El reciente estudio llevado a cabo por el Consejo de Trabajo, Económico y Social sobre el sector de la salud en Cataluña ha permitido visualizar la importancia de este sector en nuestro país, que se ha situado en la tercera posición detrás de los sectores comercio y actividades inmobiliarias, tanto por valor añadido (9% del total en 2020) como por ocupación (10,9% del total en 2020), por detrás del sector comercio, de nuevo, y del turístico. Destaca especialmente su capacidad de generar más valor añadido que la media, que promueve el crecimiento endógeno, en tanto que la producción se concentra en nuestro país, y que sus multiplicadores, tanto de renta (0,80) como de empleo ( 15), también son superiores a la media de la economía (0,7 y 14,3, respectivamente).
A la vez que hay que ver el papel esencial que este sector, especialmente por la sanidad pública, desempeña para la cohesión social y territorial en nuestro país. En este sentido, destaca el hecho de que el gasto en porcentaje del PIB se sitúa en el 6,7% en Cataluña, mientras que en España y la Unión Europea, se sitúa en el 7,7% y el 7,5% del PIB respectivamente. Así, para alcanzar el nivel europeo o español habría que aumentar el gasto sanitario público en torno a los 2.200 millones de euros.
A menudo nos falta perspectiva para captar la relevancia estratégica de este sector, que va mucho más allá de pensar sólo en su vertiente de gasto público. Seguro que la destacada aportación hecha por el CTESC permite aclarar, no tanto desde un punto de vista presupuestario como económico, al peso que tiene el sector.
Además, este sector genera a su alrededor todo un ecosistema de actividad. A partir de la información estadística disponible, el estudio realiza una acertada radiografía de este ámbito, al tiempo que señala el impacto económico que desgraciadamente sufrimos por la falta de salud fruto de la pandemia de la cóvid-19.
De forma simultánea y complementaria, el estudio aborda con mucha profundidad los grandes debates que se derivan de las amenazas y retos que el sector tiene y los que vislumbra en su futuro próximo. Entre otros, se señalan las dificultades para garantizar el relevo generacional del personal sanitario, la necesidad de atender la soledad no querida, el aumento de la cronicidad y del envejecimiento de la población, el aumento y la mejor atención de la salud mental y el proceso de digitalización del sector, entre otros. En este ámbito, se entiende que es necesario poner en valor el liderazgo del sector salud en nuestro país, el impulso de la colaboración público-privada, introducir y reforzar los mecanismos de pago por resultados y aprovechar la oportunidad que ofrecen los recursos que provienen de los Next Generation.
Así, se hacen 137 sugerencias y recomendaciones consensuadas, trabajadas y debatidas de forma intensa en el grupo de trabajo, del que he sido directamente conocedor al ser el ponente del informe.
Por lo que se refiere a la parte más cualitativa del informe, se centra en cinco grandes bloques: de respuesta a los retos descritos, que van referidos a la mejora de la sostenibilidad del sistema; en el ámbito de potenciar la salud pública y comunitaria; al refuerzo de la atención primaria; a dar respuesta a las acciones orientadas a los profesionales de la salud, y en último término a aprovechar la transferencia tecnológica y la digitalización del sector.
Una aportación al debate de la salud en nuestro país desde los datos, tendencias y análisis para articular con una visión consensuada de los agentes económicos y sociales para hacer frente a sus retos. Quisiera destacar una en el contexto actual, que la propuesta 56a, en el apartado b, muestra la preocupación por la falta de consenso político y de acuerdos a largo plazo sobre el sistema público sanitario, que hace que en cada legislatura se pueda ir desdibujando el modelo de referencia y de excelencia que existe en Cataluña, con una buena colaboración público-privada. Hay que centrarse en lo que de verdad se necesita, que es mejorar la dotación presupuestaria frente a la enfermedad crónica que sufre, que es su infrafinanciación. En este sentido, recuerdo las palabras de mi madre, que me decía que, “con las cosas de comer, no se juega”.