Mercado laboral

“He sido laboralmente invisible durante siete años”

En España sigue habiendo 1,5 millones de parados de larga duración

Pol Casaponsa Sarabia
3 min
Aturats en una OTG

BarcelonaFrancisco tiene 49 años. Es nacido en Andalucía, pero llegó a Badalona durante el año 2016. Tiene dos hijos y hace más de once años que se divorció. A lo largo de su vida había trabajado sobre todo en la construcción, pero a raíz de la crisis de 2008 tuvo que adaptarse y buscarse la vida en otros sectores. Camarero, mozo de almacén o vigilante son algunas de los trabajos a los que tuvo que recurrir para tener ingresos. Actualmente tiene alquilada una habitación, pero teme no poder seguir pagándola. "Mi hermana también vive aquí, pero no puede hacerse cargo de mí". Su historia es una más entre las muchas personas que sufren el paro de larga duración, término que define aquellos que llevan más de un año desocupados. En España, por decimotercero año consecutivo, hay más de 1,5 millones de personas que se encuentran en esta situación y, aunque las últimas cifras del paro son esperanzadoras, este colectivo sigue sin hacer grandes adelantos. Pero, ¿cómo viven esta situación los afectados? ¿Qué problemas se encuentran en el momento de volver a trabajar?

Francisco admite que, a pesar de no querer hacerlo, en los últimos tiempos se ha visto obligado a aceptar pequeños trabajos en negro. Según él, en España para que te cojan en un lugar de trabajo "tienes que ir con un padrino", y dice que él ha estado en la obra y que a veces, a pesar de no necesitar a nadie más, "se contrataba a alguien por ser el amigo del jefe". Francisco relata que una vez cumplidos los 40 años todo son "dificultades" y dejas de ser atractivo para las empresas. "Nunca he echado tantos currículums como en estos últimos años. A estas alturas me adapto a lo que sea necesario", explica. Actualmente está pidiendo que se le coincida un subsidio de 426 € que ofrece la administración a aquellos parados de larga duración que tienen familia y que hacen cursos de formación para ser reinsertados en el mercado de trabajo.

Elisabeth tiene 51 años. Es de Tarragona, ciudad donde todavía vive. Está casada y tiene tres hijas adultas. Estuvo en el paro desde 2015 hasta hace un par de meses, tiempo en el que sí que ha ido teniendo trabajos temporales. "He estado siete años de mi vida siendo laboralmente invisible", dice, y recuerda que perdió el trabajo cuando sus hijas ya eran "grandes". Estos dos últimos meses, sin embargo, dice haber tenido más suerte que nunca. Elisabeth explica que después de un tiempo en el que empezó a presentarse a "cualquier oferta que hubiera", le salió un trabajo en Barcelona y decidió alquilar una pequeña habitación en la capital. Aun así, de manera "totalmente sorpresiva", al cabo de un mes la llamaron desde un bufete de abogados de Tarragona para hacer de administrativa, en el que es su trabajo actual.

Ella afirma que, a pesar de que la edad es un factor relevante, "ser mujer todavía lo es más". "Cuando tienes 25 años y pareja no te contratan porque quizás te quedarás embarazada, a los 35 todavía menos, y cuando tienes 50 ya eres demasiado mayor; nunca hay un buen momento para contratar a una mujer", lamenta Elisabeth. Esta sensación se ratifica en un estudio que hizo CCOO y que se publicó el abril pasado. El informe apuntaba que las mujeres representan un 65% del total de los afectados por esta situación, ante un 35% de hombres. Además, cree que las nuevas tecnologías también han dejado desubicados a los más grandes. De hecho, según datos de Asempleo, tres de cada cuatro mujeres y dos de cada tres hombres que se encuentran sin trabajo y tienen más de 55 años arrastran durante más de un año esta situación.

Según Elisabeth, en un inicio parece que la situación de paro tiene que ser "temporal", pero a medida que pasan los meses y ves que no consigues trabajo, empieza la angustia. Según explica, a pesar de que te sientes una persona "válida", te vas "desmotivando" y "pierdes toda la autoestima". Afirma que ella tuvo "suerte", puesto que su marido trabajaba, pero, aun así, se sentía "impotente" porque veía que no se podía valer por sí misma. "No podía ayudar ni a mi pareja ni a mis hijas", relata Elisabeth. Asegura que lo más difícil es aprender a vivir sin trabajo y dice que la situación te cambia la manera de ser. "Estás aplastada, no amargada, pero siempre tienes un run run dentro de ti que te va dando vueltas", expresa.

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