Sillas calientes en el trabajo: ¿cómo gestionarlo?
La consultora Alexandra Masó da algunos consejos para sacar partido de salir de nuestra zona de confort en la oficina
Trabajamos en una oficina sin sitios asignados y cada día hay discusiones por las sillas. ¿Cómo lo gestiono?
Marta, Mataró
He visto a gente que deja las fotografías familiares o una chaqueta de manera fija en la silla para que no le tomen. Cierto, es ridículo, pero ¿cuántas veces has ido al cine, al teatro, a la playa o al restaurante que tanto te gusta y considerar que ya te han "tomado el sitio"? Somos animales de costumbres y nos gusta mantenernos en lo conocido. Pero cuando nos adentramos en lo desconocido, normalmente nos gusta y salimos reforzados. Por ejemplo, nos encanta salir de nuestra zona de confort y descubrir sitios nuevos cuando estamos de vacaciones.
La diferencia entre las vacaciones y la silla es nuestra actitud y, por tanto, el entusiasmo con lo que nos tomamos “la aventura” en cuestión. Así pues, plantéalo como un viaje nuevo cada día; ¿qué tiene de veras cada silla diferente en cada nuevo día que lo ocupas? Nuestro día es fácil de estropear, sólo falta un par de pensamientos en torno a lo mucho que nos molesta cambiar de sitio, aderezado con un comentario nada afortunado de un compañero que está igual que nosotros y ya tenemos el cabreo servido de buena mañana.
Por el contrario, los pequeños pensamientos agradables que vamos acumulando en torno a las bondades de este sitio de hoy, hacen que los comentarios de los compañeros enfurecidos resbalen sin dejar huella, garantizándonos un mejor día. Si tú eres un mero espectador, puedes tomar un rol diplomático e intentar rebajar la tensión. La fuente de todo entendimiento es el conflicto; de hecho, son necesarios problemas para crear el diálogo.
Primero anota los gustos y preferencias de cada compañero en torno a las sillas. Cuando tengas suficiente información, ve lanzando cada día los nuevos datos sobre cada compañero. Esto ayudará a mejorar la comprensión. Deja que el resto lo hagan los compañeros a medida que van ganando empatía o sintiéndose aludidos.
Cuando veo parejas que llevan 40 años felizmente casadas, me pregunto cuántas batallas han superado para llegar aquí. Así pues, ¿cuántas batallas están dispuestos a gestionar?