"¿Santa Agripina la tienen?"
La Estampería San José subsiste junto a la catedral como comercio especializado en temática religiosa


Barcelona"¿Santa Agripina la tienen?", "Pues no, pero podemos fabricarla si lo desea". Esta es una escena inspirada en la realidad que cada día ocurre en la estampería San José de la calle Boters, a dos pasos de la catedral, seguramente el único comercio especializado en religión que subsiste en Barcelona.
Francesc y Antoni Casals regentan el negocio que fundaron sus abuelos en 1919. La abuela era argentina, de ahí el nombre de San José, un barrio de Buenos Aires. Son la tercera generación de una estirpe familiar que, sin pertenecer a la Iglesia, podría hacer una tesis doctoral sobre la historia de la fe en la ciudad de Barcelona. De hecho, Francisco nos confiesa que le está dando vueltas a un libro para recoger los puñados de historias interesantísimas que custodia su memoria. Estampas, rosarios y medallas son los productos que tienen más salida a la tienda, pero la estampería San José no sólo es lo que se ve a simple vista.
Fueron pioneros visionarios a la hora de detectar el potencial impresionante de internet. Tienen página web desde 1998 y vienen a todo el mundo. Por toda Europa, claro, pero también en Asia y África: Japón, Corea del Sur, Australia, Estados Unidos... Pueden enviar imágenes de vírgenes, pero también cálices, custodias, patenas, ropa de liturgia. .. Nos permiten entrar en el piso de arriba, reservado para los curas que desean cambiar los hábitos litúrgicos y las congregaciones que quieren renovar el ajuar de la misa. Producción artesanal costosa –una custodia de calidad puede valer 1.000 euros– que debe soportar una salvaje competencia cibernética. "Nosotros tenemos oferta para todos, piensa que hay parroquias que disponen de muy pocos recursos ya las que también queremos ofrecer servicio". La venta en tienda es, aproximadamente, un 50% de clientela autóctona, entre el 30% y el 40% turismo y un 10% de Iglesia: parroquias, tanatorios, geriátricos, etc. También catedrales que hacen pedidos más al por mayor: "Envíenos 200 rosarios, por favor".
Reflexión fundamental: "La gente piensa que sólo debemos tener clientes de edad avanzada que van a misa todos los domingos". Y no es así. Hay mucha clientela joven de varios perfiles. Aquel que quiere un regalo para la abuela –esto va ya de bajada–; los jóvenes creyentes que quieren un objeto no arcaico para poder reforzar su sentimiento; y también aquellas personas —un perfil muy curioso agudizado en tiempos de la cóvide— que se confiesan no creyentes, pero "por si acaso" compran una estampa o una medalla como amuleto protector.
"Aquí no vendemos milagros"
¿Los clásicos? Pues san Benito y san Pancracio –el protector de la salud y del trabajo–, san Cristóbal –para llevarlo al coche–, la Virgen de Montserrat, San Antonio, San Judas Tadeo y la Virgen María del Carmen. ¡Ah! Y santa Rita, patrona de los imposibles. casi como confesores y psicólogos; y no jugamos con la gente ni nos aprovechamos de ellos", recalca. Hace pocos días estuvieron una hora de reloj atendiendo y escuchando las preocupaciones de una clienta. "No compres esta pieza de madera para llevar -la en el cementerio, compra esta otra que es más barata y te durará mucho más". "Quien compra una medalla de san Benito es para que le funciona, no tengas ninguna duda, ¿eh?". No es un tema de superstición, lo tienen claro. Hay personas que únicamente creen en los ángeles, pero no en los santos, y compran un san Miguel para que les inocle confort .El asesoramiento preciso y saber escuchar es una parte esencial del trabajo. atrezzo para filmes como Marlowe, con Liam Neeson, y para el Crímenes de TV3: "¡Hombre! Si el asesino era un ecuatoriano que tenía un altar en su casa, no te lleves la Virgen del Rocío!"
La tienda experimentó una reforma integral en 1991, puesto que se había degradado mucho. Los escaparates y la fachada de madera se conservaron y protegieron y hoy son patrimonio de la ciudad. Muchos turistas entran, miran y marchan sin comprar, pero, en cambio, hay algunos que se llevan un detallito casi como souvenir: un llavero, un imán, una estampa, una figura del pesebre... Son cuatro trabajadores y reciben la ayuda de los hijos de Francesc y Antoni. "Si quieren seguir el negocio será fantástico, si no, ya veremos qué ocurre", concluyen.