufrió un estremecimiento: José Garavilla cayó gravemente enfermo y su hijo Estanislao -de sólo 19 años- tuvo que tomar el relevo de la empresa. El estallido de la Guerra Civil detuvo en seco la expansión de la conservera, pero no frenó la ambición del hijo, que se fue de viaje por Europa, Japón y Estados Unidos: quería encontrar las técnicas más avanzadas del sector y aprender los mejores modelos de gestión empresarial.
Cuando regresó a casa, a mediados del siglo XX, Estanislao Garavilla cogió el timón de la empresa con una mirada más amplia y renovada. Abrió nuevas fábricas, amplió la red de ventas en todo el Estado y empezó a exportar de forma regular. El impulso del régimen franquista en la industria y las facilidades crediticias de la época actuaron como catalizadores clave de ese crecimiento.
En 1961, la marca Isabel sustituyó definitivamente a La Equitativa y comenzó una etapa de crecimiento con grandes volúmenes de producción, precios bajos y distribución masiva. Para responder a la demanda al alza, la empresa abrió plantas en puertos pesqueros estratégicos, como San Juan de Arena, Vigo, Algeciras y Las Palmas de Gran Canaria. También diversificó la producción con peces más económicos y abundantes -como la sardina y la caballa- y con marisco de producción más regular, como los mejillones, las almejas y los berberechos.
Una flota propia
En 1970, Conservas Garavilla tuvo que reinventarse para afrontar un escenario cada vez más complejo. El acceso al pescado se complicaba paulatinamente, los mercados se globalizaron y la crisis económica tensionó al sector. Para mantener el crecimiento, la familia Garavilla optó por dar un paso estratégico: disponer de una flota propia de atuneros congeladores y barcos de transporte que le permitiera trabajar allí donde fuera necesario. La reducción de capturas por la sobreexplotación de los caladeros y la aparición de normativas internacionales cada vez más estrictas empujaron a la empresa a asegurarse el abastecimiento al origen. La clave fue apostar por la integración vertical: controlar todo el proceso, desde el mar hasta la lata.
Con la entrada de España en la Unión Europea, la empresa emprendió un ambicioso plan de modernización, amplió capital y llegó a cotizar en bolsa. Pero la era familiar terminó en el 2015, cuando el grupo italiano Bolton compró el 100% de Conservas Garavilla e incorporó a Isabel a su catálogo de marcas global.